Protejamos la ley de consenso
Hace 15 años se dio una de esas ocasiones en que todos reconocieron que la Legislatura había actuado correctamente cuando, luego de múltiples diálogos, se aprobó una ley, producto del consenso, extendiéndoles a los profesionales de la optometría todas las facultades para la atención de la visión de sus pacientes que no incidieran propiamente en la práctica de la medi- cina.
A pesar de ese consenso, desde entonces se han radicado unos diez proyectos dirigidos a trastocar ese fino balance alcanzado para llevar a los optómetras hasta la frontera que separa a su profesión de la práctica de la medicina.
Uno de esos proyectos llegó al hemiciclo de uno de los cuerpos legislativos tres veces para votación, y retirado también tres veces al no contar con votos suficientes.
Ninguna de las diez medidas fue aprobada, y con razón, dado que las circunstancias que definieron el consenso que llevó a la aprobación de la ley vigente no han cambiado.
El éxodo médico buscando afuera la compensación y condiciones adecuadas de trabajo que no encuentran aquí ha hecho escasear ciertas especialidades médicas.
Ese no es el caso de los oftalmólogos, los médicos especialistas en la salud visual. Hay más oftalmólogos proporcionales a nuestra población que en casi 80% de los estados. Todos los puertorriqueños tienen un oftalmólogo a poca distancia de su hogar. De hecho, hay más oftalmólogos por milla cuadrada que en 49 estados, con excepción de Rhode Island. Más aun, los puertorriqueños deben atender sus condiciones médicas con las personas que han estudiado medicina, no por personas que aun realizando una labor importante no son médicos.
Aquí no existe la escasez de oftalmólogos ni la distancia entre ellos y sus pacientes que se dan en otras jurisdicciones. Ni se han dado mayores cambios científicos que justifiquen cambiar la ley existente.
Por tanto, por enésima vez, corresponde disponer del proyecto de los optómetras como siempre se ha hecho, protegiendo la salud del paciente sobre todas las cosas y respetando el consenso alcanzado en el pasado.