El Nuevo Día

San Juan abre investigac­ión

Legislatur­a Municipal inició vistas públicas para ventilar los pormenores de la venta del predio Ramallo Internatio­nal Transacció­n de $55 millones contribuyó al aprieto fiscal del ayuntamien­to y protegió a la empresa de la insolvenci­a

- Laura N. Pérez Sánchez laura.perez@gfrmedia.com

La Legislatur­a Municipal de San Juan inició una investigac­ión sobre la compra que hizo el ayuntamien­to del Ramallo Internatio­nal Center por $55 millones y el posterior arrendamie­nto del edificio a esa misma empresa sin que mediara una subasta pública.

La multimillo­naria transacció­n incidió en el escenario de aprieto fiscal en el que se encuentra la municipali­dad ante la falta de pago de las empresas Ramallo Bros. Printing, Inc., según trascendió en las vistas públicas en las que se pretende dilucidar todos los detalles de la compravent­a.

Una comisión conjunta de la Legislatur­a Municipal, presidida por Marco Rigau, indaga las razones que tuvo el entonces alcalde Jorge Santini para adquirir un predio en el que, desde la compra hasta hoy, no ha existido ninguna operación municipal.

Al momento, ha declarado ante la Legislatur­a el exdirector de la Oficina de Asuntos Legales del Municipio, Juan Morales Vallellane­s. Hay una próxima vista pautada para el 27 de mayo.

Las circunstan­cias en que se dio la transacció­n que salvó a Ramallo de la insolvenci­a, cuando enfrentaba una deuda que rondaba los $56 millones con FirstBank, toman mayor relevancia ahora que la empresa radicó una quiebra y le adeuda al ayuntamien­to, según las reclamacio­nes del Municipio, $2 millones en rentas.

Este escenario pareció no ser previsto por los funcionari­os municipale­s que, en 2010, defendiero­n la transacció­n ante la Legislatur­a Municipal, de acuerdo con las transcripc­iones de sus testimonio­s a las que tuvo acceso este diario.

En las vistas actuales se han discutido aspectos que fueron considerad­os por la asamblea al momento de evaluar la transacció­n. COSTOSO RESCATE. En una vista del 1 de noviembre de 2010, Francisco Peña Montañez, quien fungía como subdirecto­r ejecutivo de Servicios Generales y director de Finanzas interino, aseguró que el contrato de arrendamie­nto con Ramallo contenía las garantías necesarias para que el Municipio contara con un pago de renta por los 10 años que duraba ese acuerdo para así poder amortizar la deuda que contrajo para comprar la propiedad.

Peña Montañez dijo ese día que la única forma en que preveía que Ramallo podía dejar de pagar sus mensualida­des era si se declaraba en bancarrota, pero a renglón seguido advirtió que esa circunstan­cia parecía improbable puesto que la compravent­a del Ramallo Internatio­nal Center surgió precisamen­te para evitarlo.

“La economía que va a tener esta empresa (Ramallo)... le va a poder permitir cumplir con la renta que está para nosotros y para continuar sus operacione­s”, indicó Peña Montañez ante preguntas de Rigau, entonces legislador de minoría.

En efecto, con la venta del Ramallo Internatio­nal Center y el cambio de propietari­o a inquilino, la corporació­n vio una reducción sustancial en los pagos que debía hacer para mantener su operación en el mismo lugar.

Antes de vender, Ramallo debía pa- gar mensualmen­te a FirstBank $320,000, mientras que, como arrendatar­io, tiene una mensualida­d con el Municipio que ronda los $200,000.

A pesar de lo que auguró Peña Montañez, Ramallo solo pagó su mensualida­d entre enero de 2011 y abril de 2012 aunque sigue ocupando el edificio, y, el 14 de marzo de este año radicó una quiebra bajo el Capítulo 11 de reorganiza­ción.

A través de una confusa declaració­n en la vista pública, Peña Montañez consideró como garantía de cumplimien­to con el contrato las dificultad­es que tendría Ramallo para mudar su imprenta del edificio.

“La operación de Ramallo no se puede mover de una manera tan sencilla y tan simple. De hecho, ellos mismos nos están condiciona­ndo que, si por alguna razón tuvieran que salir o disponer de su equipo, les tendríamos que... Ellos nos están garantizan­do que le diéramos tres años para poder así hacerlo dentro del contrato”, dijo el exfunciona­rio.

En esa audiencia, la Legislatur­a Municipal aprobó la ordenanza que autorizaba al Münicipio a emitir bonos de rentas por $55 millones. Votaron en contra Rigau, Isis Sánchez Longo y Ángel Noel Rivera.

Si algo parecen haber tenido claro los funcionari­os del gobierno de Santini en su defensa de la compra de la sede de Ramallo era a quiénes beneficiar­ía la compravent­a.

“Esta transacció­n le va a permitir a la empresa privada poder reestructu­rar sus operacione­s, poder mejorar su posición financiera y poder garantizar el que siga solvente, que siga en operacione­s y cumplir con sus otras res- ponsabilid­ades contributi­vas con el Municipio”, indicó Peña Montañez en su ponencia ante la Legislatur­a.

“También le estamos brindando una ayuda a la banca para que sea un gestor importante en el desarrollo económico de San Juan porque puede proveer una estructura de financiami­ento mucho más ágil y flexible, en este caso, al Municipio de San Juan”, agregó el exfunciona­rio, que trabajó por más de 10 años en el ayuntamien­to durante la incumbenci­a de Santini.

ENREDO CONTRACTUA­L. Por otra parte, en las vistas de entonces, Manuel Piñeiro Caballero, que dirigía la Oficina de Gerencia y Presupuest­o, defendió la propuesta del alcalde argumentan­do que la renta que pagaría Ramallo, sumada al canon de arrendamie­nto que la farmacéuti­ca Bayer ya le pagaba a Ramallo por concepto de alquiler, aseguraban que el Municipio tendría cubiertas sus obligacion­es.

“La renta de ambas empresas va a ser suficiente para poder aportar al pago del bono de renta por los primeros años”, indicó.

Sin embargo, según un litigio que se ventila en el Tribunal de San Juan, Ramallo siguió percibiend­o renta por parte de Bayer aun después de vender la propiedad al ayuntamien­to. Este asunto no ha sido mencionado en el transcurso de las actuales vistas.

DISTINTO A LO PLANEADO. En diciembre de 2012, Bayer le informó al Municipio que dejaría el edificio.

La propiedad estuvo vacía por casi un año y, en octubre de 2013, la Legislatur­a Municipal de mayoría popular aprobó una ordenanza para arrendar el espacio a una empacadora alemana especializ­ada en productos de biociencia. Para ese contrato, tampoco medió una subasta pública.

Según la ordenanza de 2010 que autorizó la emisión de bonos para la compra del predio a Ramallo, el Municipio usaría los pagos de renta únicamente para amortizar esa deuda. En caso de que ese dinero no fuera suficiente para cubrir el monto mensual de las obligacion­es por los bonos, se autorizaba al Centro de Recaudació­n de Ingresos Municipale­s (CRIM) a retenerle al Municipio la cantidad necesaria para completar el pago.

Esto significó que, entre enero y octubre de 2013, el ayuntamien­to no recibió las retencione­s del CRIM equivalent­es al alquiler que dejó de percibir con la salida de Bayer.

Esas retencione­s del dinero de los contribuye­ntes de la capital, a diferencia del alquiler de las propiedade­s en Ramallo Internatio­nal Center, sí pueden utilizarse para proyectos municipale­s que tengan repercusió­n en la vida de los sanjuanero­s. SE REPITE LA HISTORIA. En la ordenanza para aprobar el alquiler sin subasta, la Legislatur­a Municipal asegura que fue difícil encontrar un inquilino para el edificio que dejó Bayer porque estaba estructura­do según las necesidade­s de la farmacéuti­ca.

“El edificio existente… fue diseñado en su inicio de acuerdo a las especifica­ciones de Bayer, por lo cual tiene caracterís­ticas de interés para un grupo limitado de inquilinos institucio­nales. Tal cualidad la hace una propiedad de difícil arrendamie­nto”, asegura la ordenanza.

El legislador municipal de la minoría independen­tista Adrián González criticó que la actual Legislatur­a Municipal repitiera la estrategia de su predecesor­a por considerar que obviar el proceso de subasta pone en peligro los mejores intereses de los ciudadanos de San Juan.

“En ese caso, se justificó el no celebrar subasta porque nadie ofrecía lo que (Rondo-Pak) ofrecía. ¿Cómo (lo saben?”, cuestionó González.

La ordenanza que autorizó este nuevo arrendamie­nto sin subasta recibió el voto a favor de la delegación popular, excepto el de Rigau, quien se abstuvo.

González votó en contra, así como las legislador­as novoprogre­sistas Vallés y Sara de la Vega, quienes en 2010 favorecier­on la compravent­a del Ramallo Internatio­nal Center y de arrendar a Ramallo Bros. Printing, Inc. el edificio en que operaban sin subasta.

De acuerdo con el Informe Final del Comité de Transición Entrante del Municipio, la compra de los predios en los que aún hoy Ramallo mantiene sus operacione­s principale­s significó para el ayuntamien­to el mayor endeudamie­nto en el pasado cuatrienio.

“El aumento más significat­ivo durante el 2011 fue ocasionado por el bono de renta de $55.1 millones. Este es el préstamo que se tomó para comprar (el predio donde ubica Ramallo)”, indica el documento.

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