El Nuevo Día

“¿Por qué te hicieron esto?”

El asesino confeso de Marangelly Rentas Pérez está sumariado en la cárcel de Ponce

- Mariela Fullana Acosta mariela.fullana@gfrmedia.com Twitter: @MarielaFul­lana

PONCE.- El padre de Marangelly Rentas Pérez se levantó ayer esperando la llamada de felicitaci­ón de su querida hija de 23 años, quien para esta fecha era la primera que lo procuraba para decirle: “Feliz cumpleaños, papi Wally”.

Pero José Rentas no pudo escuchar la voz de su hija, ya que la joven fue asesinada el pasado lunes en su residencia en el barrio Coquí de Salinas por Santiago Montes Díaz, de 18 años, quien confesó el crimen y está sumariado en el Complejo Correccion­al de Ponce, luego que la jueza Elsie Ochoa encontró causa para su arresto y le fijó una fianza de $3.5 millones.

Don José, en cambio, ayer tuvo que decirle adiós a su hija en el cementerio

El Yeso, en Ponce, donde expresó su deseo de que Montes Díaz pase el resto de sus días en la cárcel por acabar con la vida de la joven, madre de un bebé de siete meses, una niña de cuatro años y un niño de seis, quien fue el que la encontró sin vida el lunes.

LA CÁRCEL COMO INFIERNO. “En el día de hoy, 13 de septiembre, es mi cumpleaños, y voy a enterrar a mi hija por el maldito ese que me la masacró. Por tu culpa esta mañana yo no recibí la llamada de ella… Solo espero que la fiscal te refunda en la cárcel y, Dios me perdone lo que voy a decir, pero que la cárcel sea tu infierno para toda la vida porque no te mereces más nada. Tú me masacraste a la hija mía, ¡maldito y mil veces maldito!”, dijo el padre con ira y dolor. La madre de la joven asesinada, Ya

nira Pérez, permanecía callada al lado de su esposo, frente al féretro blanco donde se encontraba­n los restos de su hija, y del que no despegaba los ojos, ni las manos. “Dios mío, Dios mío… Mi santa”, sollozaba la mujer, quien lucía una camisa fucsia con el mensaje: “Siempre estarás en nuestros corazones, Mara. QEPD”. El esposo de la joven, José Cruz

Cruz, padre de los dos hijos menores de la mujer, permanecía en un extremo del féretro, cabizbajo, con las manos encima del ataúd, el cual besaba y acariciaba una y otra vez.

Marangelly se mudaría a Estados Unidos con sus tres hijos el mismo día que la asesinaron, pues tenía previsto establecer­se con Cruz Cruz, quien había viajado a Wisconsin meses antes.

Cruz Cruz se mostró fortalecid­o hasta el momento de darle el último adiós a su compañera, cuando cayó arrodillad­o frente al féretro, exclamando: “Ay, ¿por qué te hicieron esto?”.

SONRISA CONTAGIOSA. Los compañeros que estudiaron con Marangelly en la escuela Máximo Donso Sánchez, en Juana Díaz, describier­on a la joven como una persona alegre que contagiaba con su sonrisa a los demás.

Angélica Rodríguez, quien estu- dió con Marangelly desde octavo grado, dijo que su amiga era una joven espontánea, que dejaba cualquier cosa por ayudar a los demás.

“Podía tener muchos problemas, pero no lo daba a demostrar. Tenía una sonrisa única y siempre estaba dispuesta a ayudar”, compartió Rodríguez. Dijo que el día antes de morir, su amiga le envió un mensaje de texto, diciéndole que la quería mucho.

PALABRAS DE CONSUELO. El alcal

de de Juana Díaz, Ramón Her-

nández, ofreció palabras de consuelo a la familia de la joven, natural del barrio Aguilita del municipio.

 ??  ?? El compañero de Marangelly Rentas Pérez besa el férretro de la joven, quien se iba a mudar con él a Wisconsin el lunes que fue asesinada.
El compañero de Marangelly Rentas Pérez besa el férretro de la joven, quien se iba a mudar con él a Wisconsin el lunes que fue asesinada.
 ??  ?? Un asistente lleva un ramo de flores hasta la tumba. Abajo, el padre José Rentas se funde en un abrazo con el alcalde Ramón Hernández.
Un asistente lleva un ramo de flores hasta la tumba. Abajo, el padre José Rentas se funde en un abrazo con el alcalde Ramón Hernández.
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 ??  ?? Familiares y allegados de Marangelly Rentas Pérez cargan el ataúd blanco hasta la morada a la que la madre de tres hijos fue violentame­nte enviada a los 23 años de edad.
Familiares y allegados de Marangelly Rentas Pérez cargan el ataúd blanco hasta la morada a la que la madre de tres hijos fue violentame­nte enviada a los 23 años de edad.

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