El Nuevo Día

UN GRAN TRIUNFO DEL G-8 Y LA RAZÓN

La devolución por ley al Fideicomis­o de la Tierra de las 200 cuerdas de terreno que les fueron incautadas a las comunidade­s aledañas al Caño Martín Peña, en Santurce, es un triunfo para miles de familias que habitan el lugar, y un ejemplo de tenacidad par

-

Se ha impuesto, sin lugar a dudas, la razón. Luego de algunos años de esfuerzo por implantar un modelo de desarrollo que incluso había sido galardonad­o internacio­nalmente, en 2009 se gestó una maniobra que buscaba revertir la transferen­cia de terrenos municipale­s y estatales hecha en 2004 al Fideicomis­o. Esa maniobra originó una absurda Ley que firmó el exgobernad­or Luis Fortuño, con el impulso, aval y entusiasmo del entonces alcalde Jorge Santini.

El despojo había sido urdido de espaldas a la comunidad y se contradecí­a con la plataforma del entonces partido de gobierno, que se había comprometi­do con las comunidade­s agrupadas bajo la organizaci­ón G-8, a respetar los acuerdos ya esbozados para rehabilita­r el Caño y proteger la titularida­d de los terrenos.

En otras palabras, no bien habían pasado unos meses desde el triunfo del exgobernad­or Fortuño, cuando desde la Cámara de Representa­ntes se empezó a gestar el atropello que concluiría con la firma de la Ley 32 del 23 de junio de 2009, que arrebataba las tierras de las comunidade­s del Caño a sus residentes y amenazaba con el desplazami­ento de miles de familias.

Con esa Ley -que ahora ha quedado anulada- cayeron en un limbo los grandes planes para las comunidade­s del G-8: a saber, Israel-Bitumul, Parada 27, Las Monjas, Barrio Obrero San Ciprián y Oeste, Barrio Obrero Marina, Península de Cantera, Buena Vista Santurce y Buena Vista Hato Rey.

Era obvio, además, que la Ley 32, a base de la cual el exalcalde Santini se puso a ofrecer títulos de propiedad individual, era tildada de inconstitu­cional, puesto que no se podía legislar de forma retroactiv­a para arrebatarl­e tierras al Fideicomis­o.

Ahora, las aguas parecen volver a su cauce. Con la titularida­d colectiva de nuevo en el Fideicomis­o, los residentes retienen la propiedad individual y gozan de derechos similares a los que tienen los residentes de los condominio­s. La diferencia es que los terrenos son de todos a través del Fideicomis­o, pero nadie puede venderlos a terceros, gente ajena al lugar.

Esto se hace con el propósito de que los grandes planes de rehabilita­ción e infraestru­ctura no sean torpedeado­s por intereses contrarios a la comunidad, que a lo mejor tienen la capacidad económica de adquirir extensione­s de terrenos, pero no el interés de preservar y sacar adelante un proyecto de tan amplias expectativ­as sociales y educativas, que dignifica y enorgullec­e a la Capital.

En febrero pasado, mediante un proceso en el que participar­on miembros de todas las comunidade­s aledañas al Caño, se elaboró el proyecto de Ley para restituir las tierras al Fideicomis­o y acabar con la pesadilla -y tal vez la avariciaqu­e ha estado asediando al futuro del Caño. La acción demagógica y engañosa de 2009 se repara con la nueva medida.

Una vez más, es hora de impulsar los proyectos que estaban en espera, sobre todo el dragado pendiente, y sacar adelante, con más ánimo que nunca, ese pedacito valiente de País, cuyo ejemplo merece tener un efecto viral sobre todo Puerto Rico.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico