Evitemos otra década perdida
Los economistas hemos denominado la década del 2000 al 2010, como la década perdida. Durante este período la tasa de crecimiento promedio fue cero, es decir, la economía no experimentó crecimiento alguno, debido al desgaste del modelo económico aún vigente. Durante el comienzo de la actual década, algunos economistas advertimos sobre la necesidad de comenzar a trabajar en un plan coherente para reactivar la economía y sentar las bases para lograr un crecimiento en el actual decenio. Advertimos también, que el enfoque exclusivo en resolver solamente la parte fiscal del problema, perpetuaría el estancamiento productivo.
En el año fiscal 2012 la economía tocó por primera vez terreno positivo desde el inicio de la recesión en abril del 2006, al experimentar un crecimiento de .9%. apoyado primordialmente por la millonaria inyección de fondos ARRA, sin embargo, los principales sectores productivos como la manufactura y la construcción, aún continúan en un estado de fragilidad, mientras que la banca, aunque ha experimentado una leve mejoría, aún no se recupera del todo del colapso y eventual proceso de consolidación del 2010. Los aumentos impositivos habilitados por la Ley 40, así como el aumento en los costos operacionales y la ausencia de suficientes niveles de inversión (pública y privada), han provocado que la economía comience a contraerse nuevamente entre el 2013 y el 2014.
Desde nuestra perspectiva, los aumentos impositivos han sido negativos para las empresas, y para la economía, lo que ha agudizado la crisis fiscal y económica. Lejos de proveer las condiciones para que el sector privado aporte a la recuperación de la economía, invirtiendo en nuevas expansiones o creando nuevos empleos, las nuevas contribuciones han tenido el efecto de debilitar aún más al sector empresarial, agudizando la espiral negativa de contracción económica. El efecto de la patente nacional, el aumento en las tasa corporativa, unidos al alto costo del agua y la energía, han tenido el efecto de crear unas condiciones adversas y hostiles al sector productivo. El gobierno no parece entender que mediante esta política de alzas impositivas solo perpetuará la depresión económica, aumentará la emigración y dificultará una recuperación en el corto plazo. La base contributiva lejos de expandirse se contrae, haciendo cada vez más difícil lograr las metas de recaudos.
A pesar de que se implementaron las reformas del sistema de pensiones del gobierno central y de los maestros, así como la reciente aprobación de la reforma energética, aún queda mucho por hacer. La degradación crediticia de febrero, le ha impuesto al país un sentido de urgencia que aún no parece ser entendido por amplios sectores, par- ticularmente por el sector político. Así las cosas, la actual década va casi a mitad de camino y todo indica que la economía cerrará nuevamente en negativo. Si queremos ver resultados distintos, es momento de comenzar a implementar estrategias diferentes.
LA RECUPERACIÓN ANTES DEL 2020 El primer paso para revertir la actual tendencia de decrecimiento económico, y no "perder" lo que queda de la actual década es re-plantearnos las estrategias fiscales y económicas adoptadas hasta el momento. Nues- tra primera recomendación, es eliminar la patente nacional y reducir las tasas contributivas a los sectores productivos y ampliar la base contributiva mediante la optimización del Impuesto de Venta y Uso (IVU). La tasa contributiva corporativa debe ser reducida de 39% a 20% y en lugar de penalizar y criminalizar al sector privado, se le deben proveer las herramientas para que pueda expandirse y crear los miles de empleos que necesita Puerto Rico. A su vez, el gobierno debe comenzar a actuar como un facilitador y creador de las condiciones para que la empresa privada asuma riesgos y genere nueva actividad. En esta dirección, el gobierno debe re-enfocar su gasto más hacia la inversión en mejoras de capital y mantenimiento de la infraestructura existente. Entendemos que una re-ingeniería del sector público debe tener como objetivo lograr un gobierno más costo-eficiente. Recomendamos también llevar a cabo una re-estructuración de la deuda pública de las corporaciones y eliminar aquellas que no tengan la capacidad de ser autosuficientes. Los contribuyentes y las empresas no pueden continuar siendo "esclavos" de las corporaciones públicas, particularmente de la Autoridad de Energía Eléctrica. Desde nuestra perspectiva, la reforma aprobada la semana pasada es un paso de avance, pero hay que eliminar el monopolio energético y desregular el mercado. Es la única forma de lograr una reducción inmediata en los costos de energía e impactar positivamente el sector productivo.
Finalmente, hay que retomar la ética productiva. Puerto Rico tiene que volver a ser nuevamente un país productivo y que valore el trabajo. Hay que elevar la tasa de participación laboral de 40% a 60% desalentando el ocio que crea el actual sistema de ayudas federales. Algún Gobernador tendrá que tomar la difícil pero necesaria decisión de condicionar los beneficios sociales a algún tipo de trabajo, aunque le cueste las elecciones. En fin, salir del estancamiento y evitar perder otra década más, va a requerir mucha valentía política, extrema voluntad social y una particular creatividad.