El Nuevo Día

Buscapié

SEÑORA

- Mario Alegre Barrios

La veo con frecuencia, al amanecer, mientras corro. Usualmente en la misma área del parque Luis Muñoz Rivera, en la acera frente al Archivo General. Debe tener unos 40 años y algo en ella dice que antes tuvo una vida muy distinta.

La veo a contraluz, con la claridad del amanecer a su espalda, mientras empuja con trabajo su carrito de compra lleno de cualquier cosa. Va sin prisa porque no va a ningún lado, porque en ninguna parte la esperan.

La veo desde la distancia, escoltada por un sato tan triste como ella, con la cabeza baja y una mirada como sólo la tienen quienes han pasado en la calle toda la vida.

De tantas mañanas de vernos, esa mujer ya me reconoce y en su rostro adivino un intento de sonrisa cuando la saludo sin palabras, sólo con un movimiento leve de cabeza que ella responde de la misma manera.

Hace poco -por primera vez y sin pensar que lo hacía- acompañé el gesto con un “buenos días, señora” que acentuó con sorpresa esa sonrisa fugaz e inacabada que por el momento pronto olvidé, ocupado de nuevo en mi paso, en el reloj, en llegar al final de la ruta.

A la mañana siguiente la mujer interrumpi­ó el ritual. Me hizo una seña para que me detuviera. Y me detuve. No sé por qué, pero lo hice.

-Buenos días, señora, le dije dejando escapar el poco aire que me quedaba.

-Buenos días, respondió con un sonrisa completa, terminada, como si fuese nueva, como si hubiese pasado mucho tiempo desde la última vez que tuvo una razón para darse el permiso de usarla.

-Sí, dígame… ¿en que puedo ayudarle? En lugar de responder, miró al perro y le acarició la cabeza. -Dígame, insistí. -Nada, sólo para darle las gracias -dijo, mirándome de una manera que me sacudió. -¿Gracias por…? -Bueno, es que hacía tiempo que nadie me decía señora.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Puerto Rico