Conoce el gusto de Yantar
TE PRESENTAMOS UN RESTAURANTE DONDE LA GASTRONOMÍA ESPAÑOLA, LA MODERNA Y LA PUERTORRIQUEÑA SE ENCUENTRAN
Hay palabras que son pura imagen. Es lo que ocurre con “yantar”, que no es lo mismo que decir “comer”. “En Asturias cuando la gente va a comer a distintos sitios a probar, como cuando están aquí las Fiestas de la Calle San Sebastián, se dice ‘vamos a yantar’, a comer a distintos sitios. Yantar quiere decir placer, buena comida, y gusto del buen comer”, dice el dueño de Yantar Restaurant Bar, Francisco “Pancho” Cueto, sobre el espacio en Condado, en la Ave. Ashford, que en enero cumple cuatro meses.
Yantar, que tiene a la Laguna del Condado como una de sus banderas y parte esencial de la ambientación por la vista que permite el amplio ventanal, contó con la asesoría del chef Jesús Ramiro Flores, distinguido con una estrella Michelín e hijo del chef Jesús Ramiro, quien estuvo en Puerto Rico durante años delante del restaurante Ramiro’s en Condado.
El resultado es un local cuyo discurso es de “una cocina española combinada con un poquito de nouvelle cuisine y cocina puertorriqueña”, como la describe Cueto.
Xiomara Marquez, chef ejecutiva del local, aprendió de la cocina tradicional española con su esposo, el chef de Pelayo, Luis Cueto. Ese bagaje lo combina con el que ha obtenido en
cocina moderna y gastronomía molecular junto a Jesús Ramiro, padre e hijo.
El vocabulario molecular se refleja en Yantar, especialmente en platos como el gazpacho de mangó con nieve de aceite de oliva. “Se mezcla con nitrógeno y al contacto del aceite de oliva frío con el calor del gazpacho crea una nube que se desaparece al momento delante del público”, detalla Marquez. En esa línea la chef presenta el ciervo con sus tierras, con un toque de castañas y queso, y debajo, batata y yuca. “Es una mezcla de España y el Caribe”, dice quien agrega que el plato “simula cómo vive un ciervo en Valladolid” por la forma y los colores de los ingredientes.
“Creo mucho en la cocina molecular pero sin dejar que las personas se queden con hambre. Nuestros platos son todos de más de ocho onzas. Es decir, que van a lograr probar una cocina moderna y adentrarse en algo que muchos tienen un poco de miedo porque van a quedarse con hambre o pagar un precio excesivo”, asegura Marquez quien aparte de haber tomado un entrenamiento en Valladolid, en febrero tomará otro en el Real Balneario de Salinas, restaurante con estrella Michelín ubicado en Asturias.
De las puertas de la cocina sale un plato de tapas que incluye buñuelo de cangrejo con aioli, croqueta de jamón ibérico, dado de atún y bombón de pan con tomate así como el bacalao con una crema de ejotes verdes y calabaza y zanahoria avellana, y postres como el mantecado de chocolate con avellana y almendras confitadas.
Son algunos de los ofrecimientos de Yantar.
La carta que incluye rodaballo sobre una cama de risotto con reducción de balsámico y falso riñón de shitakee, paletilla de cordero deshuesada y asada en su propio jugo a la miel y romero, filete mignon con foie en salsa de vino tinto, lingote de chocolate con ralladura de cacao así como wontons de morcilla. También hay un menú de tapas, diferente al del salón.
Yantar -que abre sus puertas de martes a sábado- y su vista se disfruta a partir del atardecer pues la barra abre a las 5:00 p. m. mientras la cocina abre a las 6:00 p. m.
“Nosotros solo abrimos para cena pero a las 9:00 o 10:00 a.m. estoy haciendo platos y pruebas. Yo tomo mi cocina como un laboratorio porque le tengo una pasión muy grande a ella. A todo el personal les doy la oportunidad de que prueben los platos. Me siento con ellos todos los días antes de comenzar porque es de la única manera en que uno puede llegar al público”, dice Marquez al abordar el cuidado de los detalles que suele habitar en las cocinas para que el sabor sea una experiencia que el chef y los comensales procuran.
APUESTA AL SERVICIO
El restaurante, que como parte de su ambientación tiene pinturas de Carlos Cancio de Viota Gallery y una escultura por el área de la barra, surgió a partir de los años de Pancho Cueto como cliente en el sitio que estuvo ubicado allí años atrás, Ñapa. “Siempre me había gustado y cuando hace un tiempo el local estuvo disponible tenía la idea de montar un restaurante que fuera lujoso pero al mismo tiempo que tuviese un bar para que la gente no solo viniera a cenar sino que también tuviera ambiente”, explica quien resalta que en la barra, entre su carta, están cócteles elaborados con productos naturales como la parcha.
El gerente Iván Collazo destaca que la propuesta de “alta cocina sin arrogancia” se acomoda en el espacio que describe como “elegante pero no lujoso”. “Puedes venir en gabán y corbata y sentirte bien, y en una camisita casual y sentirte bien. Es un sitio que está en un punto medio y te sientes bien como quiera”, explica en torno al ambiente.
Desde Yantar, según Collazo, pretenden “rescatar” la gastronomía de los setenta y ochenta en Puerto Rico. “Una gastronomía de hospitalidad, de tratar al cliente súper bien, de que quien se inventó eso de que el cliente siempre tiene la razón no estaba loco, quitar esa arrogancia que viven los artistas de la cocina moderna que no pueden complacer a nadie ni cambiar nada”, sostiene de la idea que defiende de “servicio profesional, amigable”.
Yantar es ese espacio que con sus mesas altas y bajas que esperan por conversaciones y paladares provoca un orgullo visible en sus gestores. “(Quería) un sitio que la gente viniera no solo porque es bonito sino por calidad de comida, precio y servicio. Y eso ha sido más o menos el éxito de los tres meses que llevamos”, finaliza Cueto, al mirar satisfecho la laguna, el atardecer y los platos de Yantar.