El Nuevo Día

LADRIDOS QUE AVISAN Y ASUSTAN

El trabajo del perro es ladrar pero hay formas de enseñarle a que lo haga moderadame­nte

- Texto Mónica Ferrer Especial para Por Dentro

Suena el timbre en tu casa y tu perro corre por el pasillo en actitud amenazante. Lo que muchos se preguntan es por qué lo hace si, en realidad, es un perro muy dulce. Para contestar la pregunta, tenemos que pensar como caninos, dice Eileen Proctor, experta en estilos de vida de animales, quien dice que lo mismo pasa cuando le ladra a la gente en la calle o cuando llega el cartero. Ese es el trabajo del perro, proteger su entorno. En otras palabras, cuando ladra a la puerta, solo está siguiendo sus instintos naturales. Pero hay maneras que puedes enseñarle para que deje de tratar el timbre como un propulsor de comportami­ento histérico o agresivo.

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Aquí algunas sugerencia­s de cómo remediar este problema. Reconoce sus esfuerzos. Debido a que cree que parte de su trabajo es ladrar, alábalo cuando lo haga, pero establece limites. Un ladrido de advertenci­a o dos esta bien para dejarte saber que hay alguien en la puerta. Ladrido extendido 2 no lo es. Reestructu­ra su descripció­n de trabajo para “alertar” en vez de hacer que el extraño se retire. Escoge un comando pero no grites. Gritarle no ayuda. Para el perro puede significar que le estás pidiendo que te salve. Escoge un termino verbal como suficiente o no ladres. Usa una voz firme en vez de alta. También se puede usar algo como gracias, buen perro y eso le permite bajar la guardia mientras tu chequeas. 3 Consistenc­ia es la clave. Asegurate de que todos en el hogar usen la misma frase. Haz más satisfacto­rio el no ladrar. El ladrido se convierte en una recompensa porque recibe atencion, buena o mala. Para hacerlo más satisfacto­rio para el perro, escoge un juguete o golosina de alto valor para él. Su unico uso es como recompensa cuando cumpla con alerta/silencio. La meta es cambiar el significad­o del sonido del timbre de peligro a alguien esta aquí. Seguridad siempre es la primera regla. Para apaciguar las emociones extremas, haz que se mueva a un lugar donde pueda ver lo que está pasando pero que no pueda estar entre su dueño y la visita. Un portón para bebés funciona muy bien mientras lo entrenas para lograr un comportami­ento calmado. Un puñado de golosinas pequeñitas esparcidas por el 4 piso lo distraerá del comportami­ento de protección. Sus instintos no desaparece­ran, pero tendrá mejor control.

Practica varias veces. Puedes pedir la ayuda de amistades que tengan la paciencia de pararse en tu entrada y tocar el timbre mientras entrenas al perro. Otra opcion puede ser un vecinito con tiempo libre. Si no tienes ninguna de estas alternativ­as, puedes tocar tu mismo la puerta desde adentro. Cuando el perro corra para ver qué está pasando, enséñale la recompensa, usa el término verbal y llévalo a la localizaci­ón donde él tiene más espacio para moverse y calmarse. Siete o 15 minutos por sesión son mejor que 30 minutos de entrenamie­nto continuo. Siempre debes terminar en un tono positivo. Si tú o tu perro comienzan a frustrarse, pidele que haga algo distinto, como sentarse o acostarse. Entonces le das su recompensa y se toman un break. Asi la sesión termina en una nota positiva.

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