Seguridad preventiva en “machinas” recreativas
Un momento de diversión sana en familia no debería convertirse nunca en una tragedia, por lo que reforzar las inspecciones de las “machinas” en circos, ferias y fiestas patronales en Puerto Rico, lejos de considerarse una medida exagerada e innecesaria, t
La seguridad de niños y adultos tiene que ser la preocupación máxima siempre en los espectáculos públicos y la sugerencia hecha recientemente por el ingeniero mecánico Juan F. Charles Santana, de que se realicen inspecciones diarias no debe despacharse con excusas poco convincentes.
El accidente ocurrido en días pasados en las fiestas patronales del municipio de Hormigueros, cuando una “machina” tuvo un desperfecto que provocó lesiones a varios menores, amerita que tanto el Cuerpo de Bomberos, responsable de certificar estos equipos, como la Legislatura de Puerto Rico, reexaminen la legislación y los reglamentos vigentes para determinar si hace falta enmendarlos. No es el primer incidente de este tipo en meses recientes.
Por lo tanto, tratar este accidente como si fuera algo inevitable y presumir que es suficiente cumplir la Ley 345 de 1999, que obliga a la certificación de las “machinas” por parte de un ingeniero mecánico, es inaceptable.
La ley, que transfirió al Cuerpo de Bomberos el proceso de permisos de operación de estos aparatos, que antes recaía sobre el Departamento de Recreación y Deportes y, por delegación, sobre el Departamento de Asuntos del Consumidor (DACO), se aprobó tras un trágico suceso ocurrido en abril de 1997, cuando un joven murió al ceder el cable de uno que montaba en terrenos del estadio Hiram Bithorn, en Hato Rey.
En su exposición de motivos, el estatuto en referencia también menciona otros incidentes con “machinas”, como la muerte de un niño en una verbena en Barrio Obrero, de Santurce.
Nos preocupa que, ante el accidente de Hormigueros, el jefe auxiliar del Negociado de Prevención de Incendios del Cuerpo de Bomberos, Manuel Medina Moya, haya afirmado inmediatamente después del accidente que una inspección diaria, como sugirió el ingeniero Charles Santana, resultaría un proceso “muy oneroso y exagerado”.
Estamos convencidos de que el jefe del Cuerpo de Bomberos, Angel Crespo, que es un apasionado de la prevención, no puede estar de acuerdo con esa respuesta, pues de lo que se trata es de garantizar la integridad física de nuestros ciudadanos, especialmente de nuestros niños, principales usuarios de este tipo de diversión.
Podemos coincidir con Medina Moya en que los dueños y operadores de estas “machinas” en su gran mayoría actúan de manera responsable en el área de seguridad, pero creemos que es indelegable la responsabilidad primaria del Cuerpo de Bomberos.
Del mismo modo, quisiéramos ver que la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara, que preside el representante José Báez, asuma una actitud proactiva en el análisis de los procesos actuales de inspección, con el propósito de reforzar los requisitos y hacer esta actividad mucho más segura.
En la actualidad, la ley exige que, aparte de la certificación de los equipos por parte de un ingeniero mecánico que tenga un seguro de responsabilidad pública vigente, toda persona responsable del mantenimiento y funcionamiento de estas “machinas” también deberá tener un seguro de ese tipo. Se fijan multas de $5,000 a $10,000 al dueño, concesionario, representante o auspiciador del evento por operar tales equipos sin la autorización del jefe de Bomberos.
Aparte de dicho estatuto, la Ley 43 de 1998 dispone que el Cuerpo de Bomberos es el organismo “obligado a salvar vidas” y, en consecuencia, “a velar por la observancia de las debidas condiciones de seguridad”.
Una misión tan esencial no puede resultar nunca onerosa ni mucho menos exagerada.