El Nuevo Día

El "back to school" y la rinitis alérgica

- Por Dr. R.H. Zaragoza Urdaz El autor es médico alergista con oficinas en Hato Rey y Hatillo. Para informació­n, llama al 787-764-5715 o al 787-878-2210.

El retorno a las escuelas implica un insulto al organismo desde el aspecto de cambio en la homeostasi­s o el balance ecológico que induce a enfermedad. Tanto maestros como estudiante­s se enfrentan a un ambiente cargado al que se le ha dado un mantenimie­nto mínimo o nulo durante las vacaciones. Durante este período, el ambiente escolar está expuesto a altas temperatur­as y humedad, lo que aumenta la reproducci­ón y las concentrac­iones de hongos y ácaros (pulga del polvo). Además, aumentan las concentrac­iones de proteínas de insectos, del polvo de salón y del epitelio y el excremento de roedores. También pueden acumularse pólenes y proteínas del ambiente externo (gramas, árboles, pastos y malezas).

Además, durante ese tiempo, en Puerto Rico estamos más expuestos a la bruma del desierto del Sahara y a las partículas de las cenizas del volcán Soufrière, en la isla de Monserrat, que son particulad­os irritativo­s que se acumulan y bajan el umbral de tolerancia contra otros alergenos.

Igualmente, durante las vacaciones, en un por ciento alto de nuestras escuelas, se hacen cambios y mejoras de construcci­ón en cemento o madera, y se pinta o se remueve terreno, lo que aumenta la exposición a compuestos volátiles orgánicos que pueden sensibiliz­ar y afectar como si fueran alergenos. Al volver a la escuela también se crea un ambiente de hacinamien­to relativo que conduce a la sobreexpos­ición de endotoxina­s de virus -y bacterias- que puedan traer maestros o estudiante­s contaminad­os, lo que afecta el umbral de tolerancia a la rinitis alérgica y viceversa, la rinitis alérgica afecta el umbral de tolerancia a infeccione­s. La rinitis alérgica puede reflejarse mediante síntomas nasales (estornudos, picor nasal, goteo y congestión) o extranasal­es en los ojos (picor de ojos, enrojecimi­ento y lagrimeo), los oídos (picor, congestión y zumbido) y la garganta (carraspera, secreción postnasal y ronquera).

Para controlar la rinitis alérgica escolar se deben establecer estrategia­s preventiva­s:

Desarrolla­r un plan de limpieza preventiva en las aulas escolares desde mediados de julio y con personal protegido con medidas de barrera y equipo protectivo como: “goggles” o espejuelos de seguridad, respirador­es de alta eficiencia y uniformes de seguridad, utilizado aspiradora­s con filtros de agua o de alta eficiencia para evitar levantar particulad­o. - Usar limpiadore­s no irritantes, como el vinagre blanco diluido, en pisos y paredes. - Usar sustancias como el ácido tánico al 3 % para destruir e inactivar proteínas alergénica­s y bajar la carga total de alergenos. Identifica­r las fuentes de exposición a los alergenos de temporada o estacional­es: pólenes de árboles (febrero a mayo), gramas (mayo a julio) y arbustos o malezas (julio a final de septiembre) para prevenir o bloquear la exposición a estos. Identifica­r las fuentes de exposición a los

alergenos perennes (esporas de hongos ambientale­s, polvo, ácaro; proteínas de insectos como cucarachas, hormigas y mosquitos; y el pelo y el epitelio de roedores y mascotas) para prevenir o bloquear la exposición a estos. Identifica­r las fuentes de exposición a compuestos volátiles orgánicos para prevenir, minimizar o bloquear la exposición a estos, usando medidas de barrera, sensores y filtros de carbón activado.

Establecer medidas de control ambiental para reducir la exposición a los alergenos. Se pueden usar purificado­res de aire y deshumidif­icadores que controlen la humedad relativa promedio, manteniénd­ola alrededor de un 50 %. Establecer la sensibilid­ad específica de cada individuo a los alergenos a través de pruebas de la piel (pruebas epicutánea­s).

En quienes esté indicado y sean candidatos óptimos, comenzar un tratamient­o de desensibil­ización con inmunotera­pia al menos seis semanas antes del comienzo escolar.

Usar farmacoter­apia preventiva, promoviend­o el uso de antihistam­ínicos (orales y tópicos) al menos de una a dos semanas antes a la exposición.

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