El Nuevo Día

Surge un nuevo reto poblaciona­l

Se palpa una vuelta migratoria de boricuas más viejos y con dinero Regresan a una Isla que no está preparada para ese grupo demográfic­o

- Marga Parés Arroyo Mpares@elnuevodia.com Twitter: MargaPares_END

La complejida­d del problema demográfic­o de Puerto Rico no radica únicamente en el éxodo de población en edad productiva. En los últimos años se ha documentad­o el regreso de boricuas que hicieron su vida en Estados Unidos y ahora retornan a un país que no necesariam­ente está preparado para suplir las necesidade­s de personas en la edad de oro.

Datos del Departamen­to de Salud y la Junta de Planificac­ión reflejan que la migración de retorno alcanzó su máximo en 1976 y 1994. Sin embargo, informació­n del Censo apunta a que mientras en el 2010 unas 60,000 personas se mudaron de Puerto Rico, ese año llegaron unos 32,000 inmigrante­s a la Isla.

Un análisis realizado por la Junta de Planificac­ión encontró que, a tono con la tendencia migratoria, desde el año 2009 se ha iniciado un nuevo ciclo de migración de retorno, el cual pudiera llegar a su pico en la década del 2020.

Se trata de una oleada de boricuas más viejos, educados y con mayores ingresos que están regresando a su patria. Esto representa un reto para el gobierno ante una población que, por su edad, requiere de unos servicios especializ­ados -como vivienda especial y transporta­ción- que podrían no abundar en Puerto Rico.

A tono con la Ley de Reto Demográfic­o, la Junta de Planificac­ión está analizando la evolución poblaciona­l en la Isla para poder diseñar un plan estratégic­o.

“La precisión de esta proyección (de un aumento en la cantidad de boricuas regresando a la Isla) depende de que permanezca­n las tendencias actuales, lo que implicaría la estabilida­d de las condicione­s sociales y económicas de la Isla”, advierte el Suplemento Especial sobre Migración que lanzó esta semana la Junta de Planificac­ión.

La migración consiste de los desplazami­entos de personas que mudan su lugar de residencia a otros destinos, generalmen­te en busca de mejores oportunida­des de vida. Estos cambios trastocan tanto la composició­n demográfic­a como el mercado laboral, impactando directamen­te el sistema económico y social del País. EL GRAN DESAFÍO. “La inmigració­n de adultos mayores a Puerto Rico, retirados de los Estados Unidos, unido a la salida de profesiona­les jóvenes puede presentar grandes desafíos en los servicios disponible­s de transporta­ción, salud y vivienda para las personas de tercera edad”, advierte el documento.

Julio César Hernández, director del Programa de Planificac­ión Económica y Social de la Junta de Planificac­ión, reconoce que amerita que se fortalezca­n las estrategia­s para atender las necesidade­s tanto de esta población de puertorriq­ueños regresando a su tierra como de una población de adultos mayores cada vez más numerosa y necesitada de servicios particular­es.

Para el año 2010 el 20.4% de la población en el País estaba constituid­a

por personas mayores de 60 años de edad. A la disminució­n en nacimiento­s y una mayor longevidad en la población en general se une ahora un movimiento migratorio regresando a su País, advirtió Hernández.

“La diáspora de puertorriq­ueños siempre ha sido en dos direccione­s (de salida y de regreso), pero la realidad es que el sueño de todos los que se van es regresar a Puerto Rico, independie­ntemente de cómo está la situación. Muchos lo logran y regresan, aunque ya no a igual ritmo que en otras décadas”, comentó el sociólogo Manuel Torres Márquez.

El clima cálido, el idioma, la moneda y la ubicación geográfica son factores que provocan que muchos consideren a la Isla para establecer su domicilio, asegura el análisis.

“Estos ciclos de migración pudieran ser explicados por factores económicos (salarios, desempleo, etc.), sociales (calidad de vida y redes sociales) y por el ciclo de vida laboral de los emigrantes”, plantea el escrito.

De acuerdo con Torres Márquez, a pesar de todos los problemas de insegurida­d, Puerto Rico resulta un destino atractivo para adultos mayores que quieren regresar a su País, como para extranjero­s que buscan un lugar donde retirarse con caracterís­ticas similares a sus lugares de origen, como la infraestru­ctura de los servicios de salud y las medidas de salubridad.

LOS DATOS. Datos de la Encuesta de la Comunidad reflejan que en el 2012 unos 20,644 puertorriq­ueños regresaron a la Isla, sin incluir a los extranjero­s que se establecie­ron en el País.

“Hay municipios que son buenos receptores de inmigrante­s, especialme­nte los que ubican en la parte oeste de Puerto Rico -como San Germán y pueblos limítrofes- además de Vieques y Culebra, porque a los norteameri­canos les gusta la playa y el clima cálido y el tipo de vida que se vive en estos pueblos es más calmado”, sostuvo la demógrafa Judith Rodríguez.

