Vulnerable Christie
En menos de una semana, la gran apuesta del Partido Republicano a la Casa Blanca parece estar desplomándose
WASHINGTON - El gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, ha pasado en cuestión de una semana de un ascenso imparable hacia la candidatura republicana a la Casa Blanca a verse acorralado por un escándalo que lo hace vulnerable y enfatiza su carácter agresivo.
Perseguido desde el inicio de su carrera política por la etiqueta de “abusador”, Christie había logrado hasta ahora perfilar su fuerte personalidad como una señal de franqueza, de hombre sincero sin pelos en la lengua.
Esa imagen se esfumó de un plumazo esta semana, con la difusión de unos documentos que le muestran como un hombre vengativo, capaz de someter a los ciudadanos a interminables atascos con tal de desquitarse contra un alcalde demócrata que no le apoyó en su campaña de reelección.
El golpe ha llegado apenas dos meses después de esa exitosa campaña que le consolidó como la apuesta republicana más sólida para arrebatar la Casa Blanca en 2016 a Hillary Clinton, la demócrata considerada con más posibilidades de competir por la presidencia ese año.
“Chris podría fácilmente convertirse en nuestro candidato (para las elecciones de 2016), salvar a nuestro partido y ayudarnos a devolver a este país al camino correcto de nuevo. No se puede encontrar a nadie mejor que Christie”, dijo en noviembre Mitt Romney, candidato republicano en los comicios de 2012.
Según una encuesta publicada el viernes por Rasmussen, el 55% de los votantes de Nueva Jersey siguen teniendo una opinión favorable de Christie pese al escándalo, una cifra que ha caído desde su reelección en noviembre, cuando lo apoyaba un 63% de encuestados.
En una larga conferencia de prensa el jueves, el gobernador se declaró “avergonzado y humillado” por la conducta de algunos miembros de su equipo y anunció el cese de su jefa adjunta de gabinete, Bridget Anne Kelly.
Pero esos gestos parecen insuficientes por el momento para restaurar una imagen que antes del escándalo parecía casi intocable y que ha aumentado el nerviosismo dentro de un partido que necesita urgentemente una figura fuerte si quiere recuperar la Casa Blanca.
Sus duras recetas para rebajar el desempleo y equilibrar el presupuesto le valieron pronto la admiración de todo el partido, si bien el ala más conservadora no llegó a perdonar su aparición junto al presidente, Barack Obama, seis días antes de las elecciones de 2012, cuando el huracán Sandy azotó la costa este.