EL FUTURO que jamás llegó
Carros voladores, mochilas-cohetes, robots en casa. Muchos de los viejos sueños sobre la vida en el siglo 21 no se hicieron realidad. El autor Gregory Benford los ha recopilado -junto con predicciones más exitosas- en el libro The Wonderful Future that Ne
ver Was” (Hearst, 2012). “Los fracasos, usualmente, daban por sentado que lo más grande siempre sería mejor -enormes ciudades con cúpula, aeropuertos flotantes, helicópteros personales, túneles a través de continentes”, dice Benford. Los pronosticadores no se dieron cuenta de que poder inventar algo no era suficiente.
INVENTAR E IMAGINAR
“Solo porque el cambio en la alta tecnología sea posible no significa que siempre lo queramos”, dice James B. Meigs, editor jefe de la revista Popular Mechanics, señalando los movimientos de
Slow Food y de trabajos artísticos hechos a mano como contrapuntos de alta tecnología.
Dos fracasos conocidos: autos voladores y mochilas-cohete. George Jetson besaba a su esposa y luego volaba en su coche para ir a trabajar en la serie de dibujos animados de televisión lanzada en la década de 1960, mientras que Buck Rogers entusiasmaba a los niños de la década de 1950 luchando contra los invasores perversos y equipado con una mochila-cohete.
Tales descripciones crearon un hambre por artefactos voladores personales, pero esto no fue suficiente para hacerlos realidad.
“La gente han producido los dos”, dice Benford. “Sólo que ninguno de ellos es particularmente bueno para llegar a ser un avión o un carro”.
EL FUTURO
Benford, profesor de Física en la Universidad de California y escritor de ciencia ficción, seleccionó predicciones de científicos, desde principios de la década de 1900 hasta finales de la década de
1960, de Popular Mechanics , para este y otro li
bro, The Amazing Weapons that
Never Were (Hearst, 2012). “En el año 1900, todos sabían que la tecnología fue la que guió su mundo y que guiaría el futuro de una manera más intensa todavía”, escribe Benford. “Aquella fue la única ‘ predicción’ más profética del siglo 20”.
A mediados de siglo, el plástico ofrecía toda clase de posibilidades. Tomemos la predicción de 1950 de la revista de que las amas de casa en el año 2000 limpiarían la casa con una manguera. Todo -alfombras, cortinas, muebles- sería a prueba de agua. Los pronosticadores, sin embargo, se olvidaron de un detalle vital: la electricidad es lo que energiza nuestros hogares, y no mezcla bien con el agua.
¿Recuerdan cómo solíamos pensar que tendríamos robots para hacer todo en casa? Tristemente, esto no luce prometedor, sostiene Meigs.
Los robots funcionan en una línea de fabricación automatizada, con una sola tarea, pero el hogar requiere una adaptabilidad que los robots no pueden llegar a adquirir.
“Conseguir a alguien que lave los platos, haga tostadas con mantequilla, organice los zapatos en su clóset. Esas son cosas factibles pero realmente complicadas para un robot”, dice Meigs. “Ellos tienen que improvisar, y usted sabe que si los seres humanos están envueltos, usted abrirá la nevera, y la mantequilla no estará en el mismo lugar”.
Sin embargo, el 50% de las predicciones que Benford desenterró en la revista se han hecho realidad, por lo menos en parte.
El videoteléfono, por ejemplo, fue pronosticado en 1956; véanse las llamadas Skype de hoy por Internet.
¿QUÉ DICEN LOS EXPERTOS?
Benford dice que las casas inteligentes y los coches autoguiados están en el futuro; existe la tecnología para ambos. Las casas inteligentes ya, por ejemplo, responden a la presencia humana en una habitación prendiendo las luces y ajustando la temperatura, haciéndolas energéticamente eficientes. Con el acceso a Internet, los dueños de casas pueden además chequear enseres eléctricos remotamente, señala Meigs.
“Todas estas cosas parecerán bastante rutinarias, por lo me- nos en las casas nuevas, dentro de 10 a 15 años”, predice.
También cree que tendremos aparatos de televisión en holograma dentro de 20 años o más.
Benford dice que las relaciones humanas podrían ser transformadas por Google
glass -una computadora que se lleva puesta como si fueran espejuelos y que tendrá sof
tware para reconocimiento facial, pronostica. “Esto significa que podrás estar de un lado para otro en una fiesta y saber quién es cada cual, sin tener que leer sus nombres en las tarjetas de identificación”, dice Benford. “Dos personas estarán conectadas, por lo cual podrán intercambiar información -números telefónicos, correo electrónico. Tendrás un registro digital de las personas con las que ha hablado en la fiesta”.
Meigs opina que esto irá más lejos: llegaremos a tener las funciones de Google glass sin el artefacto.
“Esto suena como ciencia ficción alocada, pero la interconexión neural está llegando”.