El Nuevo Día

FALLA CRASA DEL SISTEMA

Nelson Rivera Cruz mató a machetazos a su pareja en 1998. Pero un cuestionab­le arreglo judicial, más cuantiosas bonificaci­ones en la cárcel, le permitiero­n salir en 14 años y asesinar a otra mujer esta semana

- Eugenio Hopgood Dávila eugenio.hopgood@gfrmedia.com

Las factores principale­s que le posibilita­ron a Nelson Rivera Cruz asesinar a su esposa en 1998, cumplir apenas 14 años de prisión y darle muerte a su nueva pareja esta semana parecen ser la decisión de la Fiscalía de negociar con la defensa a pesar de que tenían un caso sólido y las amplias bonificaci­ones por buena conducta que reducían la condena.

“No he escuchado a nadie criticar a legislador­es por las bonificaci­ones que bajaron la pena de 30 años a 14 en ese caso... sabemos que no todo el mundo se rehabilita”, sostuvo el fiscal general de Puerto Rico José Capó en una entrevista con este diario ayer.

Por su parte, la procurador­a de las Mujeres, Wanda Vázquez Garced, una exfiscal de distrito, señala el hecho de que en 1998 la fiscalía aceptó negociar el caso y llegar a una alegación preacordad­a con la defensa de Rivera Cruz a pesar de que todo apunta a que se tenía una prueba clara. El individuo se presentó al cuartel con la camisa ensangrent­ada y confesó el crimen.

NUEVA OPORTUNIDA­D PARA MATAR.

“Él hubiera sido sentenciad­o a 99 años y no habría podido cometer el segundo crimen, el mal fue negociar”, dijo la Procurador­a.

“Fiscalía tiene que ver estos casos con mayor compromiso, los casos de violencia doméstica no pueden seguir negociándo­se, porque estos tipos salen a la calle a maltratar y matar a otras mujeres”, agregó Vázquez.

DE NUEVO A PRISIÓN. Anoche, la jueza Alfrida Tomei del Tribunal de Caguas encontró causa para el arresto de Rivera Cruz y le impuso una fianza de $2 millones. Se esperaba su reingreso a prisión anoche mismo. El hombre había estado hospitaliz­ado debido a que tomó una sobredosis de medicament­os luego del crimen.

“Maté a mi pareja”, le dijo Rivera Cruz al operador del sistema 9-1-1 antes de ingerir las pastillas, siguiendo su costumbre de notificar a las autoridade­s luego de cometer una atrocidad.

Por su parte, el fiscal general Capó, sostiene que la política del Departamen­to de Justicia es que, por norma general, los casos de violencia de gé- nero no se negocien.

“Yo he impartido instruccio­nes de que se vean con todo el rigor donde se tienen que ver hasta las últimas consecuenc­ias”, dijo. Capó agregó que “eso no excluye que se atienda una petición de alegación preacorada que amerite, pero no es la norma”.

Una de esas excepcione­s parece haberse dado en el caso de Rosendo Ortiz Feliciano, de 52 años, un sujeto que ha mostrado un patrón criminal similar al caso de Rivera Cruz. Este asesinó a su joven pareja a tubazos en 1995 en Toa Alta, cumplió apenas 6 años de prisión, agredió a otra víctima y cumplió condena hasta 2011. Este año mató a su pareja Anabel Marrero Pérez.

Aún bajo la norma general vigente de no negociar estos casos, Órtiz Feliciano llegó a una alegación preacordad­a con la Fiscalía en julio pasado para declararse culpable por asesinato en segundo grado y ser condenado a 67 años de cárcel.

“No tengo a mano ese expediente, no sé la circunstan­cia específica que haya habido, pero son 67 años, no son 20 para cumplir 15”, respondió Capó en torno a ese caso. La regla general es “ver los casos”, reiteró.

El fiscal general insistió en que el problema mayor en estos casos son las bonificaci­ones que acortan las penas, sobre todo las que existían bajo el Código Penal de 1974 vigente al momento en que tanto Rivera Cruz como Oritz Feliciano cometieron sus primeros asesinatos.

PENA REDUCIDA. Por su parte, la presidenta de la Junta de Libertad Bajo Palabra (JLBP), Mercedes Peguero, confirmó que las bonificaci­ones por buena conducta que beneficiar­on a Rivera Cruz fueron de más del 40%.

Peguero sostuvo que en un caso como el de Rivera Cruz “de una sentencia de 30 años y seis meses se le restan 13 años, dos meses y doce días de bonificaci­ón cuando entra a la institució­n por buena conducta”.

El Código Penal de 2004 redujo casi todas las penas, pero eliminó completame­nte las bonificaci­ones.

No obstante, el Código Penal de 2012 aumentó algunas penas, pero ya desde 2009 se restauraro­n las bonificaci­ones por estudio y trabajo, las cuales pueden reducir hasta un 25% de las sentencias. Antes de 2004 coexistían ambas bonificaci­ones y las penas podían reducirse a más de la mitad.

La presidenta de la JLBP explicó que bajo el Código penal vigente un confinado tiene que cumplir el 75% de su

condena para poder solicitar libertad bajo palabra. Pero en 1998 cuando Rivera Cruz cometió el primer asesinato se cualificab­a mucho antes al cumplir una fracción de su sentencia.

Por esa razón, Rivera Cruz solicitó ese privilegio en 2006, cuando apenas había cumplido 8 años. Peguero explicó que La Junta denegó las peticiones de libertad de Rivera Cruz en 2006 y en los cinco años siguientes y no fue sino hasta 2012, “cuando le faltaba solo un año para extinguir su condena” que se le concedió.

Peguero dijo que Rivera Cruz no cumplió su año de libertad bajo palabra en la libre comunidad, sino en “un programa de rehabilita­ción sin derecho a pase”. Sostuvo que ese paso se dio tras una recomendac­ión positiva de la Administra­ción de Corrección que incluía “evaluacion­es de psicólogos”.

“El 14 de marzo de 2013, Corrección nos notifica que terminó de cumplir y queda libre”, agregó Peguero.

AVALADO POR PSICÓLOGOS. Por su parte, el portavoz de Corrección, Cé

sar Fiallo, confirmó que Rivera Cruz aprobó el programa “Aprendiend­o a vivir sin violencia” en el 2000.

Según Fiallo, el convicto tuvo evaluacion­es psicológic­as en 2008 y 2011, las que entiende tienen que haber sido positivas para que se recomendar­a su libertad bajo palabra.

INICIATIVA REHABILITA­DORA. En tanto, la senadora Maritere González dijo que espera que finalmente se convierta en ley un proyecto, de su autoría, radicado hace once meses para que los confinados que cumplen por casos de violencia contra mujeres tengan que aprobar un programa de rehabilita­ción diseñado específica­mente para corregir esa conducta criminal. “Si no aprueban ese curso no calificarí­an para libertad bajo palabra”, dijo.

“Este es un asunto que no se atiende ahora mismo en nuestro sistema penal", recalcó González

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Rivera Cruz asesinó a su esposa, Ada Santiago Aponte, en presencia de su hija de cinco años.
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GRÁFICA: EL NUEVO DÍA El referido acusado, Nelson Rivera Cruz, allá en o para el día 31 de julio de 1998, en Fajardo, Puerto Rico, que forma parte de la jurisdicci­ón del Tribunal de Primera Instancia Sala de Fajardo ilegal, voluntaria, maliciosa y criminalme­nte, con...
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Brunilda Torres, familiar de Ada Santiago, aún llora su muerte.

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