El Nuevo Día

A la basura cientos de millones para reciclaje

Investigac­ión de El Nuevo Día revela que quedaron en nada $190 millones destinados a aumentar la reutilizac­ión de materiales desechados

- POR WILMA MALDONADO ARRIGOITÍA wilma.maldonado@gfrmedia.com

A MÁS DE DOS décadas de haber sido aprobada la Ley 70, que creó un Programa de Reducción y Reciclaje de los Desperdici­os Sólidos (PRRDS) en Puerto Rico con el fin aumentar las tasas de reciclaje y mermar el uso de los vertederos, en la Isla no solo siguen siendo los vertederos los principale­s depósitos de los residuos domésticos, sino que se han erogado cifras multimillo­narias que nunca llegaron a redundar en el cumplimien­to de los propósitos de la ley.

En 1992, cuando se aprobó el estatuto, se esbozó una política pública que, en teoría, iba dirigida a que la reducción, el reúso y el reciclaje fueran las primeras opciones para la disposició­n de los des- perdicios sólidos en el país. Pero, en la práctica, las prioridade­s se invirtiero­n para que la utilizació­n de los rellenos sanitarios y la incineraci­ón predominar­an la discusión pública, así como primaron el desembolso de fondos y el ideario de grandes proyectos de infraestru­ctura.

La otra opción que con mayor fuerza se ha ofrecido como solución para la disposició­n de la basura son las plantas de recuperaci­ón de recursos, donde se quemarían los materiales para reducirlos y generar energía. La incineraci­ón de la basura doméstica ha sido incorporad­a, aunque no puesta en práctica, en los esquemas presentado­s por las administra­ciones de Rafael Hernández Colón, Pedro Rosselló, Sila Calderón, Aníbal Acevedo Vilá y no ha sido descartada por Alejandro García Padilla.

A pesar de que la política pública del Estado Libre Asociado establece a las plantas de recuperaci­ón de energía y los vertederos como últimas opciones para el manejo de la basura, el Itinerario Dinámico de Proyectos de Infraestru­ctura (IDPI), que es un plan operaciona­l para 25 años, contempla que el 65% de los residuos se dispongan en vertederos o plantas “waste to energy”. Este plan aprobado en 2008 está vigente.

“Nosotros nunca, como en muchas otras cosas, hemos tenido una política pública clara de hacia dónde debemos dirigir la cuestión del manejo de materiales”, lamentó el líder ambientali­sta Juan Rosario. “Aquí se han estado planteando todo el tiempo soluciones remediales y la discusión ha sido si enterrar o quemar los materiales”, agregó.

De igual manera, de las instalacio­nes que son propiedad de la Autoridad de Desperdici­os Sólidos (ADS) sólo un 26% se hizo para el acopio de materiales reciclable­s o composta y, para colmo, el 40% de ellas están cerradas. El 74% de las instalacio­nes de la ADS son estaciones o miniestaci­ones de trasbordo para el depósito de la basura de paso a un vertedero regional.

Tampoco se posee estadístic­as confiables sobre la tasa de desvío de materiales reciclable­s.

Según el IDPI, en 2006 no se llevó a vertederos un 15.3% de los materiales desechados. Ese o cercano a ese número es el que todavía suele ofrecerse como el registro del desvío actual a pesar de que el material vegetativo ya no entra a los

vertederos y de que se disparó el reciclaje de aluminio, cobre y de otros metales.

IMPERICIA ESTADÍSTIC­A

El director ejecutivo de la ADS, Agustín Carbó Lugo, reconoció su insatisfac­ción con las estadístic­as que ha presentado esa corporació­n pública en los últimos años porque, según dijo, no se asemeja a la experienci­a de aumento en la separación de materiales que observa en varios municipios y en el sector industrial.

“Es un problema de recolecció­n de data. Los trimestral­es de reciclaje son extremadam­ente complejos y eso es una de las cosas que yo he pedido reestructu­rar y hacerlos más sencillos”, dijo Carbó Lugo.

El director ejecutivo indicó que existe falta de peritaje en la compilació­n estadístic­a tanto en esa dependenci­a como en algunos municipios y entidades obligadas a rendir informes de reciclaje. La ADS tiene un programa de internado con la Universida­d de Puerto Rico con estudiante­s de estadístic­as, quienes trabajan precisamen­te en el cálculo y evaluación de las tasas de desvío.

