chu chazo
MUCHOS JÓVENES quisieran estar en su piel, perfumada de fama, dinero y popular además entre las féminas que peinan belleza y glamour en todo su cuerpo; pero en los pasados meses, para su infortunio, no ha podido escapar ileso de la prensa que se hace llamar del corazón y a veces es tan despiadada que parece no tener el alma muy blanca al teñirla con el rojo del sensacionalismo porque sabe que existe una clientela televisiva cautiva que le encanta conocer las intimidades de los famosos.
José Juan Barea Mora, hijo predilecto de Mayagüez, es el único atleta puertorriqueño en la actualidad que es hostigado por los periodistas que hacen del chisme su pan diario cada vez que visita su patria de vacaciones, cortas o largas, ya que está residenciado en Minnesota por jugar con los Timberwolves de la NBA.
El viernes pasado, por ejemplo, prácticamente fue acorralado en el aeropuerto LMM cuando fue a recoger a su ¿amiga-compañera-novia? Viviana Ortiz, procedente de México, pero lució enojado y se negó a responder al programa Lo Sé Todo, que está dando mucha candela en el mundillo farandulero por su agresividad y sus notas exclusivas, emulando bastante a su predecesora: La Comay, pícara, traviesa y siempre con escarnio y mala leche.
Pues bien, Barea está cosechando lo que sembró en su relación amorosa con Zuleika Rivera, ya que ambos hicieron de Twitter su vitrina oficial, soltando a cada rato detalles de su comunión romántica que al principio eran, claro, radiantes de felicidad; y también mostraron fotos que afirmaban su éxtasis amoroso.
O sea, que la ex Miss Universe y el exitoso baloncestista optaron por exponerse al mundo, incluso cuando nació su hijo Sebastián José; pero vino luego un rompimiento tumultuoso que desencadenó oleadas de noticias, en su mayoría negativa para él porque ella se vendió como víctima de su supuesta infidelidad con otras mujeres bellísimas, que ahora se centra en VO, otra preciosidad, pero más a nivel local.
En el pasado, que conste, Barea ha sido muy cortés con los reporteros de la chismografía, pero últimamente ha halado el gatillo de la indignación porque le hacen sombra si va a la playa, a una discoteca, a un restaurante y hasta cerca de su apartamiento en Isla Verde.
Creo que debería haber una pausa, sin llegar tampoco a tregua, que le garantice cierta privacidad aunque sea figura pública: así no tendría que yo estar escribiendo sobre esta mierda y sí solo de su carrera deportiva; y ojalá que no caiga en la desesperación y decida mudarse de su eterna novia: la Isla del Encanto,,,