EL ETERNO SUBE Y BAJA
Las dietas rápidas y sus consecuencias
Existe una predisposición a desarrollar diabetes tipo 2 en aquellos pacientes que han vuelto a ganar peso tras haberlo perdido en un programa dietético hipocalórico, advierten especialistas del Grupo de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn). Los investigadores estudiaron a un grupo de 136 pacientes obesos que siguieron una dieta hipocalórica de ocho semanas para bajar de peso y que, al finalizarla, trataron de mantenerse en el peso alcanzado.
Entre cuatro y seis meses después del tratamiento, fueron reevaluados para comprobar si habían alcanzado su objetivo y habían logrado evitar el llamado “efecto rebote”, que suele producirse en algunos pacientes tras este tipo de restricciones alimentarias.
“En las evaluaciones que se les realizaron se atendió, de forma especial, a los niveles de irisina, leptina y adiponectina, para determinar la diferencia entre las cantidades iniciales, al final de la dieta y después del periodo de seguimiento. Los resultados no dejaron lugar a dudas: de los 136 pacientes analizados, el 50% recuperó el peso perdido y, después de comprobar sus analíticas y observar altos niveles de irisina en sangre, fueron clasificados como resistentes a la insulina”, señala Ana Belén Crujeiras, autora principal del estudio. LOS MISTERIOS DE LA IRISINA. Crujeiras explica que la leptina y la adiponectina son liberadas por el tejido graso de nuestro organismo. "La leptina tiene como función disminuir el apetito y, además, está relacionada con la regulación del metabolismo. Por su parte, la adiponectina tiene que ver con el metabolismo de la glucosa y es una hormona protectora", indica.
Los sujetos obesos tienen niveles muy altos de leptina, a pesar de que es una hormona que disminuye el apetito. Mientras, la adiponectina está muy disminuida y se asocia con los fallos que tienen las personas obesas en el metabolismo de la glucosa. Según la especialista, la irisina fue descubierta hace solo un año y generó grandes expectativas como protectora ante la obesidad. En un principio, se descubrió que era secretada por el músculo después de hacer ejercicio y se propuso como protectora para combatir la obesidad y mejorar el metabolismo de la glucosa.
“Nosotros observamos que también la secretaba el tejido adiposo y encontramos que los pacientes obesos tenían los niveles de irisina aumentados. Además, en este estudio que acabamos de publicar hemos hallado una asociación entre la irisina, la resistencia a la insulina y volver a ganar peso después de una dieta”, apunta.
Crujeiras señala que en la investigación descubrieron que los pacientes con niveles más altos de irisina en sangre presentaban una mayor predisposición a tener resistencia a la insulina en el periodo de reganancia de peso. Es decir, que trascurridos entre cuatro y seis meses tras la dieta, los que recuperaban peso presentaban resistencia a la insulina que se asociaba con niveles elevados de irisina.
“Este dato parece contradictorio, puesto que la irisina es protectora de deficiencias en el metabolismo de la glucosa”, apunta la doctora Crujeiras. La investigadora comenta que "sobre la irisina todavía queda mucho por estudiar". No obstante, se barajan distintas hipótesis sobre su comportamiento.
La especialista destaca la importancia de medir los valores de irisina en paciente obesos antes de que se sometan a terapias para perder peso. “Nos estamos planteando que quizás no funcione como se propuso, o bien que en sujetos obesos se produzca una resistencia a la acción de la irisina, es decir, que mediante algún mecanismo desconocido se esté bloqueando su acción. También puede ser que la irisina se secrete para tratar de compensar esos fallos en el metabolismo, pero sin ser capaz de hacerlo”, detalla.