El Nuevo Día

Los acordes de Lisboa

Ciudad de navegantes y poetas en donde el río Tajo le copia la inmensidad al Atlántico.

- Por Wanda Mártir

Entre las capitales europeas, Lisboa lleva tiempo vestida con traje humilde. Pero los pliegues de sus crisis económicas la han promociona­do como uno de los destinos turísticos más asequibles del Viejo Continente. Hoy, el indomable espíritu de los lisboetas conquista a sus huéspedes y enfrenta las dificultad­es con la misma vehemencia con que sus marineros surcaron océanos y los versos de sus poetas alentaron revolucion­es.

Al viajero boricua que desee conocer la capital de Portugal le aguarda un paisaje urbano repleto de miradores, de fortalezas y decorado con los más hermosos azulejos. La exploració­n transcurre desde nostálgico­s tranvías eléctricos y por escarpados barrios en donde los acordes de su melancólic­a música, el Fado, invitan a conocer el alma portuguesa.

CIUDAD CAPITAL

A Lisboa llegué por recomendac­iones. La primera me la ofreció la cantante de Fado Mariza cuando cantaba “ella vende sueños y brisa salada del mar. Anuncia tormentas. Su nombre es María y su apellido Lisboa”. Este y otros de sus Fados me hablaron de la ciudad que luego imaginé a través de los ojos de Amadeu de Prado en el relato Tren

nocturno a Lisboa o a través de los relatos de José Saramago.

Este año fue su atmósfera y los sonidos de las ruedas de sus tranvías eléctricos en la película europea Ima

gine los que finalmente me animaron a conocer personalme­nte a esta fascinante ciudad.

Describir a la capital lusa no es tarea fácil. Su centro, sobrevivie­nte de terremotos, revolucion­es y modernas crisis económicas, se asemeja por momentos más a nuestro Santurce que al glamoroso París. Pero Lisboa es esencialme­nte europea, en su historia y carácter cosmopolit­a, en sus contrastes arquitectó­nicos y culturales. Ante el visitante aparece, a veces, compacta y dulce como sus pasteles de nata o fresca y salada como la brisa del mar que se cuela por la ancha desembocad­ura del Tajo.

La exploració­n de Lisboa requiere de un buen par de zapatos con los que recorrer las siete colinas y las escabrosas calles en donde se afincan sus barrios más céntricos. La mejor manera de conocerlos es subiendo al antiguo tranvía eléctrico 28 cuya ruta lo llevará por los lugares más representa­tivos de la ciudad.

Otra alternativ­a sumamente entretenid­a la ofrecen los veloces triciclos motorizado­s de Tuk-Tuk-Lisboa. Hasta tres personas pueden disfrutar en éstos de los circuitos turísticos y de las explicacio­nes que sus simpáticos choferes ofrecen en cada parada.

DÓNDE COMENZAR

El recorrido puede iniciar en la Alfama, el barrio medieval de artistas y de Fado. Desde su Miradouro da Nossa Senhora do Monte, el punto más alto de la ciudad, disfrutará de una impresiona­nte vista panorámica. En su pequeña capilla del siglo XII es común encontrar a embarazada­s que vienen a sentarse en su banco de piedra o cadeira para asegurarse un parto sin problemas.

El descenso por la Alfama lo llevará al Campo de Santa Clara bordeado por las blancas iglesias de Santa Engrácia y de Sao Vicente de Fora. Los martes y sábados se celebra aquí la Feira da Ladra, el mercado de pulgas más famoso de Lisboa. En la Feria se venden las más diversas antigüedad­es y artículos autóctonos, pero cuidado, su nombre se traduce como mercado del ladrón y algunos artículos como los típicos azulejos sólo se deben adquirir si su vendedor ofrece prueba de su procedenci­a legal.

El carácter morisco de la Alfama se refleja en el laberinto de estrechos y empinados callejones que conducen a amplios miraderos como la Terraza de Largo de Portas do Sol, enfrentada a las cúpulas de sus blancas iglesias y a la inmensidad del río Tajo.

Cerca de aquí se encuentra el Café do Eléctrico, que popularizó la película

Imagine. Este sencillo cafetín de esquina es ideal para contemplar desde su improvisad­a terraza el pasar del tranvía 28 mientras Sandra, su propietari­a, se desvive para complacert­e con sus pasteles de nata. Los también llamados pasteles de Belém son dulces tartitas de crema hechas a base de hojaldre, yema de huevo, leche y azúcar.

A pasos de aquí encontrará­s el Castelo de São Jorge, una fortaleza medieval del siglo VIII que domina la silueta de este barrio. Atravesand­o su Arco de San Jorge se accede al castillo en cuyo interior una cámara oscura ofrece a través de lentes y espejos una visión en 360° del trajín en las calles ciudad.

El cercano Resto do Chapito ofrece agradables terrazas desde donde disfrutar en tranquilid­ad de la vista desde la Alfama. A este local, como a casi todo en Lisboa, lo envuelve una interesant­e historia. Sus recintos albergan una famosa escuela de artes circenses fundada por Tété, (Teresa Ricou), la primera mujer payasa de Portugal.

La Alfama se disfruta mejor durante las mañanas cuando sus vecinos salen a hacer sus compras y durante la noche cuando sus locales de Fado abren sus puertas. En el restaurant­e São Miguel D'Alfama o en la Taberna A Baiuca podrás disfrutar después de cenar y a media luz de la intensidad de esta música. En los barrios de Baixa Pombalina, el

downtown de Lisboa, de Chiado y en el Barrio Alto se concentra el comercio, la gastronomí­a y los monumentos más distintivo­s de la ciudad. Imperdible­s en esta parte de Lisboa es pasearse por la Plaza Comercio a orillas del Tajo, por la peatonal Vía Augusta o subirse en el Elevador de Santa Justa que conecta los barrios.

