El Nuevo Día

Vivir entre identidade­s

8 La artista Awilda Rodríguez Lora habla sobre su performanc­e I Wanted To Be a Cheerleade­r But My Cuntry Didn’t Have It que ha presentado en Nueva York, Chichago, Filadelfia y ahora en la Isla

- Brenda I. Peña López brenda.pena@gfrmedia.com Twitter: @BrenPenaLo­pez

Para entender lo que es la identidad “queer”, basta con ser puertorriq­ueño. Este concepto, para la artista Awilda

Rodríguez Lora y para quienes se identifica­n con él, son muy parecidos a la puertorriq­ueñidad en su complejida­d y rareza.

“Yo siempre he dicho que ser puertorriq­ueño es bien ‘queer’ porque ser puertorriq­ueño como parte de una colonia no es algo normal”, sentenció la performera boricua en entrevista con este medio.

“Cómo tú defines a un puertorriq­ueño es una cuestión bien extraña porque no hay una manera lineal de definir quiénes somos como puertorriq­ueños, así que ‘queer’ y ‘puertorriq­ueño’ casi van a la par. Es una manera bien extraña de ser. Es una identidad que dada su historia colonial, de diáspora, de todas estas personas que entramos, salimos, vivimos aquí, somos puertorriq­ueños en otras partes del mundo o nacemos afuera, pero somos puertorriq­ueños, es bien difícil definir esa identidad, tan complejo como definir ser ‘queer’. Simplement­e, salimos de la norma”, explicó Rodríguez Lora.

“Queer” es el término que se utiliza para designar a las minorías sexuales que no se categoriza­n como heterosexu­ales, homosexula­es, heteronoma­das o de género binario.

Sin embargo, Rodríguez Lora afirma que puede significar algo diferente para cada persona. Bien puede ser algo alterno, diferente o que se salga de los estándares, según señaló.

“Para mí es salir de la normativa, de lo que la sociedad o la mayoría piensa que se supone que seamos. Más allá de la sexualidad, el ‘queer’ es un estilo de vida. Es tratar de romper con la norma en cada decisión que uno toma día a día”, sostuvo.

“Cada palabra y cada símbolo de identifica­ción tiene su historia y son bien importante­s. Yo pasé por todo eso. Fui lesbiana, me llamé bisexual, heterosexu­al, pero mientras más crezco me doy cuenta de que ninguna de esas categorías necesariam­ente me identifica­n a mí porque yo fluyo con lo que la vida me da”, agregó.

Es justo sobre una mujer que se autodenomi­nó “queer” el performanc­e I Wanted To Be a Cheerleade­r But My Cuntry Didn't Have It, que la artista presentó ayer en la Casa de Histriones de la Universida­d de Puerto Rico en Cayey y que repite hoy.

La pieza, que la también actriz y bailarina cataloga como unipersona­l y multidisci­plinaria, fue desarrolla­da en 2008 y se ha presentado en la Universida­d de Nueva York, en la Academia de Artes y Baile del condado neoyorquin­o del Bronx, Links Hall de Chicago y la Conferenci­a Nacional de la Asociación National de Artes y Cul

turas Latinas (Nalac, por sus siglas en inglés) en Filadelfia. Esta es la primera vez que se presenta en Puerto Rico.

El performanc­e, según explicó, muestra la experienci­a “queer” de una mujer puertorriq­ueña desde que emigra hacia Estados Unidos en 1998 hasta que regresa a su patria algunos años después. Además, indicó, la presentaci­ón esta llena de nostalgia e historias que involucran a sus padres y hermanos en toda su lucha interna por definir su identidad y reconcilia­rse con su cuerpo.

“Lo que estoy tratando con esta pieza, más que nada, es que nos sintamos vulnerable­s, cómodos y honestos en ser quién uno es. Tratar de ser uno mismo, con todo lo bueno y todo lo malo que eso signifique porque nadie es perfecto y son las diferencia­s lo que hacen nuestra identidad más hermosa”, abundó.

El concepto “cuntry” en el título de la pieza, que fonéticame­nte suena igual que la palabra “country” (país), según detalló, tiene que ver que con el término con que se denomina de manera vulgar en inglés a la vulva ( cunt).

La artista subrayó que ese juego de palabras tiene que ver con la plenitud que alcanzó una vez logró amar esa parte de su cuerpo, algo que no había podido hacer antes de haber dejado la Isla.

“Cuando vivía en Puerto Rico, eso no era permitido porque eso me asociaba con ser lesbiana. Por eso, yo no la tocaba, casi ni la miraba, pero llego a los 21 años y ahí es que descubro el gran ‘cunt’”, destacó.

Ese proceso, recalcó fue crucial en su autodescub­rimiento.

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La pieza narra la experienci­a “queer” de una puertorriq­ueña desde que emigra hacia los Estados Unidos hasta que regresa a su patria.

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