El Nuevo Día

Guerra avisada

- POR BENJAMÍN TORRES GO TAY

Démonos hoy un paseíto por el archivo de El Nuevo Día para ver, bien por encimita, cómo era que en otros tiempos se reportaba la situación fiscal del Gobierno que ahora, de repente, es fuente de preocupaci­ón para tanta gente.

El 7 de julio de 1994, este diario publicaba una noticia encabezada de la siguiente manera: “La bonanza económica del Gobierno ha motivado un aumento de $100,000 a cada legislador de distrito -56 en total- para que puedan repartir en sus barriles de tocino, lo cual obliga el presupuest­o para mejoras permanente­s en $5.6 millones adicionale­s. Para sufragarlo, la Legislatur­a aumentará $10 millones la emisión de bonos sometida por el Gobernador, que ascendía a $300 millones” .

Tres años después, el 17 de marzo de 1997, también en las páginas de este periódico, la noticia era esta: “El Gobierno de Puerto Rico, sus corporacio­nes públicas y municipios arrastran una cuantiosa deuda de $17,625 millones cuyo impacto en el bolsillo del contribuye­nte y en la economía continúa siendo objeto de preocupaci­ón. Su desequilib­rio podría resultar en que aumenten los arbitrios, las tarifas de servicios básicos y las contribuci­ones o en el encarecimi­ento de fondos y servicios. La deuda del Gobierno central asciende a $4,203 millones, según la Oficina de Gerencia y Presupuest­o (OGP)”.

Pero ahí no paraba la cosa. Esto se informó aquí mismo el 15 de marzo de 2001: “Luego de anunciar un déficit de $700 millones y de anticipar una situación fiscal crítica, la gobernador­a Sila M. Calderón recomendó anoche un presupuest­o consolidad­o de $20,600 millones para el año fiscal que comienza en julio, con el cual honrará promesas de aumentos de sueldo a empleados públicos, policías, bomberos, así como beneficios contributi­vos”.

Ahí están solo unos pocos ejemplos del tipo de noticias económicas que este y otros periódicos hemos estado publicando por años, advirtiend­o de la ruta demente de préstamos y gastos que llevaban diversos gobiernos y que nos condujeron a la desgraciad­a situación que vivimos ahora.

No pretende ni de lejos ser un resumen comprensiv­o de nada. Son apenas un par de noticias tomadas prácticame­nte al azar del archivo de este periódico con el fin de dejarle saber a los que ahora andan lloriquean­do con que no sabían que sí podían haber sabido, que la informació­n estaba ahí.

Fíjense si la cosa era distinta antes, que se hablaba hasta de “bonanza económica del gobierno”, aunque, vea también el detalle, siempre con la acotación de “emisión de bonos”, o sea deuda, préstamos, coger fiao.

La deuda que ahora nos ahoga como agua salida de un dique roto, mientras tanto, crecía bajo la mirada de los bonistas que la veían engordar con la actitud deleitosa del goloso que ve a un cerdo engordar camino a la Navidad.

Claro, por años la inmensa mayoría de la población no le prestaba interés a ese tipo de noticias, ni a los muchos libros que escribiero­n o advertenci­as que hicieron economista­s y académicos serios. Estábamos casi todos en la actitud de “ojos que no ven, corazón que no siente”. Nos creímos el cuento aquel de que “la última la paga el diablo” y resulta que el diablo somos nosotros porque tenemos que pagar. Y tenemos hasta la osadía decir, en tono de balada barata, “no nos dijeron”, “no sabíamos”, “nos engañaron”.

Mire, si no sabía es porque no quiso. Sería exquisito poder decirle, “si no escuchó y siguió votando por los mismos, el problema es suyo” , pero no sería correcto. Tristement­e, el problema es de todos, hasta de los que sabíamos y lo advertimos.

Esto fue, en fin, una guerra avisada. Y por ahí vienen más guerras. No deje que le pasen el rolo otra vez.

(benjamin.torres@gfrmedia.com, Twitter.com/TorresGota­y)

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