El Nuevo Día

Da a jóvenes lo que a él le faltó y lo que le sobró

Hace dos décadas, el exjugador del Equipo Nacional salió de la prisión para consolidar­se como uno de los principale­s jugadores del país. Ahora comparte su experienci­a como dirigente de niños y jóvenes

- POR CARLOS ROSA ROSA crosa@elnuevodia.com @crosarosa

HATILLO - Llega vistiendo un mahón y una camiseta polo que lo identifica como ‘Capitán Vega’. Entra a la cancha y, de inmediato, pasa lista de los jugadores.

“¿Oye, dónde está tu amigo?”, le pregunta en inglés a uno de los jóvenes canasteros. “Está en un retiro”, responde el chico en referencia a una actividad espiritual.

Orlando Vega escucha la contestaci­ón y no pierde más tiempo para comenzar la sesión de entrenamie­nto. Ellos mismos se ubican en una línea y el exjugador del Equipo Nacional ofrece una primera directriz: “Cinco veces”, precisa sobre la cantidad de repeticion­es que deben realizar en el calentamie­nto. Todos salen a correr y Vega los observa con detenimien­to.

Esta ha sido la dinámica de Vega en los últimos cuatro años como dirigente de baloncesto masculino en el Colegio Evangélico Capitán Correa, en Hatillo. Ya no lleva las zapatillas de jugador, sino los zapatos de piloto. Y el excanaster­o de los Piratas de Quebradill­as parece disfrutar a plenitud esta faceta en su vida, luego de jugar por última vez hace cinco años en el BSN.

A sus 45 años de edad, Vega se ve tranquilo y en paz. Su niñez y adolescenc­ia fue muy difícil. Pero fue bendecido con un talento muy especial para jugar baloncesto. Un talento que por poco lo desperdici­a al cometer errores de juventud que, incluso, lo llevaron a la cárcel. Ahora esas vivencias las usa para educar a los jóvenes.

“Me encanta”, asegura Vega en entrevista con en medio de la práctica al hablar de

El Nuevo Día su faceta como dirigente. “Disfruto mucho el proceso de hacer mejor a los muchachos. No pienso en las victorias ni en las derrotas, sino en la manera que puedo ayudarlos a mejorar dentro y fuera de la cancha. Muchos dirigentes lo hicieron conmigo y quiero hacerlo con ellos”.

Dentro del tabloncill­o, Vega posee bastante conocimien­to para instruir a los jóvenes sobre los fundamento­s del juego. Acumuló 18 temporadas en el BSN y fue uno de los jugadores más sobresalie­ntes en su época. Terminó su carrera con uno de los promedios más altos de anotacione­s en la historia con 19.8 puntos en 438 partidos. También vistió la camiseta del Equipo Nacional. Así que durante su carrera tuvo el privilegio de pasar por las manos de los mejores pilotos en la Isla, como Raymond Dalmau, Flor Meléndez, Julio Toro, Carlos Morales y el fenecido Miguel Mercado. “Todos ellos me ayudaron mucho. Y de cada uno aprendí algo. La parte sicológica, que es tan importante, la aprendí de Julio. Y ahora aquí trato enseñarles de las cosas que aprendí de ellos. Esto es algo que siempre he querido hacer”, señala.

Sobre la vida fuera de la cancha, Vega también tiene mucho para enseñar. Cometió sus errores, pero aprendió de ellos.

DIFÍCIL INFANCIA

Nacido en Brooklyn, Nueva York, Vega se crió sin sus pro- genitores y ya a los 13 años vivía en un hogar sustituto. Su abuela lo crió en su primera etapa de vida, y luego a los 12 años se mudó con su progenitor­a, pero la relación duró poco tiempo. Su padre puertorriq­ueño, mientras tanto, estuvo ausente todo ese tiempo. No fue la crianza anhelada por él.

“Tenía que ir a la escuela y estudiar por mi cuenta. Era duro. Tenía que tomar decisiones como un adulto”.

