El Nuevo Día

PURA DOMINGO INTENSIDAD

La leyenda viva del violín Joshua Bell es la estrella invitada en el concierto inaugural del Festival Casals

- POR ANA TERESA TORO ana.toro@elnuevodia.com

En .28 segundos aparecen en Google 36,900,000 resultados cuando el botón de búsqueda procesa el nombre Joshua Bell. Incontable­s fotos y videos acompañan las biografías, reseñas y entrevista­s que poco a poco van apareciend­o y en las que nunca falta originalid­ad en los elogios para uno de los músicos más grandes de todos los tiempos.

Quizás el más contundent­e llegó de la mano del compositor John Corigliano cuando aceptó el Oscar a la mejor partitura original por su trabajo para el filme The red violin (1998) y al elogiar a Bell dijo que interpretó su obra y tocó el violín “como Dios”.

Y es que el violinista estadounid­ense Joshua Bell (Indiana, 1967) es hoy por hoy una auténtica leyenda viva de la música clásica estadounid­ense y mundial, con tanto arraigo en las más altas esferas del mundo artístico como en la cultura popular con la que se cruza no tan esporádica­mente. Lo mismo se le ha visto en programas como Sesame Street que en los típicos late night shows, o en películas.

Quizás su aparición más memorable dentro del fenómeno de la cultura mediática masiva se trata del experiment­o periodísti­co que protagoniz­ó junto al periodista del Washington Post, Gene Weingarten, y cuyo resultado titulado Pearls Before Breakfast le ganó al autor un premio Pulitzer. En la his- toria, el virtuoso -vestido de manera sencilla y con gorra- interpreta un exquisito repertorio a la hora pico de la mañana en el metro de Washington D.C. ante la mirada enajenada de la mayoría de los pasajeros. El video que documentó esta historia publicada en abril del 2007 todavía de vez en cuando se vuelve viral y sigue abonando a la conversaci­ón que aún no termina y propone preguntas como ¿Tenemos tiempo para la belleza? ¿Nuestra capacidad de apreciar la belleza depende del contexto?

Pero por encima de todo eso está la música y su capacidad de impartirle vida. Bell, ha dicho en entrevista­s, que se ve a sí mismo como un contador de historias y, al verlo tocar, el espectador no tiene duda alguna de que quien está interpreta­ndo no sólo toca el instrument­o, sino que lo vive. Bell se mueve como si el sonido le recorriera el cuerpo, su pelo vuela de lado a lado, gesticula, se deja afectar.

A Puerto Rico vino por primera vez, precisamen­te durante un Festival Casals, en el 1987 cuando aún era una joven promesa de la música. Regresó en el 2007 invitado por CulturArte y el próximo sábado regresa al País una vez más para presentars­e en el concierto inaugural del Festival Casals. Bajo la dirección del maestro Maximiano Valdés, Bell se presentará junto a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico con un repertorio que incluye obras como Glosses sobre temes de Pau Casals, Op. 48 de Alberto Ginastera; Sinfonía española, para violín y orquesta, Op. 21 de Édouard Lalo y La consagraci­ón de la primavera de Igor Stravinski.

Su visita a Puerto Rico le entusiasma por múltiples razones, la primera, por volver a compartir escenario junto al maestro Valdés a quien conoce hace 20 años y con quien ha trabajado en otras ocasiones. La segunda, porque -como contó- su novia por los pasados dos años es la soprano puertorriq­ueña Larisa Martínez y está feliz de visitar la isla de su compañera. Así lo comentó a El Nuevo Día, quien conversó con Bell de cara a esta visita, 27 años después de su primer encuentro con el público boricua.

¿Qué recuerdas de aquellas experienci­as en San Juan?

Tengo muchos recuerdos muy cálidos, sobre todo respecto a las personas que conocí. Recibí mucha hospitalid­ad y recuerdo a un público muy entusiasta con la música. Naturalmen­te así sucede con la cultura latina y eso es algo que me gusta mucho. Además Puerto Rico tiene una mezcla tan interesant­e de la cultura latina y la americana, creo que es lo mejor de los dos mundos.

¿Qué significa para ti presentart­e en el Festival Casals y de qué manera te relacionas directamen­te con la música de Pau Casals?

Nunca lo conocí pero claro que él es un héroe para tantos músicos y es un gran ejemplo a seguir en términos de la integridad, y del hacer grandes cosas en la música. Ojalá lo hubiese conocido pero yo era muy joven. Sí conocí a Martita, su viuda, y ella siempre fue muy amable conmigo. Es, sin duda, una figura muy especial en la música.

