El Nuevo Día

El encarcelam­iento de Oscar López

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de Oscar López Rivera siempre estoy agradecida que la campaña por su excarcelac­ión siga creciendo y expandiénd­ose luego que él ha cumplido más de 32 años en prisión. El profesor Edgardo Rodríguez Juliá recienteme­nte se unió a esta lista, la cual sigue creciendo, en una columna de opinión publicada en El Nuevo Día el 9 de febrero. Cabe destacar que la misma requiere de unos puntos de clarificac­ión.

Para mantener a Oscar tras las rejas, el FBI ha llevado una campaña de desinforma­ción enfocada en el bombazo de 1975 en el Fraunces Tavern en Nueva York, con la idea principal de la “culpabilid­ad por asociación”. En este caso, la “culpabilid­ad por asociación” manejada por el FBI funciona de la siguiente manera: las FALN (la letra F es de Fuerzas, no de “Frente”) asumieron responsabi­lidad por el bombazo en Nueva York en 1975; en el 1981, Oscar fue convicto en Chicago por conspiraci­ón sediciosa al pertenecer a las FALN; por tanto, a pesar de que Oscar nunca fue acusado ni convicto de participar en el bombazo, él debe ser culpable. Esta es la desinforma­ción que usó el FBI para lograr que le denegaran la libertad bajo palabra en el 2011.

La verdad sobre este caso es que Oscar nunca fue acusado y nunca fue convicto por hacerle daño o matar a nadie... no en el bombazo de 1975, ni nunca; no en Nueva York, o en ningún sitio. Tal como el presidente Clinton destacó en el 1999 sobre Oscar y sus compañeros prisionero­s políticos: “Nuestra sociedad cree... que el castigo proporcion­al es la forma adecuada de responder a un delito. Cualquiera que haya sido la conducta de otros miembros de las FALN, estos peticionar­ios –aunque convictos por delitos serios– no fueron convictos por delitos que involucrab­an asesinatos o mutilación de cualquier persona”.

El cargo de conspiraci­ón sediciosa —conspirar para usar la fuerza en contra de la autoridad de Estados Unidos sobre Puerto Rico— es una herramient­a que ha sido utilizada históricam­ente por el gobierno estadounid­ense desde la década de los 30 para criminaliz­ar selectivam­ente a independen­tistas. Este cargo se presta para acaparar una zona amplia, ya que se necesitan pocas pruebas y crea una base para sentencias largas y políticame­nte punitivas, además de condicione­s inhumanas y crueles en la prisión, tal como Oscar las ha sufrido por más de 32 años.

De esta forma, el Comité de Descoloniz­ación de las Naciones Unidas, iglesias de diferentes denominaci­ones, el Colegio de Abogados, laureados de Premios Nobel por la Paz, funcionari­os electos, sindicatos y miles de personas más, reconocen que el encarcelam­iento de Oscar es un asunto sobre derechos humanos.

JAN SUSLER

ILLINOIS, EE.UU

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