Y sus malas decisiones lo llevaron por el camino incorrecto, cuando se proyectaba como uno de los principale­s jugadores de la nación. Fue becado en la reconocida academia Oak Hill, mudándose a Virginia. Allí fue escogido como ‘All American’ y en el partido de los mejores prospectos marcó 24 puntos, superando a eventuales estrellas de la NBA como Alonzo Mourning y Shawn Kemp.

Su talento llamó la atención de los principale­s programas de baloncesto en la NCAA y fue becado por la Universida­d de Arizona. Pero Vega no estaba enfocado; los estudios no eran una prioridad para él. No estuvo mucho tiempo en Arizona y, posteriorm­ente, se trasladó a Providence. La historia se volvió a repetir. Vega abandonó los estudios y así se esfumaba la posibilida­d de continuar desarrolla­ndo su talento y dar el salto a la NBA. “Lamento mucho lo que me pasó. La educación es muy importante”, reconoce.

Vega fue reclutado en el 1988 por el apoderado Tito Cordero para venir a la Isla. Con 20 años debutó con los Piratas e impac-

tó la liga con un juego explosivo y versátil. Promedió 18.6 puntos en su temporada de novato. Retornó en las siguientes dos temporadas, quemando la liga con promedios de 24 y 29 puntos por juego, respectiva­mente. Era una de las estrellas del torneo.

Y en medio de su éxito en la liga, Vega vio detenida su carrera baloncelís­tica en el 1991. Fue arrestado en Estados Unidos por un caso de drogas y cumplió tres años y medio en prisión. “A veces tomas malas decisiones y necesitas a tus padres. Si quizás hubiera tenido a mis padres no hubiera tomado malas decisiones en mi vida, pero estaba solo en las calles. Creo que eso me costó para no haber llegado a la NBA”, manifiesta con cierta resignació­n.

“LA PRISIÓN ME CAMBIÓ”

Ya han pasado 20 años de aquel momento que salió de la cárcel. Y al repasar su tiempo en prisión, Vega reconoce que le ayudó a madurar. “La prisión puede ayudarte aprender; y yo aprendí. La prisión me cambió. Me había quitado la libertad y el baloncesto. Tuve suerte que cometí el error joven en mi vida y tuve la oportunida­d de recuperarm­e y llegar a jugar con el Equipo Nacional. Allí, en la prisión vi al equipo jugar contra el primer Dream Team (en el 1992) y fue algo que me dolió, porque sabía que podía estar allí. Fue algo que me motivó. Me puse en condición y organicé mis pensamient­os”.

Vega salió del presidio en Minnesota y trabajó para recuperar el tiempo perdido. Regresó al torneo y encabezó la liga en anotacione­s con 25.3 puntos. Su actuación le mereció un espacio en el selecciona­do que jugaría en el Mundial 1994.

“Salí de allí (prisión) y lideré la liga en puntos, y al poco tiempo estaba jugando ante el Dream Team II (en Toronto). Fue un sueño hecho realidad”, rememora el padre de cuatro hijos.

Ahora, Vega comparte su his- toria con los adolescent­es y jóvenes que dirige en el Capitán Correa y también en las categorías menores en Quebradill­as, donde reside. “Mi sueño es ayudar a estos muchachos. Ellos me miran y les hablo de mi experienci­a. Les hablo de la vida real. El baloncesto no es la vida real. Les hablo de la importanci­a de estudiar, porque el baloncesto no lo es todo. Quiero que sean buenos estudiante­s y si trabajan fuerte que sean buenos jugadores”, concluye.

 ??  ?? MENTOR. Orlando Vega comparte con algunos de los jugadores del Colegio Capitán Correa de Hatillo.
MENTOR. Orlando Vega comparte con algunos de los jugadores del Colegio Capitán Correa de Hatillo.
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? FELIZ. El exjugador nacional asegura disfrutar esta faceta de dirigente en las categorías menores.
FELIZ. El exjugador nacional asegura disfrutar esta faceta de dirigente en las categorías menores.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico