Textos malditos
Este título suena a bolero, y huele a tragedia. “Textear” mientras se conduce es tan letal como guiar bajo los efectos de una droga o de alcohol. Se sospecha que el responsable del fatal accidente que provocó la muerte de la mujer policía Marelis Morales Santiago, y en el que también resultó gravemente herida su compañera Betsy Cruz Santiago, quien se encuentra estable, enviaba un mensaje de texto antes de a chocar el auto oficial en el que ellas viajaban. La escena se repite a diario. Carros zigzagueando en las vías públicas, invadiendo carriles, o vehículos que sencillamente no arrancan con el cambio de luz, y todo porque el conductor o conductora está embobado con el celular, ya sea enviando un texto o revisando vaya usted a saber qué. Es un asunto de sentido común, que aseguran es el menos común de los sentidos. En la carretera no solo conducimos nuestro vehículo. Nuestras manos van sobre el volante, pero vamos pendiente a los carros que transitan por la derecha, la izquierda, al frente, y atrás. Por tanto, todos los sentidos debe estar puestos en esa tarea y no en buscar las letras de un teclado para escribir par de oraciones. Aquí no hay lugar para el multitasking ni para probar cuán diestros somos en el arte del contorsionismo. Por lo visto la ley que prohíbe esta práctica no ha sido un disuasivo. Luce que deberán aumentar la multa. Pero más que eso, es entender que esos segundos que nos toma enviar un texto pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte.