Sanación a través de la escritura
El proceso de escribir se puede convertir en un arte terapéutico y liberador
El acto de escribir nos conecta con nuestra intimidad. Según escribimos los sentimientos afloran en aras de la expresión liberadora. Los secretos del alma se revelan por medio del ejercicio de la escritura como arte terapéutico. Muchas de estas confesiones que hacemos sobre el papel permanecían dormidas, celosamente guardadas en nuestra psiquis. Por eso, dedicar un tiempo a escribir, sin censura, abre la puerta al proceso de sanación interior. Al entrar en la intimidad y aceptación de las emociones angustiosas -como el dolor frente a la pérdida de la madre- podemos escribir para sentir alivio y sanar.
Mis incontables diarios evidencian el proceso de autosanación durante los diferentes momentos que me han tocado vivir. Escribía para hacerme consciente de los eventos por los que todos transitamos a lo largo del recorrido desde el nacimiento hasta la muerte. La escritura como técnica meditativa abre el canal para ganar una perspectiva más auténtica de la razón de ser dentro de la circunstancia de vida que suele ser matizada por los encuentros con la enfermedad o la separación.
Al poder plasmar con la palabra escrita emociones -como el sentimiento de pérdida, la despedida física de un ser amado, el impacto de un diagnóstico de una enfermedad catastrófica o un cambio súbito en nuestra vida- se facilita el proceso de aceptación de la nueva realidad.
Este sencillo método sirve para mantener la salud física y mental, ya que son vivencias que pueden marcar nuestra psiquis y afectar de forma negativa nuestra salud física-emocional. Cuando mi madre Rosa Ramos fue diagnosticada con esclerosis lateral amniotrófica tuve que echar mano de mi diario para encontrar consuelo y fortaleza en mi interior durante los momentos angustiosos que vivimos, al ver cómo su cerebro perdía capacidad neurológica y sus respuestas motoras eran cada vez menos hasta llegar al punto de la rigidez total.
Las páginas de mis diarios dedicados a la escritura sanadora evidencian mi proceso como hija en duelo y como cuidadora junto a mi hermana, durante el proceso agónico de nuestra progenitora ante esa enfermedad considerada "catastrófica".
Desde mi experiencia profesional de cuatro décadas en el campo de la salud holística, he comprobado que es necesario aprender a manejar las emociones de manera coherente, a tomar el tiempo para sentir alivio y paz en medio de la crisis.
Mientras buscaba ese alivio procuré describir lo que mi alma, corazón y conciencia percibían. Me sensibilizaba cada vez más hasta vaciar en mis páginas testimonios como este: "La noche antes de su partida, su voz como un hilo finísimo, eco de su alma, nos iluminó el corazón al compartir la experiencia trascendental en la que estaba inmersa y dijo, 'la vida es un gran misterio'".
Esa madrugada, al divisar luciérnagas que como cuerpos luminosos volaban en la oscuridad de su cuarto, le comentamos: "¡Mamita, mira cuánta luz!". A lo que ella musitó: "Hay mucha más luz". Y en esa misma luz, se mueve y le recordamos.
Cinco años después de su transformación al mundo del espíritu, mis ofrendas escritas; poemas, fotos, grabaciones son parte de su memorabilia, no solo en los recuerdos del corazón, sino también una muestra del poder de sanidad e integración que la palabra escrita manifiesta. Tomar el tiempo para escribir y mantener el contacto con nuestras corrientes internas nos ayuda a conservar la esencia de nuestra experiencia humana.
Al escribir, validamos los sentimientos, afirmamos nuestro propósito de vida, construimos los puentes hacia una comprensión más profunda y abrimos las puertas de los laberintos internos. Cuando centramos nuestra conciencia en nuestra voz interior, las manos, que son extensiones de nuestro cerebro, canalizan nuestro poder interno para comprender que hay mucha más luz de la que percibimos externamente.