El Nuevo Día

El fabuloso viaje de los 74 días

Bautizadas como la Unión de Mujeres Andariegas, tres amigas han decidido disfrutar de su retiro viajando por su cuenta, a su paso, a diversos países

- Mildred Rivera Marrero mrivera1@elnuevodia.com

No es extraño ver estudiante­s universita­rios viajando por Europa mochila en espalda, mapa en mano y sin rumbo fijo. Son jóvenes y tienen tiempo para planificar estrictame­nte los países a visitar o, sencillame­nte, decidir día a día cuál es el próximo lugar, según se les vaya ocurriendo.

¿Qué tal si se hace lo mismo... después de los 64 años?

Algunos pensarán que es arriesgado. Sin embargo, tres trabajador­as so- ciales retiradas decidieron que esa sería la forma en que viajarían y llevan varias expedicion­es que las han llevado a Europa y, recienteme­nte, a Estados Unidos. No es que no intentaran conocer otros lares con una excursión organizada por una compañía de turismo. Lo hicieron. Pero “el ritmo de la excursión no es para personas de mayor edad”. Eso de levantarse a las 5:00 a.m. para estar a la 7:00 a.m. rumbo a un destino, del cual verán poco porque hay que salir corriendo para ver otra atracción turística, no era para ellas, según Luz Enid “Lucy” López Maldonado, de 71 años.

Por eso, la próxima vez, Lucy y sus amigas -Nereida Tirado Vega, de 64 años, y María Hernández Zapata, quien dijo tener 66 años, pero sus compañeras afirman que es mayor que Lucy- planificar­on una travesía que se ajustara a sus aspiracion­es.

Reservaron pasajes de avión y se fueron a España por 30 días. Allí visitaron muchas provincias del este a las cuales se transporta­ron en guaguas y trenes, y en las que se quedaron en hoteles cuyos nombres y localizaci­ón buscaban por internet o que les eran referidos en las hospedería­s en las que pernoctaba­n.

Como les fue tan bien, pensaron en grande y planificar­on una escapada más extensa, que las llevara a conocer diversos países y culturas. Entonces, en el 2012 se embarcaron en un crucero trasatlánt­ico que las llevó desde San Juan hasta Barcelona, con paradas en San Martín, Tenerife, Cádiz, Cartagena y Palmas de Mallorca.

Esa travesía estuvo amenazada por una caída que tuvo Lucy justo antes de irse debido a un mareo provocado por la diabetes. Se lastimó la cadera y no podía caminar bien, pero decidió que no se iba a quedar. Cuando llegó al crucero pidió una silla de ruedas que

usó en toda su estadía y en Palmas de Mallorca compró un andador, al que bautizó “el mallorquín”. Lucy destaca que tiene la salud bien comprometi­da, pues también tiene un marcapasos, pero afirma que no dejará de viajar.

El trío cuenta entre risas sus andanzas y la caída que se dio María cuando llevaba el andador de Lucy y se tropezó en la acera; el momento en que, mirando hacia el mar, María soltó la silla de ruedas en la que estaba Lucy para ponerse un abrigo y la silla de ruedas siguió moviéndose hacia el mar hasta que Nereida le gritó a María; y la “reventá” que se dio Lucy cuando llegó a Sorrento.

También cuentan, con pasmosa tranquilid­ad, que les robaron en dos ocasiones, pero, con la suerte de que nunca llevan mucho dinero en la cartera o en los bolsillos.

“Uno no puede ser cobarde”, expresa María, quien ya conocía la eficiencia del transporte colectivo en Europa, que permite trasladars­e sin un grupo o guía turístico pues vivió en Alemania en los años 60 y viajó mucho en esa época. Lucy también había tenido algunas experienci­as de viajar con una amiga en su juventud.

Lo único que a María le sacaba de quicio, según contó, era que Nereida y Lucy dejaban para tarde en la noche la búsqueda del hotel que necesitaba­n para el día siguiente, confesión que provoca las risas de sus compañeras. Entre risas, también, Nereida recuerda el tren nocturno en el que tomó la cama de arriba y no se podía sentar para tomarse las pastillas porque chocaba con el techo.

También se ríen del teléfono que compraron y que no pudieron usar, así como de la bolsa con detergente en polvo que María olvidó sacar de la maleta y que casi la mata del susto cuando pensó que era el motivo por el cual la detuvieron en el aeropuerto de Nueva York. En realidad, sin embargo, era que en la computador­a aparecía con el apellido Schmidt de quien fuera su esposo alemán y en el pasaporte tiene su apellido de familia.

“La gente debe hacerlo, porque viajar en Europa es facilísimo, después que uno esté con personas que se atrevan. Estamos buscando el crucero para el 2015, pensamos coger la ruta de Portugal e ir a la parte norte de España”, anticipa Nereida.

De hecho, luego del viaje a Europa, se fueron con un matrimonio amigo por diversos estados norteameri­canos en un camper. Fueron 45 días de disfrute, los cuales financiaro­n con las tarjetas y préstamos, igual que los viajes anteriores.

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Las amigas María Hernández, Nereida Tirado y Luz López aseguran que viajar por su cuenta es más económico que hacerlo con una excursión y exhortan a otros adultos mayores a disfrutar de esa experienci­a, que se disfruta tanto o más que cuando se es joven.

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