Like y unlike
Para muchas personas su participación en la sociedad se limita a darle “like” o “unlike” a lo que otros hacen. Punto. Tal vez trabajan, o estudian, pero de ahí a ser parte de los procesos sociales que en última instancia determinan el rumbo del País, nada.
Siempre me ha llamado la atención la desmesurada popularidad de la que gozan las estrellas deportivas o artísticas en nuestro país. Más aún, me resulta curiosa la gastada frase de que ellos “ponen el nombre de Puerto Rico en alto”. Se parte de la premisa de que el nombre estaba en el piso y ellos lo levantaron. Estas cosas me las planteo porque creo que el momento que vive el País, del cual muchos no se han enterado o no les interesa enterarse, requiere que nos lo replanteemos todo, y hay veces que cosas muy sencillas y cotidianas, como esas, nos dicen mucho de cómo somos y pensamos.
Hay un serio problema de autoestima en el País. No es para menos. Lo que se recalca en los medios, y los temas preferidos de los analistas, es lo que no anda bien. Esa baja valoración nos lleva a hacer nuestros los triunfos individuales de los atletas y artistas y conformarnos con ello. Así no nos esforzamos a obtener los triunfos colectivos que son necesarios para echar al País hacia delante.
Creo que los que tenemos algún tipo de reconocimiento público, los que recibimos los “likes” y “unlikes” que tanto nos gustan, tenemos la responsabilidad de devolverle al pueblo ese protagonismo que el pueblo nos otorga. En Puerto Rico hay innumerables proyectos, regados por todo el País, inconexos entre sí, pero con logros medibles, esperanzadores, extraordinarios, que nos pueden servir de guía para un efectivo plan de país. La gente debe conocer esos proyectos y reconocerse en ellos. Pienso que es urgente y necesario que la gente no pierda la esperanza y que a pesar del pesimismo y chatarrismo del momento presente, sepa que otro país es posible. Hacer un inventario de ese capital social, de esos proyectos exitosos y esperanzadores, y darlos a conocer, debe ser una prioridad para todos aquellos individuos, fundaciones y entidades que trabajamos por un Puerto Rico mejor.
Esta semana hemos tenido suficiente de lo que no queremos, de lo que no funciona, de lo que hay que erradicar de nuestra sociedad para dirigirnos a ese mejor Puerto Rico. La distribución de un vídeo de una mujer policía en un acto íntimo, morbosamente expuesto en las redes sociales arrastrando miles de “likes” y “unlikes”, es condenable y debe ser rechazado con todas las fuerzas de nuestro espíritu.
El crimen de odio de un joven deportista, de acuerdo a uno de los ángulos que se investigan, debe golpearnos con fuerza en la cara. La sociedad puertorriqueña es sumamente intolerante y ultra conservadora. Un sector fundamentalista religioso mantiene una persecución continua de los compatriotas homosexuales. Estos mal llamados religiosos deben ver en este crimen un retrato del asesinato de reputaciones que pretenden hacer contra la comunidad LGBTT cada vez que se discuten proyectos de ley como el de la adopción por parte de parejas gays o el de extenderles beneficios de los que disfrutan las parejas heterosexuales.
La politiquería de la que todavía adolecen tantos llamados líderes políticos, que sin ruborizarse critican vehementemente lo que hacen los que están en el poder y antes ellos hicieron cuando ostentaban ese poder, aleja cada día más personas de la participación en los procesos políticos del País. Ante la politiquería, es necesario que cada vez más personas nos dediquemos a la búsqueda de consensos, convergencias y alianzas donde Puerto Rico sea primero.
El momento es ahora. Busquemos organizaciones ciudadanas, fundaciones, grupos comunitarios y juntes de interés con los cuales podamos forjar estos consensos. Los partidos políticos tradicionales han creado una sociedad dependiente que sólo se conforma con darle “like’ y “unlike” cada cuatro años a sus actuaciones. Ha llegado el momento de darnos “like” a lo que hacemos bien y “unlike” a lo que tenemos que erradicar, para un Puerto Rico posible.