Celebración con aroma a café
Ayer culminó la celebración típica de Maricao
MARICAO – El amor por la tierra, el café y la cultura es denominador común entre caficultores, artesanos, agricultores y quienes mantienen viva la Fiesta del Acabe de Café, que con una asistencia global de 200,000 personas este fin de semana tuvo su edición número 36.
Esa pasión por la semilla del cafeto movió a Miguel Ángel Ortiz y a su familia a desarrollar Café La Torre (tostado en leña y lanzado comercialmente en el 2006) y motivó a Juan José Pons a rescatar la Hacienda Buena Vista de Lares para convertirla en Hacienda Pons, cuna de su Café Bartolo.
Como evidencia del sentimiento que los une a la tierra, ambos bautizaron sus marcas con los nombres de los barrios donde crecieron y donde cultivan sus granos: el barrio La Torre de Barranquitas, en el caso de Ortiz, y el barrio Bartolo de Lares, en el caso de Pons.
“Café La Torre nace porque tengo una hija que se fue a Estados Unidos a hacer su doctorado y se queda en Texas, trabajando en la Shell, y la señora mía va a visitarla y yo le envío un poquito de café tostado con leña, y de ahí es que sale la idea”, recordó Ortiz. Luego su otra hija, que es artista, creó la pintura que le sirve de logo, y su hijo lo ayudó a diseñar el tostador.
Mientras, Pons contó que fue su abuelo, Pedro Pons, quien en 1937 tomó las riendas de la hacienda, luego su padre, hasta que hace tres años la administra él, procesando granos de café arábigo cultivados por más de 100 agricultores a 2,000 pies de altura en montañas entre Lares, Adjuntas, Maricao y Yauco.
Al amor por su historia se debe también el que maricaeños como Damaris Beauchamp, quien lleva 20 años vinculada a la organización del evento, revivan cada febrero la fiesta que los hacendados solían hacer para premiar el trabajo de sus empleados. Hoy día, el festejo sirve de plataforma para cientos de obreros de la cultura. “Nos distingue nuestro mercado agrícola, tenemos sobre 300 artesanos exhibiendo sus trabajos (...) y este año tenemos unas 20 marcas de café”, mencionó.
Otros que, aunque no cultivan café, también viven de mantener viva la cultura y estaban en la Fiesta de Acabe son José Hernández y su esposa Carmen Soto, de San Sebastián. Él aprendió, de su abuelo y de su padre, a tejer hamacas cuando tenía siete años. Tras décadas trabajando para instituciones privadas en Estados Unidos y Puerto Rico, quedó desempleado y recurrió a su arte para vivir. Se lo ha transmitido a su esposa y a su hija, que sabe cómo hacer hamacas desde que tenía 13 años. “Es un rescate de nuestra cultura”, recalcó Soto.
Dos de los artesanos premiados este año, Ángel Pagán Cardona, de Lares, y Sarah Maldonado Mejía, de Adjuntas, mostraron orgullosos sus obras. La de él constaba de una enorme taza hecha en una sola pieza de caoba junto a la es- cultura de una jibarita que colaba café. Maldonado Mejía ganó en medio mixto por su placa de pared en madera, con una estampa de la típica casa de campo pintada en acrílico sobre lienzo frente a la cual reposaba una taza moldeada a mano en barro y colocada sobre una tablilla de madera.
Con una asistencia que ayer debió rondar las 40,000 personas, según Pablo Ortiz, director de Manejo de Emergencias municipal, la celebración culminó anoche con la música de Andrés Jiménez y Fernando Sanabria.