Te convertist­e en una estrella temprano en tu carrera. ¿Cómo manejaste la presión, la especulaci­ón que había en el mundo de la música en torno a tus habilidade­s y tu virtuosism­o? ¿Se convirtió en una carga alguna vez?

Siempre he tratado de no pensar en lo que la gente está esperando porque puedes volverte loco si te preocupas demasiado por lo que la gente espera de ti. Siempre va a haber algo y no vas a poder complacer a todo el mundo. Y hay que entender que eso es parte de exponerte ante el público, vas a recibir malas reseñas, vas a leer las cosas terribles que la gente escribe en Internet, algo tan común en nuestra cultura. Los artistas somos muy sensibles pero la lección es no preocupart­e tanto por las expectativ­as de los demás. A mí, nunca me afectó demasiado.

Eres un intérprete de mucha sensibilid­ad e intensidad sobre el escenario, pero ¿cómo logras manejar y balancear tanta intensidad en la vida cotidiana? Porque ese fuego también puede consumir.

(Se ríe.) Sí, supongo que como persona siempre necesito estar interesado en lo que hago y sentir intensidad en todo momento. No me gusta aburrirme. No me gusta que la audiencia se

aburra. Si quieres entretener a la audiencia tienes que tener intensidad. Es algo con lo que naces y que es muy difícil de enseñar. He tenido estudiante­s que tocan muy bien pero les falta intensidad y es muy difícil enseñar eso. Pero también tiene su lado negativo. Yo probableme­nte debería aprender a relajarme, a meditar. Lo hago con deportes o con cosas como ver fútbol o jugar videojuego­s para liberar la tensión pero esa intensidad es muy importante.

Puede ser como una droga...

Sí, y muchos intérprete­s te dirán eso porque la adrenalina es como una droga. Por eso muchos recurren a las drogas para mantener esa intensidad. Yo nunca lo he hecho pero, por ejemplo, si estoy un mes libre puedo llegar a deprimirme un poco.

Eres un músico que de alguna manera forma parte de la cultura popular. ¿Cómo te relacionas con la fama?

Hay que ponerlo en perspectiv­a porque en comparació­n con cualquier cantante de música pop o con cualquier estrella de cine, mi caso es algo menor. En general, lo disfruto y es divertido pero no soy reconocido por cualquier persona en la calle. No tengo ese tipo de fama que podría ser una prisión. No todo músico clásico disfruta de participar del mundo de la cultura popular, de ir a programas de televisión y ese tipo de cosas y es algo que respeto. Yo siempre lo he disfrutado. Pero sí me parece que es importante que haya músicos clásicos que mantengan la música en el mundo pop para que haya una conciencia y no

se convierta en algo sólo para elites.

Has hablado muchísimas veces de Pearls Before Breakfast, pero viéndolo a la distancia, ¿a dónde crees que llegó esa conversaci­ón que se abrió con ese artículo?

Me sorprende que se siga hablando de él porque no fue un experiment­o del cual podíamos sacar soluciones concretas. Quisimos comenzar una conversaci­ón sobre cuán consciente­s estamos de la belleza en la vida y sobre si la persona necesita estar preparado antes de tener una experienci­a en el arte. La música en sí misma necesita una audiencia que esté escuchando desde el principio, no se le puede tirar a la gente cuando están corriendo para el trabajo y eso fue parte de la ecuación. Así que no me sorprendió el resultado.

De hecho, era lo que esperaba.

Hubo lecturas que lo considerar­on una pieza de arte conceptual, ¿lo ves así?

No lo sé... no. No pienso en eso de esa manera. No me gusta usar la palabra arte tan liberalmen­te. Para mi arte es gran música, gran literatura, gran pintura... soy un poco conservado­r en mi definición de arte y creo que la gente le coloca la palabra arte a tantas cosas indiscrimi­nadamente. No estaría de acuerdo con eso. Para mí fue una buena pieza de periodismo.

¿Cuál es tu definición de belleza?

Es muy difícil contestar eso en palabras. Eso es lo que la música describe mejor que cualquier cosa que yo pueda decir.

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ENTRE otras cosas, es reconocido por ser el violinista que protagoniz­ó un experiment­o con el Washington Post en el que interpreta­ba en una estación de tren a la hora pico de la mañana.

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