SILENCIO
Hace algún tiempo estaba decorando mi oficina. Entre las cosas que puse, había tres fotos de personas ilustres a las que admiro muchísimo.
Cuando terminé de decorar, le enseñé el espacio a mi esposa y luego de decirme lo bien que me había quedado, sus próximas palabras fueron: “¿Así que, hombres na’ más?”. Y rápidamente me di cuenta de que se refería a las tres fotos que tenía puestas en la pared.
La vergüenza se apoderó de mí. Me gusta pensar que soy uno de esos hombres que entienden la discriminación, las dobles varas, el silencio sistémico y la violencia generalizada, de todos los tipos, por las que han pasado, y continúan pasando, las mujeres de nuestras sociedades occidentales. Sin embargo, aun con todos mis estudios y mi conciencia del problema, repetía en mi hogar, de manera pequeña pero muy simbólica, ese silenciamiento histórico que han tenido que vivir las grandes mujeres de nuestro país. Pero al menos yo tuve la gran fortuna de tener a alguien que me hiciera ver, y me diera la oportunidad de enmendar, mi error.
No podemos decir lo mismo del pobre gobernador. Aunque la misma Asamblea Legislativa que develó en marzo 12 tarjas dedicadas a mujeres ilustres puertorriqueñas fue la que tramitó la nueva ley del Día de los Próceres puertorriqueños que incluyó nuevas personalidades, Alejandro parecería que no tuvo a nadie: ni un hombre ni una mujer en el Senado (el mismo Senado cuyo presidente le torció el brazo a AGP hasta lograr un compromiso en la reforma energética); ni un hombre ni una mujer en la Cámara de Representantes (la misma Cámara que cambió tanto el proyecto de la despenalización de la marihuana que terminó aprobando solo una comisión de estudio sobre el tema); ni un hombre ni una mujer en su gabinete (y ni hablar de su propia conciencia) que le dijera: “¿Así que, hombres na’ más?”.