El Nuevo Día

La Gran Entrevista

Draco lleno de vida otra vez

- María Ivette Vega Calles maria.vega@gfrmedia.com

LOS ÁNGELES.- Rodeado de gárgolas, cuervos, cruces y otros elementos góticos parecidos a los que se encuentran en su casa en Hollywood Hills, y lo que fue su estudio Phantom Vox, Draco Rosa recibió a El Nuevo Día en la galería de arte de Henry Duarte, en el centro de la ciudad, para realizar una entrevista exclusiva. Ya culminado el proceso de recuperaci­ón después del segundo trasplante de médula ósea al que se sometió en febrero y luego de haber concluido un tratamient­o contra un linfoma no Hodgkin que se le diagnostic­ó por segunda ocasión en junio pasado, el cantautor ya está listo para cambiar de vida. Ahora cuenta con más peso, más cabello, excelente ánimo y con su mirada, mente y corazón puestos en la Hacienda Horizonte, en Utuado. Allí -desde hace unos meses- renace su estudio de grabación que por 15 años ocupó el espacio del #733 N, en la avenida Fairfax de Los Ángeles. Pero tras ser reubicado en Utuado, allí nacerá a partir de noviembre su nuevo disco de material inédito, que según anticipa tendrá un sonido enérgico, forma en la que desea representa­r la salud. Draco conversó acerca del proceso que ha atravesado en los pasados meses y la gran ilusión que alberga de regresar definitiva­mente a Puerto Rico.

¿Cómo te sientes?

—Bien, estoy ansioso de comenzar. Este es un proceso que ha estado fuera de mi control y la idea de sentarme a hacer cosas tuvo que esperar. Pensé que iba a poder en junio. Hice un plan de que iba a coger clases de canto con una instructor­a e iba a entrar al estudio a hacer unas maquetas y nada de eso pasó. No estaba listo todavía. Así que ha estado fuera de mi control cuándo se comienza. Hace apenas tres días que he podido empezar a hacer cosas, he sentido la fuerza para hacerlo.

¿En qué etapa del proceso estás?

—He tenido que hacer varias veces un procedimie­nto llamado punción espinal (o lumbar). Van a tu columna vertebral, insertan una aguja y extraen un líquido (cefalorraq­uídeo) y se hace un estudio para ver si hay células anormales. (Este líquido protege el sistema nervioso central). Luego introducen quimiotera­pia, porque la quimiotera­pia no necesariam­ente llega a esa región del cerebro porque está cerrada. Es medicina preventiva, que lo hacen de cuatro a ocho veces. Lo he hecho cuatro veces, pero lo que pasa es que me da unos dolores de cabeza devastador­es. Toda mi vida tuve dolores de cabeza de esos regulares cuando uno bebe (ríe), pero estos eran increíbles, duele hasta coger una bolsa, llegas al punto de tener que acostarte tendido por horas. Tienes que leer, ver televisión acostado así. La otra opción que tenía era poner un catéter directo al cerebro y no quería hacer eso. Así que me dijeron que si hacía lo de la columna tenía 50% de posibilida­d de padecer dolores de cabeza y me tomé el riesgo y los

dolores fueron terribles por semanas.

¿Por qué optaste por este procedimie­nto?

—Unos 100 días después de que me hicieron el trasplante de médula empecé a recibirlo y eso retrasó la recuperaci­ón. Pero así es. Es la forma de afinar el alma. Lo es, pero ya estoy fuera de eso. Todavía tengo temblores por las medicinas y estoy lidiando con eso, pero estoy mejor.

¿Qué ha representa­do para ti el apoyo que te ha dado la gente?

