La escuela educa para la paz
Sí, es posible. Observemos con detenimiento: el ambiente tranquilo, música, la maestra sentada en una pequeña silla observa a los estudiantes que despliegan sus intereses cada uno a su propio tiempo. Son 27 niños de 3 a 5 años que trabajan en diferentes áreas con materiales preciosos. Hay silencio, orden y tranquilidad.
Los estudiantes caminan por el ambiente, colocan alfombras pequeñas en el suelo. Pedro, 3 años, se desplaza hacia el anaquel una y otra vez hasta que termina de transportar 10 varas rojas de distintas longitudes. Las toca, las observa y las ordena. La maestra celebra con tranquilidad que las ha colocado de menor a mayor. Regresa el material al anaquel y busca uno que represente otro reto. Se detiene a observar a su amigo que trabaja el tablero de suma. Queda fascinado; no interrumpe, lo observa. Así descubre, antes de sus seis años, el sistema decimal; el tamaño y la cantidad; la suma y la resta, las fracciones, las figuras geométricas.
De la misma manera en que Pedro ha “absorbido” conceptos matemáticos, también se aprovecha del modelaje de valores y conductas esenciales: el orden, el respeto al otro, el trabajo arduo, el amor por el trabajo, el valor de las diferencias y la paciencia, al saber esperar. Aprende practicando y observando mediante su participación en una escuela que ha sido diseñada de acuerdo con su etapa de desarrollo y su naturaleza. Pedro participa de una cultura de respeto.
La empatía con el otro no se aprende con carteles, sino practicándola. El futuro de los estudiantes, en el que se requerirán tanto las destrezas cognoscitivas como las emocionales, va con paso firme.
En la escuela de Pedro, el niño “sube” aprendiendo a manejar sus corajes, feliz de pertenecer a una comunidad escolar que le respeta y no le grita; le anima y acompaña.
Este ser sale al mundo listo para colaborar, con herramientas que le ayudarán a transformarse para una convivencia pacífica que es real y asequible.
Otro Puerto Rico es posible, es verdad, pero sólo si podemos multiplicar la escuela como laboratorio de paz.
Esta escuela de paz ya existe. Ya nace en comunidades como Llorens Torres, Vieques, Juan Domingo, Canteras, Culebra, Juncos, El Pasto en Aibonito, Loíza… La paz es posible.