En su mundo natural Juan Manuel Álamo encuentra su mejor expresión en la marimba
CIDRA - Esa sensación mágica o flechazo que provoca la súbita atracción por otra persona y que en el lenguaje pasional se conoce como amor a primera vista es comparable a lo que experimentó Juan Manuel Álamo en su primer encuentro con la marimba.
Era el 1994 cuando entró a la escuela Libre de Música en Caguas con la expectativa de llegar al Conservatorio de Música de Puerto Rico.
“El profesor de entonces de la escuela, José Raúl Torres, me dijo que tenía que aprender a tocar la marimba al igual que los otros instrumentos para prepararme para entrar al Conservatorio de Música. Yo no sabía lo que era una marimba, pero me enseñó, la tocó para mí y fue como amor a primera vista. Hubo una conexión con el instrumento y comencé a estudiarlo”, detalla.
Juan Manuel Álamo, de 35 años, hace el relato de sus orígenes en la música desde la sala de la casa de sus padres en el barrio Rabanal en Cidra. Ese espacio familiar donde se refugia todas las navidades está invadido por una impresionante marimba que le prestó un amigo.
“Mi papá tenía una colección de discos y me llevaban a ver a El Gran Combo de Puerto Rico y desde que vi ese grupo dije que quería ser músico, y lo que quería era tocar timbales, y todavía los toco, pero hasta que llegué a este instrumento”, prosigue el hijo de Manuel Álamo y Carmen Santos. “Creo que la conexión viene porque todavía es un instrumento de percusión, puedo tocar ritmo, pero puedo tocar melodía, es lo mejor de dos mundos”, afirma.
Desde su primer encuentro con la marimba, ha tenido dos mudanzas, de Puerto Rico a Texas y de allí a Carolina del Norte; logró una maestría y doctorado en percusión de la Universidad del Norte de Texas, se casó con Cristina y consiguió trabajo como profesor en la Universidad de Carolina del Norte en Chapell Hill.
Álamo no es el único marimbista boricua. Lo antecedió Orlando Cotto, con quien ha colaborado en producciones discográficas. “Nosotros dos somos básicamente los únicos que hemos decidido hacer una carrera con el instrumento”, destaca con un tono de voz bajo y pausado.
El sonido melodioso de la marimba contrasta con su gran tamaño. Sin precisar medidas ni peso (estima que sobrepasa las 200 libras), el instrumentista advierte que cada una es distinta en el tamaño de las teclas, lo que complica cada vez su ejecución.
Mas la dificultad mayor está en desarrollar una “memoria” en las manos que logre un perfecto movimiento de dedos y baquetas para tocar las notas musicales.
“Desde que comencé a acomodarme las baquetas en las manos y la idea de tener dos baquetas en cada mano para mi era como estar en casa”, precisa el marimbista, cuyo estilo se abre mucho a la improvisación.
“Este instrumento, aunque es uno folclórico, en los últimos años la gente, a la cañona, lo han convertido en un instrumento clásico y desde que comencé a estudiarlo, siempre tuve la inquietud de integrar la música popular y el jazz y estando en una escuela como la Universidad de North Texas, donde se estudia el jazz, era lógico para mi comenzar a estudiar improvisación y combinarlo con los conceptos de música clásica, popular y tropical que yo ya tenía”, relata.
En su trayectoria de 10 años, Álamo grabó un disco, Remembrance en el 2007, y actualmente trabaja en un segundo proyecto que saldrá al mercado como Marimjazzia . Su repertorio será un reflejo de su definición como músico, al fusionar la bomba, la samba, la guajira y el jazz.
La primera semana de febrero este percusionista será la representación puertorriqueña en el Festival Internacional de Vibráfono y Marimba en Lima, Perú, donde presentará su obra musical y ofrecerá talleres a estudiantes.
Será la primera vez que lo reciban en esa tarima internacional, algo que, con humildad, lamenta que no ha ocurrido aquí, en su patria.