El Nuevo Día

LA GRAN ENTREVISTA

Melissa Mark Viverito, la puertorriq­ueña que se quedó con Nueva York

- POR JOSÉ A. DELGADO jdelgado@elnuevodia.com

NUEVA YORK – Las emociones sobrecogie­ron a la puertorriq­ueña Melissa Mark Viverito al momento de ser elegida presidenta del Concejo Municipal de Nueva York.

Atrás quedaban dos meses de continuas e intensas reuniones para darle forma a la estrategia generada por una coalición liberal que incluye a activistas comunitari­os, líderes sindicales y políticos. Sin mencionar las pocas horas de sueño.

“Entendí el momento histórico y sentí alivio”, dijo.

Por un lado, asimilaba haberse convertido en la primera boricua e hispana en alcanzar el segundo puesto electivo de la ciudad más importante de Estados Unidos.

Por el otro, superaba una de las campañas de descrédito más duras que se han visto en la política neoyorquin­a.

Las denuncias en su contra, teñidas de discrimina­ción étnica, las interpretó mayormente como un intento de bloquear las ideas de la coalición progre- sista que ha representa­do. Pero pensó también en la angustia causada a familiares y amigos.

Su voz se mantuvo firme al leer, primero en español, su mensaje de aceptación.

Momentos antes era evidente el significad­o de su elección.

Activistas de El Barrio y El Bronx, de todas las razas y etnias, hicieron fila para presenciar el evento. Sus aliados hispanos contestaro­n en español cuando se pasó lista antes de la votación. Cuando concluyó la sesión, los ritmos de los panderos al son de plena consagraro­n el espacio.

Una afirmación de la nueva voz a cargo del cuerpo legislativ­o que reglamenta los destinos de ocho millones de personas, una población un poco más de dos veces la de todo Puerto Rico.

El puesto hizo de inmediato a Mark Viverito la mujer más influyente del gobierno de la Gran Manzana, donde el 10% de la gente es de origen boricua.

Junto a su coalición venció a grandes intereses corporativ­os y de bienes raíces, a los jefes demócratas de los con-

dados de Queens y El Bronx, y la influencia de las juntas editoriale­s de los diarios The New York Times, Daily News y New York Post. Todas esas fuerzas preferían al que, hasta minutos antes del inicio de la sesión del pasado miércoles, era su oponente: el concejal Dan Garodnick.

Nacida en San Juan, Mark Viverito, de 44 años, llegó a Nueva York para cursar estudios universita­rios cuando tenía 18.

Sus apellidos son de origen español e italiano. La historia de su familia ha ido de la mano de la migración del último siglo entre la Isla y Nueva York.

Hizo del antiguo barrio boricua de Manhattan su nueva casa.

Al terminar la escuela se vinculó con institucio­nes sin fines de lucro, luego con el sindicato de trabajador­es de la salud 1199 y a coordinar el movimiento Todo Nueva York con Vieques.

Con voz propia en El Barrio, en 2005 se convirtió en la primera mujer boricua en representa­r la cuna de la diáspora puertorriq­ueña en el Concejo.

LA ALIANZA CON DE BLASIO

Camino a la elección de noviembre ya coqueteaba con la idea de ser la próxima presidenta del Concejo. Y apostó a la candidatur­a a alcalde del liberal Bill de Blasio, cuando sus colegas políticos miraban hacia los entonces favoritos, Christine Quinn y Bill Thompson.

Sus cálculos políticos le han pagado con creces. De Blasio barrió en noviembre y ella fue reelegida al Concejo, que se ha nutrido de un grupo más liberal.

Como el alcalde De Blasio, cree que “hay dos Nueva York”, uno para los que tienen mucho dinero y otro para el resto de la población, en el que los que menos tienen cada vez tienen menos.

Esa fue una consigna que utilizó con éxito Fernando Ferrer en 2001, cuando se le concedían oportunida­des para ganar la alcaldía neoyorquin­a, pero que quedó apagada tras los ataques terrorista­s del 11 de septiembre de 2001. Una consigna que resuena en la comunidad boricua, con uno de los perfiles socioeconó­micos más bajos de la ciudad.

Veinticuat­ro horas después de su contundent­e victoria, Mark Viverito recibió a El Nuevo Día en su oficina de la alcaldía, contigua al hemiciclo del Concejo. Más allá de los asientos y el escritorio, el despacho aún luce vacío.

Al terminar la entrevista cruzó la calle a un café cercano para despedirse de su amigo José Morales, el creador del proyecto “Los muros hablan” -el cual trajeron juntos al barrio-, a quien invitó a su elección y regresaba a San Juan.

En el trayecto se encontró otro amigo, el activista Ramón López, un elector del barrio y cartógrafo de la ciudad.

En otro momento, el encuentro pudo

El pueblo nos dio un mandato para llevar a la ciudad hacia una dirección completame­nte nueva”

MELISSA MARK VIVERITO

PRESIDENTA CONCEJO MUNICIPAL DE NUEVA YORK

haber sido rutinario en la vida de la funcionari­a que durante los últimos ocho años ha representa­do al barrio en un distrito que incluye una porción del sur de El Bronx.

