Unas horas en la très chic St. Barths
Si te gusta codearte con el jet set internacional te sentirás como pez en al agua en St. Barths, la diminuta isla francesa del Caribe. Empezando por su nombre completo que suena más chic, Saint-Barthélemy, te recibe en su marina a puro yate. Los divisas desde que vas llegando en el tender de tu barco, que no pueden llegar directo hasta allí sino anclar muy cerca. Solo los barcos pequeños o medianos de lujo van por esa ruta, a la que me llevó el Silver Spirit de Silversea.
La envidia va ‘in crescendo’ mientras más cerca estás y empiezas a ver las damas en traje de baño o vestiditos playeros sentadas en la cubierta de algunos de los yates más lujosos del mundo. Cuando te acercas te das cuenta que no son turistas relajadas en trajecitos módicos y un traje de baño simplemente de moda. Su piel perfectamente cuidada, prendas de diamantes y ropa playera de diseñador te acuerdan que estás en la isla preferida por los millonarios. ¿Los caballeros? No se quedan atrás. Con piel curtida por el sol, en shorts y camisas de lino parecen modelos de revistas. La mayoría de los que ves allí que pueden darse esos “lujitos” son estrellas de cine o personas de abundante presupuesto que vacacionan frecuentemente en las paradisíacas playas, van a las regatas que hacen anualmente y aprovechan para alejarse de los paparazzi (aunque ya estos le han puesto el ojo a la zona).
Esos famosos son los mismos que salen de su mundo marino de lujo para mezclarse entre las callecitas del pueblo con otros visitantes que llegan en crucero, en diminutos aviones, yate privado o en bote desde otras islitas cercanas especialmente St. Maarten. Todos caen rendidos ante los techos de cinc rosados que combinados con el azul del mar y el verdor de la vegetación hacen de las fotos un espectáculo, para muchos más parecido a la Riviera Francesa que al Caribe.
Ubicada a 112 millas de nuestra Isla, actualmente cuenta con unos 9,000 habitantes y su capital es Gustavia, donde enclava su marina más importante. Tanto su capital como muchas de sus áreas, están muy unidas a Suecia, pues fue posesión de ese país por largo tiempo, de ahí encontrar fuertes y calles con el nombre de los reyes de Suecia, entre ellos Gustav (quien se dice fue el responsable del mejor momento en la historia de la isla), Karl y Oscar.
Guerras y catástrofes naturales amenazaron el glamour de la islita, que recobró su nacionalidad francesa el 16 de marzo de 1878. Se convirtió en municipio del departamento de Guadalupe y el 15 de julio de 2007 pasó a llamarse la nueva Colectividad de Ultramar de Saint-Barthélemy.
QUÉ VER EN UNAS HORAS
Dividida en tres áreas, el tamaño de la isla hace fácilmente accesible que la recorras completa, pasando de la “Villa de Saint Jean” a Gustavia o “Lorient”, el primer asentamiento francés. Se camina bastante y muchos alquilan motoras o autos. El paseo por la marina de Gustavia es muy lindo, pero no te quedes allí sentado como hacen muchos turistas. Vale la pena darse una vuelta caminando para ver algunos de sus pintorescos edificios, mezcla de piedra y madera, vestigios de su pasado.
Uno de ellos es la Iglesia Anglicana, frente a la marina, que tiene su cúpula de madera. Las tiendas son otra atracción en esta isla donde las compras son libre de impuestos: Hèrmes, Louis Vuitton, Chopard, Bvlgari y Cartier, son solo algunas de las boutiques que encontrarás en los centros comerciales de Gustavia. La “Villa de St-Jean”, céntricamente ubicada, tiene la segunda zona comercial más activa de la isla.
Por supuesto que las playas y actividades acuáticas son otras de las atracciones favoritas, están muy cerca y hay para escoger. ¡Son 14! Entre ellas, “Baje de St-Jean”, “Anse de Grand Cul de Sac” y “Anse de Grande Saline”. Pero también la isla es famosa por su gastronomía internacional. La mayoría requiere reservación, y un detalle para no pasar por alto es que son costosos. En realidad, todo cuesta en St. Barths, incluyendo la ropa, souvenirs y la comida. A St. Barths también puedes ir en ferry desde St. Maarteen, salen durante todo el día. La moneda es el euro y el idioma oficial el francés, aunque muchos hablan inglés.