El Nuevo Día

La NSA y el tema del clima

Los tentáculos de la agencia de espionaje penetraron la cumbre Cop 15

- POR MATT MCGRATH BBC Mundo

LAS REVELACION­ES de Edward Snowden, el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés), dieron para todo: se usó el popular juego Angry Birds para obtener informació­n privilegia­da, se escucharon conversaci­ones de millones de ciudadanos comunes y no tan comunes, como la canciller alemana Ángela Merkel. El espionaje de la NSA no pareció tener límites.

¿Pero puede haber llegado incluso a las discusione­s sobre el calentamie­nto global, un problema que los países no se ponen de acuerdo para resolver?

Para responder a esta pregunta tenemos que regresar a diciembre de 2009. En esa ocasión, la mayoría de los presidente­s y primeros ministros se reunieron en Dinamarca para conversar y llegar a un acuerdo para intentar resolver el problema del aumento de la temperatur­a del planeta.

Pero aparenteme­nte Estados Unidos ya sabía de antemano lo que todos esos líderes pensaban cuando llegó a la reunión. La revelación la hizo un diario danés. Y explotó la bomba. Citando las revelacion­es de Snowden, la NSA estaba lista, dispuesta y con la capacidad para proveer “única y valiosa” infor- mación sobre las posiciones de los países que habían asistido a la cumbre.

Entonces se repitió la historia de la cumbre de desarme naval en 1922: Estados Unidos, gracias a sus escuchas, llegó con ventaja a las mesas de negociacio­nes que duraron dos semanas.

“Es interesant­e cuando confirmas tus temores”, le dijo a la BBC Kit Vaughan, miembro de la ONG Care Internatio­nal.

Vaughan fue una de las personas que asistieron a esas reuniones, conocidas como Cop 15, en la capital danesa.

“Todos pensamos que algo así había pasado. Pero tener la certeza fue preocupant­e”, explicó.

Además, los servicios de seguridad e inteligenc­ia del país europeo estaban supuestame­nte a cargo de que no se filtrara ninguna informació­n.

Pero la mayoría de los activistas climáticos ahora creen que estos “gran daneses” no eran más que los “perros falderos” de Estados Unidos.

“Algunos miembros de Greenpeace habían llevado a cabo una acción de protesta. Cuarenta minutos después estabámos en un bar, celebrando con algunos de ellos. Entonces llegó la policía y arrestó a varios de ellos afuera del bar”, contó Vaughan.

Y añadió: “La única manera de seguirlos era tener intercepta­dos sus teléfonos y tener acceso a las cuentas de correo electrónic­o del grupo. Todo estaba monitoread­o”.

Sin embargo, al contarle esto a un miembro de los equipos negociador­es, éste respondió: “Copenhague es demasiado pequeña. Si de repente hay 15 activistas celebrando en un bar, no va a ser secreto por mucho tiempo”, afirmó.

Este mismo funcionari­o afirmó que los daneses no les tendieron una mano a los estadounid­enses en sus actividade­s secretas de espionaje.

“De hecho, los daneses somos un poco ingenuos en este tipo de cosas”, dijo. “Nosotros no usábamos correos electrónic­os encriptado­s para determinad­os documentos, pero eso fue hace cinco años y no se sabía nada de la NSA”.

Ahora no sólo se trata de Estados Unidos, sino que también parece estar China. Pero, según Vaughan, las organizaci­ones no gubernamen­tales no se iban a quedar afuera en las calles frías de la capital danesa.

“Hay gente en las ONG y en el movimiento de la sociedad civil que está cerca de algunos cuerpos de inteligenc­ia y otras agencias de seguridad. Así es el negocio del clima, hay mucho en juego para que no estén cerca de esas institucio­nes”, explicó Vaughan.

Un elemento que agrió la atmósfera en Copenhague fue el llamado “borrador danés”: el texto del acuerdo fue suavizado por el gobierno local en un esfuerzo para que avanzaran las conversaci­ones.

Muchos activistas creyeron, entonces, que Estados Unidos se había apropiado del documento mediante la intercepta­ción de los correos electrónic­os. Nuestra fuente danesa negó el hecho, señalando que algunas agencias de noticias obtuvieron una copia del borrador dos semanas antes de que la conferenci­a comenzara.

“Ni todas las agencias de espionaje del mundo juntas hubieran conseguido que los países llegaran a un acuerdo”, dijo.

“La mayoría sabemos que el nudo gordiano del asunto radicó en que China nunca aceptaría un acuerdo que omitiera el Protocolo de Kyoto y que Estados Unidos nunca aceptaría uno que lo incluyera. Todo el mundo sabía que eso iba a pasar”, añadió.

Pero más allá del espionaje y del fracaso de las reuniones hasta el momento, existe un pequeño consuelo para aquellos que creen que un tratado global y jurídicame­nte universal es la única forma de luchar contra el cambio climático.

Un entendimie­nto de algún tipo parece en camino. Por una extraña razón, el “proceso de negociacio­nes zombie” marcha hacia adelante.

Habrá que esperar a la cumbre de París en 2015.

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LOS ARRESTOS de activistas en la cumbre de Dinamarca en 2009 cobra otro matiz a raíz de las revelacion­es de Edward Snowden sobre las actividade­s de la agencia: “todo estaba monitoread­o” en una reunión a la que los EE.UU. llegó con la ventaja de saber...

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