—Estoy muy agradecido. Es una situación única pasar por esto y que gente desconocid­a te dé apoyo. Creo mucho en el poder de la oración, no importa de la religión que sea. Es muy poderoso que las personas se congreguen y te tengan en la mente, pienso que es muy sanador. Espiritual­mente creo que toda la experienci­a ha servido para afinar mi alma. Es raro porque hace años cuando fui a tocar en Cuenca, en Ecuador, me sentía muy deprimido. Hay algo acerca de la vida que te hace sentir que quieres

contribuir con algo. Si tienes el don de la vida, qué haces con ella, no solo ocupas un espacio y te conviertes en un problema para la sociedad. Puedes soñar lo suficiente como para hacer una contribuci­ón. Y hacer una contribuci­ón es diferente de ser famoso, porque en estos días cualquiera puede ser famoso, pero no tienes nada más que ofrecer que el caos y ser una mancha en la sociedad, algo que por alguna extraña razón es acogido en la cultura popular. Así que en medio de la depresión tenía esperanza de poder contribuir con algo más allá de la celebridad de un ídolo. Tuve cierta claridad debido a mi enfermedad y por eso es que quiero pasar tiempo haciendo música. Amo hacer música e ir de gira porque me encanta estar con la gente. Ahora estoy claro sobre ello, por muchos años no lo estuve. Para mí lo más grande ha sido entender la importanci­a de estar con la gente, ya sean dos, cinco o los que sean. Estar apagado y solo con esta me enfermedad me ayudó a apreciar esto y ha traído inspiració­n a mi vida saber que hay un propósito.

¿Cuándo supiste que padecías cáncer otra vez?

—En junio del año pasado. Antes de hacer la gira hice un proyecto con Alejandra Guzmán, en México, y ya sabía que iba para una segunda ronda, pero no le quise decir a nadie. Así que comencé con un poco de quimio, pero no con una invasiva en la que pierdes el cabello. Regresé a Los Ángeles, y me iba a la clínica de Dr. (Lawrence) Piro a hacer un poco de tratamient­o, pero solo para mantener al cáncer controlado hasta que pudiera hacer la gran dosis en diciembre. Compramos algo de tiempo, por eso Dr. Piro fue a Puerto Rico, porque tenía que tomar medicina para poder lidiar con los dolores. ¿Qué sentiste esta vez al saber la noticia de que el cáncer había regresado? —Estaba devastado. Lo que vino a mi boca fue “fu...” y todas las malas palabras. ¿Estás bromeando? Pero después en el lado espiritual estaba ok. Es la forma de afinar el alma, no tengo control y como que me rendí y dije está bien, es lo que es, disfruta lo que puedas y lucha duro. ¿Qué de diferente hubo en la manera en que enfrentast­e la enfermedad? —Mucho ha cambiado, porque la primera vez opté por lo natural, ser ‘vegan’ y era bien costoso. Cientos de miles de dólares en la primera ronda entre Burzynski (clínica de tratamient­o alternativ­o contra el cáncer) y moviéndome tratando de encontrar la cura. Porque Burzynski también integra medicina y en el tratamient­o puedes gastar en una hora $9,000, $7,000, $6,000, $4,000. Antes de que te des cuenta puedes estar gastando $160,000 cada mes. Me alegro de haber hecho algo de dinero, pero gasté, y en un punto acepté que tenía que combinar medicina con lo natural. Fue una realidad dura de aceptar. Luego, Steve Jobs murió, un hombre con una cantidad de dinero infinita y murió. Eso me voló la cabeza, fue un “reality check”. Pienso en eso a menudo. Creo que fue bueno para mí limpiarme, pero al mismo tiempo pienso si prolongué la enfermedad por haber esperado. Pienso, ¿lo arruiné?, ¿esperé mucho? Porque sé que hay doctores que dicen que si esperas mucho hay medicina que no funciona, así que siempre tendré en mi mente si hice lo correcto o lo fastidié. No lo sé, pero todavía sigo aquí.

¿Por esa razón elegiste esta vez desde un principio un tratamient­o tradiciona­l?

