Un don que supera cualquier limitación
Marilin Rivera es ejemplo de lo que puede lograr con dedicación
Sentada en su silla de trabajo, la artista plástica Marilin Rivera Hernández, de 27 años, cierra los ojos, extiende los brazos e inhala mientras los sube hasta unir las palmas de sus manos. Lentamente, las baja hacia su pecho mientras exhala. Hace la señal de la cruz y fija la mirada sobre el lienzo que tiene ante sí.
En el lugar se escucha música instrumental suave, pero se observan colores fuertes. ¡Muchos colores! En las obras de arte, en los salpicones en paredes y piso, en los potes de pintura que hay sobre mesas y estantes y en lámparas rescatadas que también fueron cubiertas de muchos colores.
Trabaja en dos piezas y en ambas predomina el rojo. Una, cuadrada y con varios corazones, probablemente sea parte de la muestra que exhibirá, en febrero, la Compañía de Turismo de Puerto Rico. La otra, redonda, tiene una foto suya en el centro y será un regalo a alguien muy especial.
“La vida de ella es esto”, asegura Pedro Rivera, padre de la artista, que el 4 de noviembre de 1986 sorprendió al nacer hembra (después de tres hijos varones) y con síndrome de Down.
La joven comparte su estudio, una habitación del apartamento familiar, con su madre, Marilin Hernández, de quien heredó el amor por el arte.
“Mi arte de es de peces, es de todo”, le dijo a El Nuevo Día.
Al principio, la conversación no fue tan fluida, y comprender sus respues- tas era un poco complicado, pero con pocas palabras Marilin hizo claro qué le gusta, qué la inspira.
“Uso colores y brillo. Me encantan todos los colores, el azul, todos los colores. Pinto de la playa, de todo, casitas, de todo. Me encanta la playa, los animales marinos (peces, tortugas, estrellas y caballitos de mar). Ahora vamos a pintar estos papeles con corazones. Me encantan los corazones. Tiene dorado, tiene azul de brillo y rojo. Me encanta todo el brillo”, expresó.
Hace unos seis años Marilin comenzó a ir al taller de arte que ofrece el maestro Hubert Caño en la Fundación Puertorriqueña Síndrome Down.
“Al entregarle los materiales para producir arte, noto que tiene una libertad, una forma de crear única, que
es lo que hace que yo continúe desarrollando su técnica”, recordó.
Su ojo clínico no falló, y hoy por hoy Marilin ha participado con éxito en competencias de arte a nivel local, ha expuesto en espacios locales como la Compañía de Turismo, colectivas y el Centro Cardiovascular de Puerto Rico y el Caribe (donde sus piezas se exhiben hasta el 31 de octubre), así como en Nueva York y España.
“Yo soy su profesor, pero, definitivamente, ella me ha ayudado mucho más a mÍ”
HUBERT CAÑO
Maestro de pintura