Se nos hunde el bote
TUVE LA oportunidad de visitar Puerto Rico de forma inesperada ante la condición de salud que presentó mi padre. A Dios gracias por su rápido proceso de recuperación. Con ello coincidió la terrible noticia de la degradación del crédito de Puerto Rico a lo que ya es motivo de prédicas... La desvirtuada palabra “chatarra”.
La degradación del crédito boricua para nada es un ataque personal, racial o anticristiano contra el ciudadano puertorriqueño. Es la culminación de décadas de malbaratar dinero por administraciones que nosotros, los puertorriqueños hemos puesto al poder. Es precisamente esa conducta pasional que nubla nuestro juicio e incurrimos al mecanismo emocional inmaduro de señalar y no asumir la responsabilidad que nos corresponde. A pesar de todo, es una democracia donde el pueblo elige quien dirige el país.
Por esa naturaleza pasional es que rajamos la papeleta y hace- mos una cruz debajo de la Pava o la Palma, sin importar cuántos mediocres “cogen pon” por gritar dos o tres epítetos trillados, sin sentido. Porque tal parece que todo aquel que se peine de lado, use espejuelos, tenga un título profesional, luzca decente en traje y corbata se le confiere automáticamente la potestad de ser un potencial candidato a dirigir el País. Esto se consolida cuando es capaz de gritar las mismas consignas que por décadas otros repiten y animan las masas a una histeria colectiva.
En fin, la solución no estriba en señalar a otros y no asumir nuestra responsabilidad. Mientras sigamos interpretando la realidad a nuestra conveniencia, sin madurez y con tanta pasión, seguiremos en este bote sin rumbo.
La gran diferencia a otras situaciones similares es que este “bote” tiene un orificio difícil de tapar y se está hundiendo.
WILLIAM FÉLIX-RODRÍGUEZ, MD