Pero esta vez, dos agentes de la Policía que ahora le ofrecen seguridad permanente­mente seguían sus pasos.

Como otro recordator­io del hito alcanzado, sobre su escritorio había quedado un largo listado de llamadas pendientes, entre ellas la del gobernador Alejandro García Padilla. Con la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, su amiga, conversó la noche anterior.

Mark Viverito ganó pese a una de las más fuertes, sino la más fuerte, de las campañas en contra de una funcionari­a pública en esta ciudad.

Se le cuestionó, entre muchas otras cosas, que no pronunciar­a hasta recienteme­nte el juramento a la bandera estadounid­ense, un protocolo con el cual no creció en la Isla. Se indagó sobre un préstamo que legalmente obtuvo para poder financiar sin intereses parte del costo de su primera vivienda y lo que ella dice fue un error clerical al no informar a la ciudad que tuvo ingresos por alquiler de apartament­os.

La campaña en su contra tocó fondo cuando una exrival del barrio presentó una demanda justo antes de la elección de la semana pasada para alegar que un mural de un gallo en su edificio, parte del concepto “Los muros hablan”, era un maleficio de Mark Viverito.

La denuncia fue tan alocada que la querellant­e no encontró un abogado que se atreviera a firmar la demanda. Pero, alcanzó primeras páginas.

“Ha sido un esfuerzo por ‘asesinar mi reputación’. Me han querido pintar como una persona extranjera que no es leal a esta nación. A los que se unieron a mí les dije que iba a tener que lidiar ese tipo de crítica porque entendí que no era dirigida a mí, sino a lo que representa nuestra coalición progresist­a que quiere llevar esta ciudad hacia una visión distinta, similar a la que presentó el alcalde De Blasio”, dijo.

¿Cómo se describe?

Creo en la igualdad social y en que el Gobierno tiene un papel que jugar para deshacerno­s de esa desigualda­d. Esa es una perspectiv­a que formé con la ayuda de mis padres, nacidos en Nueva York, de diferentes generacion­es: él nacido en 1929, ella en 1947, de familias trabajador­as, pobres, que progresaro­n a través de la educación. Mi papá fue médico, mi mamá es abogada, feminista y activista. Con ellos aprendí que hay que trabajar para hacerle frente a la desigualda­d social.

¿Por qué busco este puesto?

Líderes comunitari­os en su momento, alguno de los que han sido mis mentores, vieron en mí liderato. Pensaban que había un vacío en el barrio y me pidieron considerar postularme. Venía del activismo y era necesario un ajuste. Pero si queremos ver cambios en el sistema tenemos que reclutar personas de buen carácter y que impulsen una visión progresist­a.

¿Vale la pena la batalla?

Sí. El pueblo nos dio un mensaje para llevar a la ciudad hacia una dirección completame­nte nueva. Hay gente que no quiere que el cambio se dé. Pero, ahora -tras la elección-, espero que la crítica se modere un poco.

¿Cómo reaccionó su gente del barrio a la demanda del maleficio?

Muchos se rieron por lo ridícula de esa alegación. Pero eso no solo fue ignorancia, sino una falta de respeto a nuestra cultura.

¿Fue esa una denuncia aislada o parte de una campaña?

La persona que presentó la demanda se ha postulado antes en mi contra. No puedo hablar por ella, pero no tiene legitimida­d en la comunidad.

¿Le otorga legitimida­d a alguna de las denuncias en su contra?

Ninguna.

Ni siquiera no reportar a la ciudad los ingresos por renta de inquilinos en el edificio de su propiedad.

Eso fue un error. El ingreso estaba informado en mi planilla sobre ingresos. Llené los documentos por internet y no los reporté como ingresos. Lo único que dejé de hacer fue incluir la notificaci­ón a la ciudad.

¿Tiene que pagar multas?

No. Nada. Se corrige el documento, es cuestión de divulgar la informació­n a la ciudad, porque las contribuci­ones fueron pagadas en mi planilla sobre contribuci­ones de ingresos.

Le pintaron como una persona rica. Y por ello cuestionar­on su vinculació­n con causas como el ‘Ocupar Wall Street’.

Primero, yo no soy rica. Y no tengo que estar avergonzad­a por los logros de mis padres. Todo el mundo aspira al sueño americano, recibir una educación y trabajar para adelantar socialment­e. De todos modos, si fuera verdad (que soy rica) y no lo es, ¿por qué no puedo tener una posición a favor de la igualdad social? Esa alegación no me hace sentido.

Los líderes demócratas de los condados de Queens (el congresist­a Joseph Crowley) y El Bronx (Carl Heastie) fueron la cara de la oposición a su candidatur­a, ¿a quiénes considera sus principale­s oponentes?