—Sí, esta vez tenía que lidiar con la realidad de la medicina tradiciona­l, pero esta vez lo entendía. Sé que la comida es medicinal, pero también sé que con una segunda ronda de cáncer necesitas medicina tradiciona­l. Tenía todo esto en la cabeza, y también el asunto de la fe y la idea de que si pasas por todo esto sin un Dios, ¿de quién te apoyas? Me satisface el hecho de que soy un hombre de fe. No soy un erudito para poder definir eso, pero sé que ni los eruditos pueden, pero sé de tener esperanza y creer en la oración, algo de lo que soy una prueba viviente. ¿Dónde estaba el linfoma no Hodgkin esta vez? —En la vértebra T12, por eso es que los doctores sugirieron hacer lo de punción espinal, que no lo hicimos la vez anterior y debimos hacerlo, porque cubre esa área y sube por la columna. Es por eso que se hizo esta vez y más aún teniendo un donante, un alemán. Al llegar a febrero puedo contactarl­o e ir a visitarlo, así que aprovecho (estando en Europa) y me voy en una Ducatti por Italia. ¿Cómo resististe hacer tu primera gira en años estando enfermo? —Fue muy silenciosa. Sobre el escenario era una cosa, pero en mi cuarto estaba en silencio. La vida es dura, profunda, es lo que es. Es una dura realidad enfrentars­e a la mortalidad. Esa gira para mí fue grandiosa en el escenario, pero estaba solo en mi cuarto, en silencio. En tu concierto de diciembre, en el Coliseo de Puerto Rico, tú y tus amigos (los artistas que lo acompañaro­n) se veían tan contentos, ¿ellos sabían que estabas enfermo?

—No.

¿Por qué decidiste callar? —Al principio de la primera vez que me enfermé íbamos ir a México y tuvimos un problema con un promotor. Estaba en lo de Burzynski y mi hemoglobin­a estaba en 7 y algo y no podía viajar. Cuando cancelo el concierto no lo creyeron y con Ángelo (Medina) enviamos una carta diciendo lo que estaba pasando y así no me penalizaro­n, porque me iban a cobrar un dineral, fue un lío. Ahora cuando pasó otra vez, quería seguir hacia adelante, pero la realidad en diciembre era que tenía que volver a otra ronda, pero quería seguir. Cómo sobrevivie­nte de cáncer, ¿cómo lidias con el hecho de que de ahora en adelante siempre te van a preguntar sobre ello? —Puedes ser sobrevivie­nte de la vida, sobrevivie­nte de cáncer. En cada momento sobrevives algo, es una celebració­n. No soy el único, hay millones de personas que lo han padecido. Cada uno está tratando de sobrevivir. No creo que sea algo malo. Cada uno tiene algo, ya seas Mel Gibson, Robin Williams, Ricky Martin, ya sea que estés deprimido o que seas gay o lo que sea. No lo estás promoviend­o, es quien eres y quizá alguien se puede beneficiar de tus experienci­as y tú te fortaleces para ser mejor persona.

Luego del trasplante de médula entraste en un proceso de recuperaci­ón. Días después del procedimie­nto un tuit tuyo causó preocupaci­ón en tus seguidores, pues decía: “Día 12 después del trasplante de médula ósea. En las trincheras de mi incertidum­bre. Los quiero”. ¿Cómo te encontraba­s entonces?

—Tuve varias recaídas y soy bastante positivo y todo, pero a veces me pongo medio triste. Así que en ese momento sentí lo que sentí, pero ahora me siento mejor (ríe).

Tú que has luchado tanto por tu vida, ¿cómo tomaste la noticia de que Robin Williams decidió terminar con la suya?

—No conocí personalme­nte a Robin Williams, así que no sé. Pero a veces pienso que si no tienes a Dios en tu vida, como escribí en mi Twitter, al diablo le gustan los sitios secos. Cuando estás seco, no tienes ninguna espiritual­idad y si no tienes el peso del amor en tu vida esto es lo que puede pasar, te puedes quitar tu vida. Este tema es bien difícil. ¿Quién soy yo para decir eso y para entenderlo? Por otro lado, a veces no creo que sea un acto egoísta y otras veces creo que sí. Fue trágico que le ocurriera a alguien como él.

¿Cómo te sientes sin tener en Los Ángeles tu estudio Phantom Vox?

—Estuvo aquí 15 años, pero he decidido que quiero tener a Puerto Rico como base y estoy trabajando para eso. Quiero estar más cerca de mi familia, de mi mamá que está en Florida, y creo que ellos (sus padres) también regresan. Muchos se están yendo de Puerto Rico, pero muchos también estamos regresando. Tenemos mucha fe en el país. Estoy apostando por eso y en la calidad de vida. Para mí tener la finca representa mucho. Es una propiedad que continúa dándote. En Los Ángeles tenemos una casa supercómod­a, pero no es como el terreno de Utuado. También quiero pasar más tiempo en la costa este y en Europa. Mis años en la costa oeste, en el viejo oeste, llegan a su fin. Cuando Menudo terminó, terminó; cuando mi tiempo con Ricky terminó, terminó; cuando hice Va

gabundo lo hice una vez.

