¿SU NOMBRE?
No, no el suyo, el nombre del idioma que compartimos, ¿español o castellano? Según Guitart, los boricuas, cubanos, colombianos, dominicanos y venezolanos entre muchos otros hablantes de Hispanoamérica, le llamamos español. Pero para los argentinos, los peruanos, y los chilenos, por solo mencionar unos pocos de muchos tantos, es castellano. ¿Cuál es la diferencia? Ninguna. Nuestra lengua tiene dos nombres, por razones históricas y políticas. El castellano era la lengua del reino de Castilla, donde surgió. Y Castilla, dinámica y agresiva, llegó a dominar todo lo que hoy conocemos como España. A medida que el reino se expandía, el castellano desplazó a los dialectos de las zonas vecinas. El asunto es que Castilla, ni tonta ni perezosa, impuso su lengua, le cambió el nombre de castellano a español para darle un matiz nacional (movida estratégica genial), y la oficializó. Esto molestó a muchos (como pasa cuando se imponen cambios a la trágala). La piquiña lingüística también ocurrió en América por razones políticas, y sobrevive hasta nuestros días. Cuando en el siglo 19 muchos países de Sur América se liberaron de España, dejaron de llamarle español a su lengua, y la llamaron castellano, como una “declaración de independencia”. Guitart dice, y con razón, que sería más lógico llamarla castellano, pues en España hay varias lenguas españolas.