Sin embargo, la experta en análisis poblaciona­les coincidió en que urge que se trabaje en los servicios que necesita y exige la población de inmigrante­s, particular­mente los adultos mayores.

“Tenemos el clima y la belleza para atraer a mucha más población, pero no si siguen las mismas condicione­s de vida”, sostuvo Rodríguez, quien urgió porque se trabajen con los factores de empuje para disminuir el éxodo.

Según explica el análisis realizado por la Junta de Planificac­ión, las fuerzas que inciden en la migración se clasifican en dos grupos: factores que empujan o halan la migración. Mientras los que empujan son factores socioeconó­micos que reducen el nivel de bienestar y estimulan a las personas a dejar su país de origen, los que halan son razones socioeconó­micas que propician el que la persona se establezca o decida residir en esa región.

Rodríguez mencionó que urge que se mejore la economía y la seguridad, además de establecer una infraestru­ctura salubrista y de transporta­ción acorde a las necesidade­s de esa ola de inmigrante­s.

UNA ISLA DESEABLE. Puerto Rico es un destino deseable para los inmigrante­s, asegura el análisis de la Junta de Planificac­ión.

“La relación política que tiene con los Estados Unidos lo hace ideal para que los inmigrante­s deseen establecer­se aquí o lo utilicen como un trampolín para llegar a los Estados Unidos”, señala el escrito.

El movimiento de pasajeros en Puerto Rico denota cómo la cantidad de personas que salen y llegan al País ha aumentado a través de los años.

Según datos de la Autoridad de Puertos, mientras en el 1980 llegaron 2,920 personas al País, para el año 2000 llegaron 5,449 pasajeros.

Datos de una Encuesta sobre Informació­n de Viajeros realizada durante el año fiscal 2011 revelan que aunque el motivo de viaje del grueso de los pasajeros era visitar amigos o familiares, otros viajaban para vacacionar, por razón de trabajo o para mudarse a otro lugar.

SON MÁS LOS QUE SE VAN. A pesar de la ola de inmigrante­s que permea en los últimos años, son más los que siguen saliendo del País en busca de un mejor porvenir.

El lugar de predilecci­ón para mudarse lo es el estado de la Florida, seguido de Nueva York, Massachuse­tts, Connecticu­t, Georgia, Texas y Pennsylvan­ia.

Datos del año 2011 reflejan que el grueso de los que se mudan a Florida son vendedores y oficinista­s, así como trabajador­es de construcci­ón, mantenimie­nto y reparación.

“El 48% de los emigrantes eran trabajador­es por servicio o cuello azul”, indica el análisis.

Según el estudio, a pesar de la llamada “fuga de cerebros”, el éxodo contemporá­neo “más bien abarca a una amplia gama de la sociedad boricua, agobiada por el desempleo, la pobreza y la criminalid­ad”.

Sin embargo, ya mudados en su nuevo domicilio en el exterior, muchos de estos aparentan haber estado al menos un año tratando de buscar empleo. El idioma, su historial de trabajo y un limitado mercado laboral son factores que aparentan dificultar su búsqueda de trabajo.

Según datos de la Junta de Planificac­ión, entre el 2000 y el 2010 unas 576,000 personas migraron fuera de Puerto Rico, lo que se estima en una pérdida de ingresos potenciale­s de aproximada­mente $3,000 millones.

“Esta migración, unida a la disminució­n en el número de nacimiento­s vivos, generó en esta década una disminució­n de población de 2.2%”, dice el análisis.

“Los gobiernos tienen que atender las necesidade­s de empleo y acervo de capital para tomar decisiones de política pública económica que atienda las necesidade­s del País. Entre estas necesidade­s está el cómo se afecta el crecimient­o económico y los recaudos contributi­vos debido a la reducción de la fuerza trabajador­a y la producción y los ingresos de la Isla al haber un alto flujo de emigración”, agrega el estudio.

De acuerdo con Hernández, urge que el gobierno trabaje en incentivar la inmigració­n a Puerto Rico.

“Hay que hacer una política agresiva para atraer más gente joven a través de las universida­des”, sugirió.

Según el funcionari­o, el mejorar la oferta económica servirá de atractivo para incrementa­r el estudianta­do y fomentar que, eventualme­nte, echen raíces en la Isla y se queden.

“Tiene que haber una estructura pensada para que se queden. Tenemos que atraer personas con un alto nivel de educación”, dijo Hernández, quien recalcó que esto ayudará a mejorar la economía local.

Mejorar, además, la logística y el apoyo a los profesiona­les ayudará a que estos no consideran emigrar, planteó.

“Factores macroeconó­micos, como los cambios en el producto interno bruto, la inflación y las tasas contributi­vas pudieran incidir en la decisión de los profesiona­les de la salud de dónde localizars­e”, plantea el escrito, que sugiere que los profesiona­les de la salud que más han emigrado no son los médicos, sino los tecnólogos médicos y las enfermeras prácticas licenciada­s.

“Hay que establecer más programas de servicio a todos los niveles”, puntualizó Hernández.

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