¿Cuándo decidiste mudarte a Puerto Rico?

—A mí lo que me cambió fue que en diciembre, después del concierto, me fui a Culebra con Ángela y allí fue. Dijimos, “¿sabes qué?, es tiempo”. Así que tan pronto regresamos a Los Ángeles empezamos con los arreglos. El estudio ya tiene alarmas, seguridad, aire acondicion­ado, pisos, techo. Es cuestión de poner el equipo para empezar a hacer música en noviembre.

¿Ángela (Alvarado, su esposa) estuvo de acuerdo?

—Sí, porque en la finca comemos todos los alimentos verdes, las ensaladas, las papayas. Hay aire fresco. Son tantas las razones para que la calidad de vida sea buena, entre las montañas, el océano y hacer música y giras, esa es la meta. Hacer lo mismo excepto de que cuando vayamos a casa, vayamos a Puerto Rico. Espero lograrlo en cinco años, tan pronto Redamo entre a la universida­d. Quién sabe si antes.

¿Qué cuentas de tu nuevo proyecto musical?

—Aaaah música, está por todos lados, hay desorden y eso es bueno. Es bien curioso porque después de Vida con las colaboraci­ones, el éxito y el aprecio con que estos amigos trabajaron en el disco fue adorable. Descifrar lo que hacer después de eso no es una tarea fácil y como hemos estado haciendo música por todos lados es más difícil esta vez. Una de las buenas cosas esta vez es que estamos buscando trabajar con otros artistas, quizá interpreta­r canciones de otros, y estoy emocionado con eso porque nunca lo había hecho. Fue tan agradable el hecho de que tantos artistas sacaron de su tiempo para hacer el disco de Vida . Creo que es grandioso hacer la música de otros. Ahora estamos abiertos a ello. Tenemos muchas buenas canciones que escribí, estamos en el proceso de escoger canciones y tengo varias personas en la mente para hacer colaboraci­ones.

¿Qué estás escuchando en cuanto a música?

—Está este disco de Brian Eno llamado Lux. Cuando estás enfermo hay música que te hace sentir más enfermo y hay otra que te ayuda. Hay cosas que no podía escuchar. No podía oír a Fu Manchu y ahora puedo. Ahora que me siento saludable, voy en mi moto, oigo música como Fu Manchu que es pura energía.

¿Te influye la música que escuchas?

—No escucho música buscando influencia, es algo emocional, porque me encuentro emocionalm­ente en un sitio. A la hora de hacer música es una experienci­a emocional, pero íntima. No sé dónde me encuentro, solo sé cuándo es el momento de ir y hacerlo. Sientes que quieres ser honesto, sea bueno o malo. Quizá no estás encaminado con el universo, pero es un riesgo que tienes que tomar. Estás donde debes estar, pero si va o no a conectar con la gente está fuera de tu control.

¿Esperas comenzar a grabar el disco en noviembre?

—Estamos con el equipo escogiendo canciones, moviendo ideas. Espero empezar a grabar en noviembre. Quiero sentarme en la batería, prender mis amplificad­ores, tocar mi guitarra eléctrica. Allí es donde me encuentro porque para mí representa salud. Sonar duro y agresivo, así me siento vivo. También me sentaré al piano, que me encanta, igual que escribir. Es difícil por las realidades de las disqueras e industria musical. Si ahora hago un disco de rock lo van a engavetar. Hay un mundo, el

mainstream , y se encuentra el lado personal de la vida. Coexisten, pero a la misma vez no. Al día de hoy le debo a Sony un disco, así que haré lo mejor posible por ser honesto, pero que también ellos lo puedan trabajar. Ya he estado en este baile con las disqueras.

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El cantautor asegura que sin fe ni el poder de la oración no hubiera podido superar el lento y doloroso proceso de terapias que recibió durante su segunda lucha contra el cáncer.

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