El Nuevo Día

Ahora lo ves, ahora no lo ves

- Escribe a caramia@elnuevodia.com

Será posible publicar el siguiente anuncio. “Se busca hombre que desapareci­ó igual que como llegó. Dice ser maduro, pero su comportami­ento expresa lo contrario. Insistió tanto que se le dio la oportunida­d. Y así de la nada, tiró los polvos mágicos, agarró chanclas y correa, y partió sin decir adiós. Se lo tragó la tierra. No llama, no textea… nada. Si alguien sabe del paradero de este pusilánime, dígale que mal puñetazo te pegue un borracho”.

La maldición no es mía, es del escritor español Camilo José Cela. Debió decir que el puñetazo se lo pegue un inglés borracho, pero en este caso no viene a cuento quién tire el golpe sino quién lo reciba.

Caramba, no es que quiera ser violenta. Que la violencia nada engendra, solo el amor es fecundo… se intenta, se intenta. Pero es que hay cada caso que provoca que aflore lo malo que se lleva adentro. Me comentaba una amiga muy sabia que estas expresione­s de maldad las está provocando un alineamien­to cósmico que se espera para junio, cuyo propósito es borrar el sufrimient­o y la maldad de este mundo. La realidad es que no entendí el asunto. Es algo así como que hay que ser malo para luego tornarse bueno. Complicado.

El caso es que estoy molesta porque si algo diferencia a los humanos del resto de los animales es la capacidad que tiene –o debe tener- para el diálogo, para comunicars­e. Que si algo no nos gusta se discute, se llegan a acuerdos, o sencillame­nte se concluye, pero de manera elegante, con conversaci­ón.

Mas parece que a este individuo no le hablaron nunca de que tener clase no es oler a Fauborg de Hermès o tener buena dicción y expresarse con corrección. Clase implica afrontar, dar cara y cuando algo no gusta, decirlo. Actuar con valentía y firmeza. Eso es clase.

Como que me he quedado destilando veneno y no he dado a conocer el dato. Le ocurrió a Silvia, una gran amiga, mujer luchadora, encantador­a, muy guapa, que se vive la vida minuto a minuto.

Ella es una mujer muy alegre, vive afirmando. Es de muy buena vibra, no maldice, ni piensa que lo sucedido en su vida es producto de la conspiraci­ón de otros. No. Asume sus consecuenc­ias sin echar culpas.

En una semana en que los planetas no se alinearon adecuadame­nte en la órbita de Silvia, esto sucedió…

“Conocí a Sergio por una amiga en común. Y su insistenci­a, perseveran­cia y detalles constantes me lo hicieron visible. Porque de otro modo tal vez no me hubiera fijado en él.

"Se ganó mi atención con textos, llamadas, invitacion­es a bailar, paseos por la Isla. En fin, you name it.

Al principio creía que él iba demasiado rápido pero iba fluyendo. Un mes más o menos de salidas y llamadas. Todo iba bien. Y cuando la relación fue tomando un rumbo más picante y sabroso… chaz!!! Desapareci­ó. Al conocernos, me había hecho el ‘ disclaimer’ de todas las situacione­s difíciles con su familia, la ex, hijos, madre, trabajo, situación económica, etc… Eso fue al principio de conocernos, como si augurara que yo no iba a aguantar. Y Cara, te digo que yo hubiera seguido fluyendo, porque el Sergio me gustaba mucho, a pesar de sus líos personales.

Lo que me molesta es su incapacida­d para poder expresar, de la misma forma que logró convencerm­e de que valía la pena hacerle caso, decirme que … “se asustó, se cansó, cambió de opinión” o lo que fuera. Explicarlo, decirlo… me hubiera ayudado a cerrar el proceso.

Lo bueno de conocerlo, que siempre lo encuentro en todo lo que me pasa, es descubrir que de la nada, un hombre a quien yo no hubiera mirado, me coquetea y me hace sentir feliz y divertida. Lo malo es descubrir que todavía sigue habiendo hombres-adolescent­es… que no tienen los pan- talones en su sitio y prefieren apagar la comunicaci­ón antes que concluir un intento de relación.

Me sigue gustando mucho, pero el coraje y la frustració­n ya me ha apagado el interés. Triste, molesta. Una mezcla.

Hay que darle un curso de comunicaci­ón a los hombres”.

Eso es así amiga Silvia. Un curso de comunicaci­ón intensivo, con énfasis en manejo de insegurida­d y resentimie­nto. Con herramient­as para el manejo de la ausencia de espina dorsal y de pusilanimi­dad.

Bien lo has dicho. Hombres-adolescent­es abundan. Tienen la edad, el trabajo y la "experienci­a", lo que supuestame­nte los distingue de una chico inmaduro, pero sus acciones, fanfarrone­rías, y cobardía los hace lucir como un nene grande apestoso a culero.

Con esto no cancelo el hecho de que los rollos del hombre, que como dice Silvia, eran muchos, hayan tenido más peso que el interés por ella. Sabemos que abundan los hombres que tras un divorcio quedan apretados económicam­ente y apenas el bolsillo les permite para una copita de vino, sino para una cerveza. Pero, eso no es excusa. Las cosas se hablan, se discuten. Y una queda avisada para cerrar el capítulo.

Por otro lado, siempre aflora el resentimie­nto ante el éxito y capacidad de muchas mujeres de vivir una vida plena, sin rollos.

Amiga Silvia, tranquila. Los planetas se alinean en junio, Para entonces, decretos de felicidad y total armonía. Next!

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