CERO IMPUNIDAD CON LOS “FOUR TRACKS”
La admisión de la Policía de que se halla impotente frente a los conductores de “four tracks”, violadores de la ley, que se están lanzando en grupos cada vez mayores por todo tipo de carreteras y autopistas, en franco desafío a la nueva ley, es inconcebib
Los conductores de “four tracks” no pueden conducirse de manera descontrolada y temeraria sin que el Estado les haga saber que hay consecuencias por infringir la ley. Se ha documentado hasta la saciedad el peligro que representan dichos vehículos circulando por vías públicas, poniendo en riesgo la vida de tantos conductores y las de ellos mismos. Es imposible seguir mostrando tolerancia frente a una actitud hostil, que sólo busca intimidar a las fuerzas del orden público.
Ellos siguen teniendo accidentes, pero además, y es deber del Estado impedirlo, siguen siendo una amenaza letal para la vida de otros conductores, causando problemas de circulación y, en última instancia, luego de aprobada la ley, reforzando una imagen de anarquía y desorden que el resto de Puerto Rico no tiene por qué tolerar.
Resulta inaudito que la sargento Evaleez González, supervisora de la División de Patrullas de Carreteras en Aibonito reconozca que los conductores de “four tracks” “se ponen retantes... Son personas que a como dé lugar se quieren ir. No se van a detener. Ellos dicen que se van y se llevan lo que encuentren de frente. No temen por su vida ni por la de los demás”.
¿Qué significa esto? ¿Qué el Estado se declara impotente para reducir y detener a individuos asociales? El hecho cierto es que sujetos que exhiben esa violencia verbal y esa determinación de infringir la ley, no pueden tener un “four track” en su poder; ni siquiera deberían de estar en la libre comunidad.
Otra oficial, la teniente Rosa Sánchez, de la División de Patrullas de Carreteras de San Juan, revela un panorama más insultante aún: “Al aprobarse la ley, la retan... Se están apoderando de carreteras, no son dos o tres 'four tracks', sino en cantidades grandes, sobre más de 200 vehículos en la noche, picando para la madrugada”.
Hemos dicho que la gobernabilidad de un país se construye de pequeños detalles de orden público y respeto ciudadano. Bajo la nueva ley, los dueños de “four tracks” tienen claramente establecida la forma en que van a registrar sus vehículos y los terrenos donde que pueden utilizarlos con legalidad. Nadie les prohibe ni la posesión ni el uso de los todoterreno.
Pero se empeñan en burlar la vigilancia de la Policía y desobedecer disposiciones que, por el bien y la seguridad de todos, los mantienen fuera de las carreteras. En demasiados casos, en el perfil del conductor de “four tracks” coincide el consumo de bebidas alcohólicas y la portación de armas ilegales, una combinación que probablemente los lleva a ser más agresivos.
El orden debe restablecerse y tiene que darse un ultimátum: o cumplen con la ley o que la Policía solicite colaboración -de la Guardia Nacional, si así lo amerita la magnitud del desafío-, pero que detengan esas invasiones que están ocurriendo en las carreteras y que podrían ocasionar en cualquier momento una tragedia.
No debe seguir cundiendo la impunidad.