“Estoy volviendo a nacer"
Continúa bajo tratamiento con la meta de volver a caminar
CON UN BIZCOCHO en forma de tenis, Mayra Elías celebró su primer año de sobreviviente después de ser arrollada por un vehículo el 22 de septiembre de 2012, en un incidente que casi le cuesta la vida y la dejó parapléjica.
Fue “un tenis saliendo de una caja de zapatos, que eso significa que estoy volviendo a nacer y a salir a correr”, contó con ilusión la otrora corredora. Y no fue cualquier zapatilla, sino una como la suya, negra con colores brillantes, destacó.
La celebración fue en la víspera de la carrera simbólica de cinco millas, realizada ayer y que convocara su hermana Mildred, para que un grupo de amigos entrenara por ella. Estuvieron presentes en el agasajo los dos compañeros de Elías que corrían con ella la trágica mañana en la que los tres fueron impactados: Ana María Rivera y Jorge Rivera.
En el último año, Elías pasó del duro asfalto de la Avenida Constitución, en San Juan; al Centro Médico, de Río Piedras, al Health South Rehabilitation Hospital; y al centro de rehabilitación Shepherd Center, en Atlanta; antes de regresar a su casa cinco meses más tarde, en febrero pasado.
En ese trayecto, recibió el apoyo y la solidaridad de familiares, amigos y ex- traños, de personal médico, terapistas y boricuas en el exilio que hasta parranda le llevaron.
En marzo, enfrentó en un tribunal a Luis G. D’Acosta de Jesús, acusado de arrollarla a ella y a sus amigos, y abandonar la escena. Y mientras las autoridades manejan el proceso judicial que continúa con un vista el 25 de este mes, ella se ha concentrado en luchar para volver a caminar.
“Estoy feliz porque están pasando muchas cosas buenas”, aseguró.
Con terapia electroneuromedular ha recuperado mayor movilidad en sus brazos, sensación en el área abdominal, algunos reflejos en las piernas, mayor control de esfínteres y espera, pronto, poder caminar con ganchos especiales hechos a su medida. Además, el pasado lunes, empezó a recibir terapia con sus propias células madre en el consultorio de un médico en Mayagüez. “¡Fue bien emocionante! Se llama proloterapia con médula ósea”, dijo.
Según explicó, extraen células madre de su médula y tejido adiposo. Luego, la inyectan en el área lumbar y se mueven hasta el área de la lesión - vértebras T-4 y T-5 - donde ayudan al tejido del cordón espinal a autorepararse.
“El dolor que tengo en el área de la lesión es bien fuerte. Está trabajando”, afirmó.
A pesar de la tragedia, del dolor y de la incertidumbre, el pasado año también ha dejado a esta madre de dos adolescentes muchas certezas; unas viejas, como el poder del amor y el placer de bañase en la playa, y otras nuevas, como el haberse convertido en modelo de inspiración.
A continuación algunas de sus refle-
xiones sobre este primer año de “renacida”.
¿Qué ha representado este año para ti?
Muchas cosas. Desde lo más trágico hasta lo más sublime... Desde no saber si vivía, hasta tener gente muy bonita alrededor mío que me ama, que me deja saber que me quiere, y tener más compenetración con mi familia. Una calidad de vida tranquila, entre comillas, porque tengo terapias y me tengo que levantar súper temprano. Desde lo más fuerte hasta lo más sublime.
¿Qué quisieras que se repitiera de este año?
(Piensa por un rato). Tener mucho tiempo a mis hijas alrededor y a mi familia.
¿Qué borrarías?
Estar así (toca sus piernas inmóviles). Borraría el no tener movimiento.
¿Has vuelto a pasar por aquel lugar donde recibiste el impacto?
He pasado por la parte de arriba, y el día que pasé se me erizó la piel, bajaron lágrimas por mis ojos, pero por el lado de la (Avenida) Constitución no he pasado. No. Todavía. Ay, no sé. (Suspira). Es fuerte. Como que no me siento preparada para eso.
¿Cómo han evolucionado tus sentimientos para con el señor D’Acosta?
Es que nunca he tenido ningún sentimiento hacia esa persona. De verdad.
¿Has podido recuperar alguna memoria del momento del impacto, de
esos primeros días que estuviste entre la vida y la muerte?
Para nada, gracias a Dios. Eso sí que es una bendición, el no tener memoria sobre ese momento. Y no quiero. Si me viene, creo que lo borraría.
¿Alguna vez, en este tiempo, has pensado en dejarte caer, dejar de luchar, descansar, no hacer más?
¡Ay, Dios mío! (Suspira). Ha sido bien fuerte. He llorado. Le he dicho a mi esposo: ‘ya no puedo más’. Pero gracias a él y a la fortaleza que nos compenetra, empezamos a orar y eso nos ha ayudado. Pero son momentos, son lapsos de tiempo bien pequeñitos. Luego de eso, doy gracias a Dios porque estoy viva y porque mis hijas están al lado mío.
Por segundo año consecutivo, el próximo 15 de diciembre se celebrará una carrera a beneficios de la fundación A Runner's Love.
Después de haber pasado tantas dificultades en este último año, ¿a qué le temes?
Yo creo que yo lo he vivido todo. Desde estar cerca de la muerte a tener mucha felicidad porque estoy con mis hijas nuevamente. Yo creo que ya ¡no le temo a nada! (Ríe). Inclusive, si no volviera a caminar, creo que estoy preparada para seguir adelante.
¿Ya te resignaste a no caminar?
¡Oh, no! Para nada. Nunca. Yo vivo con mi fe de volver a caminar, así que eso, ¡olvídate! Eso lo vamos a luchar hasta el final.
¿Qué quieres de regalo?
Volver a caminar. Que estemos todos en familia y que yo vuelva a caminar. Ese es mi mayor deseo.