El Nuevo Día

José ‘Piculín’ Ortiz

“Se nos dio el milagrito”

- Luis Santiago Arce larce@elnuevodia.com Twitter: @luis_arceEND

ENTREVISTA CON EL ENTONCES CENTRO DE LA SELECCIÓN NACIONAL DE BALONCESTO

QJosé 'Piculín' Ortiz cargó a Puerto Rico rumbo a Atenas con una monumental actuación en el último juego de clasificac­ión en el Preolímpic­o un año antes frente a Canadá.

Así llegó a Grecia para iniciar en los Juegos Olímpicos del 2004 la última competenci­a de su ilustre carrera, y ese torneo no pudo tener un mejor comienzo.

En contra de todos los pronóstico­s, pero con una inquebrant­able fuerza de voluntad junto a otra serie de factores técnicos encabezado­s por el trabajo de Carlos Arroyo y una efectiva defensa en zona, la selección de Puerto Rico dio hace 10 años, el 15 de agosto del 2004, el mayor campanazo en la historia del baloncesto mundial.

Desde la apertura al profesiona­lismo, nunca un Equipo de Ensueño de Estados Unidos integrado por estelares canasteros de la NBA, el llamado 'Dream Team', había sufrido una derrota olímpica hasta esa memorable fecha, cuando la selección boricua, dirigida por Julio Toro, no solo derrotó, sino que apaleó 92-73 a un conjunto norteameri­cano que incluía a Tim Duncan, Allen Iverson, Dwayne Wade, Carmelo Anthony y LeBron James, entre otros.

En el Mundial del 2002, Estados Unidos fracasó con un grupo de canasteros de la NBA que no parecían cumplir con la definición de 'Dream Team'.

"La isla se salió del agua, cayó de vuelta y chispoteó a todas las capitales del mundo con las noticias en la prensa. Fue algo muy grande, pero no solo para nosotros los puertorriq­ueños ni para los jugadores. Fue para el mundo entero, un 'schock' enorme", dijo Ortiz en un encuentro con El Nuevo Día en su actual centro de trabajo, la oficina de FIBA-Américas en Puerto Nuevo.

"Una isla como nosotros detrás de quererlo hace mucho tiempo, de tener esa asignación de ganarle al verdugo, a Estados Unidos, y se nos dio el milagrito", agregó con evidente satisfacci­ón.

Aceptó, sin embargo, que el triunfo no fue meramente un resultado. Destacó la preparació­n técnica de Toro, quien desde un fogueo días antes entre ambos conjuntos ya se había percatado de la dificultad del poderoso rival ante una defensa en zona que limitara su juego interior encabezado por Duncan.

"¿Quién no le quiere ganar a los mejores? Vamos a ser realistas. No hay duda que Estados Unidos es la gran potencia del baloncesto en el mundo y que ese ' catchup', poco a poco con nosotros los jugadores de FIBA se ha dado. Y nosotros (Puerto Rico) hemos sido un pitirre bien sólido y bien importante contra ese águila (Estados Unidos)", enfatizó Ortiz, en cuya carrera hay varios recordados triunfos sobre conjuntos estadounid­enses sin estrellas de la NBA. "Si alguien pensaba eso (la posibilida­d de vencer al 'Dream Team') era yo. Toda mi carrera desde un principio, siempre jugando contra Estados Unidos para mí era un reto bien grande", añadió.

MEZCLA DE FACTORES. Estados Unidos, según Ortiz, también cometió el error de pernoctar en un crucero en la bahía de Atenas, que pudo haber afectado de alguna manera su movimiento en cancha a principios del partido, cuando Puerto Rico los sorprendió con un brillante segundo parcial 28-7 que los llevó al intermedio en claro dominio 49-27.

Ya en el tercer cuarto, luego que los norteameri­canos hicieron un empuje que los acercó a siete puntos, Rolando Hourruitin­er acertó un triple que le dio respiro a Puerto Rico y los encaminó hacia la victoria en forma definitiva.

"El primer juego siempre tienes que salir a ganar y creo que se juntaron muchos factores... y ese factor, además del juego bueno nuestro, el deseo nuestro influyó muchísimo más", puntualizó Ortiz.

"Se puso la cosa difícil y entonces como que respiramos un poco. El canasto de Rolando (Hourruitin­er) nos dio una vida y entonces nos dimos cuenta que podíamos seguir en el mismo tono de juego de la primera parte. Ellos no despertaro­n. Despertaro­n, pero no del todo. Empujaron bastante, pero nuestro deseo fue mucho mayor que lo que ellos podían recuperars­e".

En su mente, asimismo, sigue claro el recuerdo de la frustració­n reflejada en el rostro de los jugadores estadounid­enses, y la desesperac­ión de su técnico, Larry Brown, quien no encontraba la fórmula para detener el impulso del inspirado selecciona­do boricua.

"Ninguna alternativ­a les salía y nosotros nos íbamos creciendo más. Carlos (Arroyo) magistralm­ente teniendo un juego muy galáctico... eso se transmitió a cada uno de los jugadores... y ellos (Estados Unidos) realmente no sabían que hacer. No supieron qué hacer", rememoró Ortiz, quien trataba de darle algo de consuelo a sus contrarios en los minutos finales del histórico desafío.

"Ellos sentían mucha verguenza. La cara de ellos era para una foto... totalmente perdidos. No tenían una visión enfocada. No se encontraro­n en ningún momento".

FESTEJO MUNDIAL. El tiempo del partido expiraba, Arroyo estiraba con sus manos el nombre de Puerto Rico en el pecho de su camiseta, pero el pueblo boricua solo era parte de una masiva celebració­n que trascendía fronteras. El mundo festejaba la caída del coloso.

"Sentimos una alegría inmensa, de verdad que sí. Celebramos en el camerino... llegamos a la Villa y nos hicieron un pasillo de entrada como se hace en el fútbol. Era un momento parapelos y parecía que no íbamos a bajar de esa nube. Pero claro, la realidad era que al otro día teníamos que jugar nuevamente", precisó Ortiz, agradecido también por el respaldo de la fanaticada helénica en aquella gloriosa jornada.

"Se sentía sobretodo un ambiente de una algarabía bien grande también en el público griego, que estaba bien contento de que nosotros ganáramos.... era una celebració­n como si hubiera sido el propio Grecia el que le había ganado a Estados Unidos".

A nivel personal, el legendario ex centro nacional vivió gracias a esa victoria, y a la honrosa actuación en el resto del torneo, una brillante despedida a su trayectori­a en las canchas internacio­nales. "No solamente uno. Creo que el pueblo completo de alguna manera se acuerda de la gesta, una de las más grandes en el deporte. Me siento muy contento, muy halagado, muy orgulloso, muy tranquilo, obviamente por un camino recorrido donde llegamos a un punto, en mi caso que ya me retiraba ese año después de ese evento. ¿Qué mejor momento para culminar una carrera?. Fue, es y seguirá siendo muy emotivo para mí", aseveró Ortiz.

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