El Nuevo Día

CASAS ÁRBOREAS

Un vistazo a singulares construcci­ones en las que se materializ­a la idea de trepar a un árbol en busca de albergue

- Textor Daniel Galilea EFE/REPORTAJES ●

Viviendas con estilo entre las ramas

Le gustaría viajar a un mundo en el que la fantasía infantil se hace realidad de la mano del saber hacer adulto. Un lugar donde el visitante puede encontrar cobijo y regocijo en infinidad de casas construida­s sobre las ramas de robles, pinos, abedules, cerezos, acacias y muchos otros sólidos y frondosos árboles.

El guía de este mágico periplo es Philip Jodidio, un norteameri­cano que estudió Historia del Arte y Economía en la Universida­d de Harvard y fue editor jefe de la prestigios­a revista artística 'Connaissan­ce des Arts' (www.connaissan­cedesarts.com) durante más de veinte años, y el vehículo para rea- lizarlo es su reciente libro ‘Tree Houses’ (casas del árbol), que acaba de editarse en idiomas español, italiano y portugués.

Jodidio, nacido en 1954 y reconocido como uno de los escritores de arquitectu­ra más populares, nos invita a “andarnos por las ramas” y echar un vistazo a una serie de singulares construcci­ones en las que materializ­a la idea, probableme­nte tan antigua como el propio ser humano, de trepar a un árbol en busca de albergue, o simplement­e para ver el mundo que nos rodea desde otra perspectiv­a, desde lo alto del bosque o la selva.

“Las crónicas de la antigüedad ya hacen mención de casas en los árboles, ya que se trata de estructura­s que han estado presentes a lo largo de la historia en todos los rincones del mundo. Anclada en tierra pero suspendida en el aire, la casa en el árbol es, en muchos sentidos, un paradigma de la propia arquitectu­ra”, señalan desde Taschen, compañía editora de ‘Tree Houses’.

EL MUNDO DESDE ARRIBA. Philip Jodidio incluye cincuenta casas de árboles de todo el mundo, de todo tipo de estilos, desde lo romántico a lo moderno, desde salones de té hasta hoteles, pasando por restaurant­es. Algunas diseñadas por arquitecto­s, otras obra de anónimos entusiasta­s, algunas rústicas y otras de estilo contemporá­neo, pero todas aprovechan­do el espacio a la perfección, informa Taschen, a Efe.

“Espacio de juegos infantiles, atalaya desde la que contemplar la vida: la casa del árbol es tan versátil como la imaginació­n de sus ocupantes y, en una época en la que la sostenibil­idad y la responsabi­lidad ecológica son criterios cada vez con mayor peso, puede ser también el símbolo definitivo de una vida en simbiosis con la naturaleza”, señalan los editores de esta obra.

“Desde las alturas vertiginos­as, un hombre en un árbol podía mirar hacia abajo la existencia diaria como un pájaro en vuelo, un paso para romper los límites de lo común, una pizca de inmortalid­ad”, escribe Jodidio en la introducci­ón del libro.

El autor recorre la historia de la casa del árbol, desde su uso continuado por las tribus kombai y korowai, de Indonesia, hasta Cosimo I de Medici, en Italia; e incluye las casas del árbol de alta gama diseñadas y construida­s

por la compañía francesa 'La Cabane Perchee' (www.la-cabane-perchee.com) .

También están representa­das en la colección de Jodidio las habitacion­es de hotel del Treehotel (www.treehotel.se) en Harads, Suecia, una de las cuales está revestida de cristal reflectant­e y otra con forma de OVNI, así como una casa de té ubicada entre ramas de la flor de un cerezo en Japón.

REENCUENTR­O CON LA NATURALEZA. “Las casas en los árboles probableme­nte interesan a la gente porque están representa­ndo, en muchos sentidos, un escapismo suave, que permite a los constructo­res o propietari­os ver literalmen­te el mundo desde otra perspectiv­a”, señala Jodidio a The Washington Post (TWP).

Las casas arbóreas “representa­n un retorno a un mundo que ya está ahí, y supone escapar de la existencia de todos los días, que tiene tantos aspectos artificial­es, a un lugar donde las reglas de la naturaleza todavía se mantienen”, ha declarado Jodidio a este medio estadounid­ense.

Según el autor, en las casas del árbol, también “hay un ligero elemento de riesgo, la posible caída, un vértigo que tiene que ver con elevarse por encima del suelo por medio de una escalera, y con permanecer suspendido en las ramas a medio camino entre la tierra y las estrellas”.

“Anclada en la tierra, una casa solo puede ser movida por las fuerzas más poderosas de la naturaleza. En cambio, una casa en un árbol probableme­nte se mece en el viento. La modernidad y los estilos de vida contemporá­neos reducen el contacto de la mayoría de la gente con la naturaleza hasta el punto de que estamos separados de todo lo que ha inspirado la arquitectu­ra durante tantos siglos”, matiza Jodidio a TWP.

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Habitación en Canopy Tree House, cerca de Puerto Maldonado, Tambopata, en Perú.
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Singular casa en un árbol, ubicada en en Walker’s Point, en el lago Muskoka de Ontario.

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