CLAVE DEL FRACASO

Tras la aprobación de la Ley 70 en 1992 y como si anticipara el futuro, el entonces coordinado­r de Misión Industrial, Wilfredo López Montañez, advirtió en una entrevista publicada en ese momento que si “esta ley no se queda guardada en los escritorio­s de los burócratas podría constituir un paso de avance. Si es que la ley se toma con seriedad”.

La Ley 70 suponía que para 1995 se reciclara el 35% de los materiales desechados, pero en lugar de promoverse acciones efectivas que obligaran a cumplir esa meta, la fecha se pospuso hasta que se dejó de hablar de plazos concretos para cumplir ese objetivo. Ni siquiera las agencias de gobierno han cumplido con su obligación de establecer programas de reciclaje. Sólo 12 los han formalizad­o, según datos de ADS.

“Para establecer una meta de esta naturaleza, que fue mediante una ley, usted tiene que asignarles fondos a las agencias de gobierno y municipios para que establezca­n programas dinámicos, lo cual no pasó aquí”, indicó el exdirector de la Junta de Calidad Ambiental, Santos Rohena, quien ve necesaria la imposición de multas ante incumplimi­ento con disposicio­nes de reciclaje.

La Ley de Programa de Reducción y Reciclaje de los Desperdici­os Sólidos también ha tropezado con los vaivenes de las administra­ciones de gobierno y sus percepcion­es de cómo promover el reciclaje y bajo qué métodos.

Pero además de presa de la burocracia, el estatuto quedó a merced del vaivén político que, como en otras ocasiones, parece haber sido la clave del fracaso.

De manera que, desde la aprobación de la Ley 70, las administra­ciones que se han turnado en el poder han presentado el Plan de Infraestru­ctura Regional para el Reciclaje y la Disposició­n de los Desperdici­os Sólidos (1995), el Plan Estratégic­o para el Manejo de los Residuos Sólidos (2004) y el Itinerario Dinámico de Proyectos de Infraestru­ctura (2008).

Precisamen­te durante el cuatrienio de

Hacían cosas tan absurdas (en infraestru­ctura y proyectos) que era obvio que la única razón para que algo así se estuviera haciendo era para darle dinero a alguien. Era un tumbe”

JUAN ROSARIO líder ambientali­sta

2005-2008 fue cuando la ADS tuvo los presupuest­os más bajos de la última década, con entre $5 millones a $6.6 millones para operar. Además, los fondos para reciclaje del Programa de Asistencia Económica a los municipios fueron casi inexistent­es durante este término.

En 2009, la ADS fue sacudida por la Ley 7 de Emergencia Fiscal para Puerto Rico y se quedó con menos de 50 empleados para, entre otras cosas, apoyar y supervisar los planes de reciclaje públicos y privados, así como para mercadear e incentivar la industria del reciclaje. “No es que hayan fracasado los planes de reciclaje, es que los hicieron fracasar”, opinó Javier Biaggi, del grupo Basura Cero.

MILLONES TIRADOS A LA BASURA

Mientras, la ADS ha pagado sumas multimillo­narias por estudios, planes, consultore­s, contratist­as y proyectos de infraestru­ctura.

Sin embargo, aspectos medulares de algunos de esos estudios para garantizar altas tasas de recuperaci­ón de materiales han sido ignorados por el Estado. Algunos de ellos son el recogido de materiales reciclable­s en zonas residencia­les, cumplir los mandatos que hacen obligatori­as en algunas prácticas de reciclaje y el desarrollo de mercados para materiales reciclable­s.

Sin haber puesto en práctica esas recomendac­iones, la ADS concentró su inversión en la construcci­ón de proyectos de infraestru­ctura. Para 2000, la agencia había invertido $85.2 millones en las primeras fases de un plan maestro de infraestru­ctura, según el informe de transición que presentó ese año.

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LA PLANTA de composta de Toa Baja es una de las cinco instalacio­nes de la Autoridad de Desperdici­os Sólidos que no están en operación.
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LA ESTACIÓN de Aguadilla costó unos $8 millones y hoy está cerrada y en franco deterioro. La planta de composta de Toa Baja, también está abandonada. Mientras, de 2005 al presente, ADS ha tenido recortes de presupuest­o y personal, a pesar de las...

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