Escuela forja su éxito académico
El plantel Rodulfo del Valle atendió las necesidades de sus maestros y alumnos
PONCE.- La escuela elemental Rodulfo del Valle, ubicada a la entrada de un populoso residencial público de esta ciudad, evidencia que dos años son suficientes para salir del sótano y colocarse entre las primeras filas de las Pruebas Puertorriqueñas (PP).
La capacidad de aprendizaje de los estudiantes sufría cuando el plantel estaba a la deriva, pues carecía de director, la estructura estaba deteriorada, no había materiales y los padres no estaban integrados al sistema de enseñanza.
En el año escolar 2009-10, el 88% de los estudiantes del plantel que tomaron las PP estaba en los dos niveles más bajos de aprovechamiento en español. En el 2013-24, solo el 27% estaba en ese nivel.
En matemática ocurrió algo similar: el 90% estaba en prebásico y básico -los niveles más bajos- y en el año escolar que concluyó en mayo solo quedaba un 42% en esos dos niveles.
La materia de inglés ha reflejado también un marcado contraste. En el año escolar 2009-10, el 92% de los alumnos estaba en los niveles más bajos, pero ese porcentaje se redujo a 16. El resto del estudiantado está ahora en los niveles proficiente y avanzado.
“En las Pruebas Puertorriqueñas yo no entendía nada en inglés; en español estaba en el medio y en matemática estaba bien baja, pero las maestras me ayudaron mucho”, dijo Kanievska Romero, de sexto grado.
Pero el cambio dramático en los resultados de las PP, así como el alza en la asistencia al salón, no requirió de un nuevo plantel. PROYECTO TRANSFORMACIÓN. El primer paso para encaminar el barco fue nombrar a un director a principios de 2012. Luego la inyección económica que lo ayudó a remar, explicó el director Carlos J. Martínez.
Debido al rezago en las PP, la escuela ingresó al Proyecto de Transformación. Mediante una propuesta recibieron fondos federales para adiestrarse y equiparse a tono con los retos educativos y tecnológicos.
La propuesta de un $1 millón anuales incluyó orientación por personal técnico, contratación de maestros para horario extendido y la compra de equipo y materiales.
“Pasar de una escuela que estaba en el final del barril a lo que somos es algo increíble, fue como un resucitar”, describió la maestra de inglés, Priscila Resto, con 16 años en el plantel.
Una de las primeras iniciativas fue ofrecer talleres y asistencia a los maestros sobre cómo hacer sus clases atractivas. Al principio hubo resistencia, reconoció el director. Pero a los docentes se les entregó equipo, como pizarras y computadoras. PADRES INVOLUCRADOS. Los padres juegan un papel importante en el mejoramiento del ambiente de la escuela, ubicada a la entrada del residencial público Dr. Pila.
El papá de dos alumnas de esta escuela, José L. Santana, describió que en el plantel se reflejó la violencia que se vivía en el complejo de viviendas.
“Los padres no venían a preguntarle al maestro cómo estaba su hijo; le preguntaban al hijo cómo lo trataba el maestro para venir a reclamar”, dijo. “Aquí el respeto se había perdido. Esta escuela estaba a la deriva, al garete”, describió Santana, quien junto a su esposa son padres voluntarios. “Aquí los padres echaban los nenes a pelear”, dijo el director.
De eso dio fe Favián Lebrón, de sexto grado: “Antes había muchos compañeros a los que les encantaba estar relajando en el salón de clases, estar fuera de lugar, pero ahora han cambiado su comportamiento. Antes las maestras eran buenas, enseñaban, pero ahora dan más explicaciones”.
Ahora los padres voluntarios ayudan a los maestros, y venden gelatinas y helados para ayudar a las clases graduandas de sexto grado y kínder.