El "back to school" y la rinitis alérgica
El retorno a las escuelas implica un insulto al organismo desde el aspecto de cambio en la homeostasis o el balance ecológico que induce a enfermedad. Tanto maestros como estudiantes se enfrentan a un ambiente cargado al que se le ha dado un mantenimiento mínimo o nulo durante las vacaciones. Durante este período, el ambiente escolar está expuesto a altas temperaturas y humedad, lo que aumenta la reproducción y las concentraciones de hongos y ácaros (pulga del polvo). Además, aumentan las concentraciones de proteínas de insectos, del polvo de salón y del epitelio y el excremento de roedores. También pueden acumularse pólenes y proteínas del ambiente externo (gramas, árboles, pastos y malezas).
Además, durante ese tiempo, en Puerto Rico estamos más expuestos a la bruma del desierto del Sahara y a las partículas de las cenizas del volcán Soufrière, en la isla de Monserrat, que son particulados irritativos que se acumulan y bajan el umbral de tolerancia contra otros alergenos.
Igualmente, durante las vacaciones, en un por ciento alto de nuestras escuelas, se hacen cambios y mejoras de construcción en cemento o madera, y se pinta o se remueve terreno, lo que aumenta la exposición a compuestos volátiles orgánicos que pueden sensibilizar y afectar como si fueran alergenos. Al volver a la escuela también se crea un ambiente de hacinamiento relativo que conduce a la sobreexposición de endotoxinas de virus -y bacterias- que puedan traer maestros o estudiantes contaminados, lo que afecta el umbral de tolerancia a la rinitis alérgica y viceversa, la rinitis alérgica afecta el umbral de tolerancia a infecciones. La rinitis alérgica puede reflejarse mediante síntomas nasales (estornudos, picor nasal, goteo y congestión) o extranasales en los ojos (picor de ojos, enrojecimiento y lagrimeo), los oídos (picor, congestión y zumbido) y la garganta (carraspera, secreción postnasal y ronquera).
Para controlar la rinitis alérgica escolar se deben establecer estrategias preventivas:
Desarrollar un plan de limpieza preventiva en las aulas escolares desde mediados de julio y con personal protegido con medidas de barrera y equipo protectivo como: “goggles” o espejuelos de seguridad, respiradores de alta eficiencia y uniformes de seguridad, utilizado aspiradoras con filtros de agua o de alta eficiencia para evitar levantar particulado. - Usar limpiadores no irritantes, como el vinagre blanco diluido, en pisos y paredes. - Usar sustancias como el ácido tánico al 3 % para destruir e inactivar proteínas alergénicas y bajar la carga total de alergenos. Identificar las fuentes de exposición a los alergenos de temporada o estacionales: pólenes de árboles (febrero a mayo), gramas (mayo a julio) y arbustos o malezas (julio a final de septiembre) para prevenir o bloquear la exposición a estos. Identificar las fuentes de exposición a los
alergenos perennes (esporas de hongos ambientales, polvo, ácaro; proteínas de insectos como cucarachas, hormigas y mosquitos; y el pelo y el epitelio de roedores y mascotas) para prevenir o bloquear la exposición a estos. Identificar las fuentes de exposición a compuestos volátiles orgánicos para prevenir, minimizar o bloquear la exposición a estos, usando medidas de barrera, sensores y filtros de carbón activado.
Establecer medidas de control ambiental para reducir la exposición a los alergenos. Se pueden usar purificadores de aire y deshumidificadores que controlen la humedad relativa promedio, manteniéndola alrededor de un 50 %. Establecer la sensibilidad específica de cada individuo a los alergenos a través de pruebas de la piel (pruebas epicutáneas).
En quienes esté indicado y sean candidatos óptimos, comenzar un tratamiento de desensibilización con inmunoterapia al menos seis semanas antes del comienzo escolar.
Usar farmacoterapia preventiva, promoviendo el uso de antihistamínicos (orales y tópicos) al menos de una a dos semanas antes a la exposición.