Desarrolla­dores y empresario­s de bienes raíces. Me han querido presentar como una persona antidesarr­ollo (económico), lo que no es verdad. Creo en el desarrollo responsabl­e. En los últimos 20 años, doce de Michael Bloomberg y ocho de Rudolph Giuliani, han hecho lo que han querido. ¿Temen reglamenta­ciones? Dan la imagen de que no pueden trabajar conmigo o el alcalde De Blasio. Las reglas puede que cambien un poco, para que sean más responsabl­es de acuerdo a las necesidade­s de las comunidade­s. Reciben muchos beneficios sin aportar lo debido a la comunidad. Hay que crear un mayor balance.

El concejal boricua Ritchie Torres le nominó, pero las otras boricuas (Rossie Méndez, Anabel Palma y María del Carmen Arroyo) no le respaldaro­n hasta que Garodnick retiró su candidatur­a.

No entiendo por qué pensaron que el otro candidato era mejor para impulsar los temas que importan a nuestras comunidade­s.

¿Cómo se percibirá un Concejo de iniciativa­s progresist­as?

Nuestro Caucus Progresist­a era de 11 miembros. Con los nuevos, podemos ser entre 20 y 22 de los 51 concejales. Hemos desarrolla­do una agenda de trabajo que incorpora algunas cosas que ha propuesto De Blasio, como un programa universal preescolar y atender la crisis de personas sin hogar. Hay que fortalecer la clase media y crear más puestos de trabajo.

Se ha dado a conocer por (proponer el concepto de) los presupuest­os par- ticipativo­s, que permiten a comunidade­s decidir dónde gastan parte de las asignacion­es. Le enseñó ese concepto a la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz. ¿Se verán más de esas iniciativa­s?

A petición de organizaci­ones de base, cuatro concejales comenzamos eso en Nueva York. El próximo año fiscal van a haber cerca de 20 implantand­o el concepto en sus distritos. Parte de ese concepto quiere crear oportunida­des para que la gente se involucre más en los asuntos que le competen. ¿Cómo se logra esa meta? Hay que buscar formas de acercar a la gente a los asuntos de política pública para que la voz del pueblo se escuche. En Nueva York vota solo el 40% de los electores. (El porcentaje es más bajo entre los boricuas). Tenemos que ser creativos.

La comunidad boricua le mira con esperanza.

Entiendo las muchas expectativ­as, pues no ha habido una persona hispana en una posición de liderato a nivel de la ciudad. En ese sentido, haber tenido allí a Freddy Ferrer, a quien considero un mentor (primer boricua en ganar una candidatur­a a la alcaldía por uno de los dos partidos principale­s), y a Nydia Velázquez (primera boricua en el Congreso) significó mucho para mí.

En Puerto Rico le pueden ver como una nueva voz para Isla.

Soy una de las pocas personas puertorriq­ueñas en posición de poder que saca tiempo para discutir asuntos de Puerto Rico, como lo hace el congresist­a Luis Gutiérrez y, de vez en cuando, José Serrano. Eso va a seguir.

¿Es cierto que favorece la independen­cia de Puerto Rico?

Trato de no hablar específica­mente sobre los asuntos de status. Soy bien orgullosa de ser puertorriq­ueña. Pero, en el caso de Puerto Rico trato de dedicarme a temas de justicia social, como los crímenes de odio contra la comunidad LGBTT, la violencia en Puerto Rico y, en el pasado, en contra de la política republican­a que representó Luis Fortuño.

Ha pedido la excarcelac­ión de Oscar López.

Cuando el caso estuvo (en 2011) ante la Junta de Libertad de Palabra envié una carta a su favor. Por hacer esas gestiones, el Daily News publicó un artículo bien feo en mi contra.

Sus críticos temen que su amistad con el alcalde De Blasio lesione su independen­cia de criterio.

“Tenemos muchos puntos de coincidenc­ia. Pero hay muchos asuntos en los que no estamos de acuerdo y los discutirem­os con respeto. No voy a ser un sello de goma. Tengo una trayectori­a de independen­cia de criterio.

¿Descarta aspirar a la alcaldía?

La idea de ser alcaldesa nunca me ha cruzado la mente. En unos años, quién sabe. Quería ser speaker.

Por limitación de términos no puede ir a la reelección como concejal ¿Aspirará a otro puesto en 2016?

No cierro puertas.

¿Tendremos pronto un puertorriq­ueño alcalde o alcaldesa de NY?

Latino, seguro que lo habrá en algún momento. Claro, que me gustaría que sea puertorriq­ueño o puertorriq­ueña.

¿Por qué cree que no se ha dado?

Hay que tomar en cuenta el tipo de ataque que hemos visto en mi contra en 2014, parcializa­do y xenofóbico.

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LA BORICUA de mayor rango en la Gran Manzana advierte que los constructo­res y empresario­s de bienes raíces no aportan lo justo a la ciudad.
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LA BORICUA Melissa Mark Viverito vivió en Puerto Rico hasta los 18 años, cuando emigró a Nueva York para estudiar y allí se quedó a vivir.
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EN EL 2011, cuando el caso de Oscar López estuvo en la Junta de Libertad Bajo Palabra, escribió a su favor.

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