Baixa le debe su apellido al Marqués de Pombal, que se encargó de su reconstruc­ción después del gran terremoto que devastó a Lisboa en el 1755. Tras la catástrofe, sus calles fueron diseñadas cuadricula­das y no según las

inclinacio­nes y curvas de antes.

Aquí encontrará­s históricas plazas como el Rossio o Plaza de Don Pedro IV con su piso de mosaicos ondulados. Su arteria comercial principal, la Vía Augusta, conduce hasta un gran arco triunfal inspirado en el de París, y desemboca en la imponente Plaza del Comercio a orillas del Tajo a donde antiguamen­te eran desembarca­dos para la venta los productos de ultramar.

En Baixa encontrará­s una gran cantidad de vinotecas en donde degustar los típicos vinos portuguese­s de Porto, Alvarinho y Vinho Verde. También, locales gastronómi­cos y marisquerí­as con una impresiona­nte variedad de frutos frescos del mar a precios tentadores. Pero es en los cafés y repostería­s típicas de ese barrio como la Beira Gare o el Café Chineza del 1886 con su generoso surtido de dulces típicos a donde desearás entrar una y otra vez.

A la llanura de la Baixa le sigue la subida hacia el Chiado, ya sea a pie o en el Elevador de Santa Justa. Esta torre de hierro llamada por los lisboetas Elevador do Carmo se levanta sobre la calle de Santa Justa y la conecta con la comercial Plaza do Carmo.

En el Chiado encontrará­s modernas tiendas y galerías como los Armazéns do Chiado, uno de los pocos centros comerciale­s de la ciudad. Pero en Lisboa la modernidad no le ha restado popularida­d a sus locales más auténticos como el histórico café A Brasileira. Aquí, entre sus paredes pintadas de frescos, el poeta luso Fernando Pessoa solía componer sus versos. Hoy una estatua suya se confunde con los comensales que se sientan en la terraza de este hermoso local.

A pocos pasos de aquí está también la tienda de café A Carioca, con su decoración de siglo XIX y su gran surtido de dulces, chocolates y cafés provenient­es de las antiguas colonias portuguesa­s. En el Chiado se topará también con la cervecería más antigua y hermosa de Lisboa, la Cervejeria Trindade. En sus salones cubiertos de bellísimos azulejos podrás disfrutar de la frescura de la cerveza que se produce aquí desde hace 170 años.

Por encima del Chiado, se levanta el Barrio Alto, una zona ideal para disfrutar de las más animadas noches lisboetas. En fin de semana la juventud lusa se desborda por sus empinadas cuestas y llenan los bares y clubes de música y de Fado que comparten las estrechas calles de este barrio.

Un ambiente menos bullicioso se disfruta en su Miradouro de Santa Catalina con su vista al Tajo. Desde aquí se aprecia el Puente del 25 de abril, que con su diseño se asemeja al Golden Gate de San Francisco. Su nombre se inspira en la Revolución de los Claveles del 1974, que puso fin a la dictadura y dio paso a la democracia actual.

También en la cima del Barrio Alto se encuentra el Miradouro de São Pedro de Alcantara, un jardín con una vista que enfrenta a la Alfama y a su castillo de Sãn Jorge. La empinada cuesta hacia este miradero se deja hacer en un fu- nicular del 1855, el Elevador Gloria.

Cerca del miradero puedes degustar las variedades de los dulces vinos de Oporto en el Solar do Vinho do Porto cuya selección reúne sobre 150 marcas de este vino portugués. También, a pasos de aquí en la terraza del original café con atmósfera hindú Lost in Emplanda Bar, podrás disfrutar de la vista con una reconforta­nte taza de chá (té) o alguno de sus refrescant­es cocteles.

Por último, en tu exploració­n por Lisboa no debe faltar la visita al barrio de Belém y al moderno Parque das Nações. En Belém descubrirá­s el pasado conquistad­or y marítimo de Lisboa representa­do en la blanquísim­a Torre de Belém, el Mosteiro dos Jerónimos y el Padrão dos Descobrime­ntos, un monumento dedicado a los navegantes portuguese­s.

Una Lisboa más moderna se aprecia en el Parque das Nações en donde se celebró en el 1998 la Exposición Mundial de Portugal. Un hermoso malecón a lo largo del río Tajo y cruzado por un teleférico enmarca un espacio urbano en donde se combinan los jardines y la arquitectu­ra moderna. Aquí encontrará­s el impresiona­nte Oceanário de Lisboa, el segundo mayor del mundo y la Estación de Oriente diseñada por Santiago Calatrava.

Fernando Pessoa escribía que “el Fado no es alegre ni triste”. Después de conocerla me parece que también Lisboa es así, ni rica ni pobre, ni antigua ni moderna, sino llena de contrastes y siempre fascinante como su música.

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 ??  ?? Arriba, el monumento Padrão dos Descobrime­ntos.
Arriba, el monumento Padrão dos Descobrime­ntos.
 ??  ?? A la izquierda, muestra de los azulejos que se aprecian a través de toda la ciudad.
A la izquierda, muestra de los azulejos que se aprecian a través de toda la ciudad.
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El Castelo Sao Jorge se entremezcl­a con los modernos edificios de la ciudad capital de Portugal.
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 ??  ?? Arriba, la Plaza do Comercio. Abajo, la Torre de Bélem.
Arriba, la Plaza do Comercio. Abajo, la Torre de Bélem.

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