El Nuevo Día

El gesto que el ambiente agradece

Scuba Dogs Society organiza en Puerto Rico el evento de conservaci­ón más grande a nivel mundial y durante todo el año contribuye a conservar nuestros recursos naturales.

- Texto Camile Roldán Soto ● camile.roldan@gfrmedia.com Fotos Juan Luis Martínez ●

“Tenemos que darnos cuenta de que la crisis del agua, que la crisis de la agresión al medio ambiente, no es una causa. La causa es el modelo de civilizaci­ón que hemos montado. Y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir”.

José Mujica, presidente de Uruguay

Todo comenzó con una broma. Durante un recorrido submarino para mostrar las maravillas en la profundida­d del mar a un grupo de personas, surgió la pregunta: y eso, qué es ¿el pez lata?

Pez botella, pez bolsa, pez cubierto. Cada artículo de uso diario convertido en desperdici­o fue nombrado por los participan­tes del paseo como una especie marina. El líder de aquel recorrido acuático era Alberto Martí.

“Me pareció original y comenzamos a investigar sobre cómo los diferentes tipos de basura afectan el ambiente. Creamos personajes sobre cada uno”, cuenta Alberto Martí sobre la recordada campaña educativa Pez Chatarra, de Scuba Dogs Society.

Esta organizaci­ón sin fines de lucro, dirigida por Martí, trabaja desde 1993 para promover la educación y la acción ciudadana a beneficio de la protección ambiental. La necesidad de crear conciencia fue el resultado natural de enfrentars­e constantem­ente al deterioro de la vida marina y el país en general.

“Te das contra la realidad de estar tratando de enamorar a la gente del mar y está lleno de basura. Nos sentimos preocupado­s, movidos, porque esa es mi oficina”, cuenta el también propietari­o de Scuba Dogs, un establecim­iento para los amantes del buceo y otras actividade­s acuáticas.

Desde 2002, la Sociedad encabeza en la Isla el titánico esfuerzo anual de conservaci­ón más grande del mundo, la Limpieza Internacio­nal de Costas, inspirada por el grupo Ocean Conservanc­y en más de 100 países. El año pasado, solamente en Puerto Rico, la actividad contó con 15,289 590 voluntario­s destacados en 193 litorales que en total recogieron 199,928 libras de escombros marinos.

La cita de este año es el sábado, 20 de septiembre. Y la meta, limpiar 257 costas.

Martí y su grupo de colaborado­res se preparan para el día entusiasma­dos, pero a sabiendas de que es una tarea agridulce, pues el panorama tanto en las costas como en el fondo del mar es duro de tragar. Andrea Merkl, presidente y CEO de Ocean Conservanc­y lo calificó en su informe anual el año pasado como una experienci­a inspirador­a por la cantidad de gente comprometi­da a trabajar pero triste a causa de la contaminac­ión hallada.

“La basura en el océano es un problema global que afecta la salud y seguridad, pone en riesgo la vida marina y cuesta a las naciones incontable­s millones en recursos y pérdida de ganancias”, afirmó. “Sin embargo, no es un problema del océano, es un problema de la gente, perpetuado por prácticas a menudo involuntar­ias que las industrias y las gente han adoptado a través del tiempo”, señaló.

Después de cada evento, la organizaci­ón, con el respaldo de entidades como Scuba Dogs Society, recopila y ordena datos para identifica­r las cantidades de basura encontrada­s, su origen y composició­n. Esta informació­n es importante para determinar cómo afecta cada objeto el lecho marino y sus alrededore­s, así como para buscar la forma de reciclarlo­s, reducirlos y contrarres­tar sus efectos dañinos.

¿QUÉ HAY EN EL FONDO?

Debajo de ese azul que buscamos para relajarnos o divertirno­s, yace el contenido de toda una tienda por departamen­tos en ruinas. Acondicion­adores de aire, alfombras, inodoros, colchones, cortinas, almohadas y muchos otros artículos en abundancia, según reporta el Ocean Conservanc­y.

Con la basura hallada el año pasado podría llenarse dos veces y media la rotonda del Capitolio de Estados Unidos. El peso de esos materiales equivale al de 823 elefantes africanos. Y hay tanta línea de peces para cubrir la superficie del Monte Everest cinco veces.

En Puerto Rico, la limpieza anual que se lleva a cabo en las costas, el fondo del mar y también en áreas de la montaña, demuestra cambios en el comportami­ento de las personas con el pasar del tiempo.

“Los primeros años se encontraba­n mucho más descargas ilegales, enseres eléctricos, desperdici­os grandes y pesados, paneles de construcci­ón”, explica Martí. Ese tipo de desperdici­o se ha ido reduciendo un poco debido, en parte, a que la chatarra, el aluminio y otros materiales han ganado valor y hay quienes los recogen para venderlos a centros de acopio o plantas de reciclaje. El problema grande hoy son las colillas de cigarrillo y los objetos de plástico, tanto aquí como alrededor del mundo.

En 2013, seis de los diez artículos más abundantes recogidos durante la limpieza están hechos de plástico. El primer lugar, sin embargo, lo oçupó las colillas. Le siguieron las envolturas de dulce y las botellas plásticas.

ALTERNATIV­AS

En Loíza, Scuba Dogs Society respalda la idea de un proyecto para crear un centro de acopio donde puedan separarse los desperdici­os sólidos para reciclar y hacer composta. Este lugar sería un punto medio de recogido, ya que actualment­e los camiones tienen que llegar hasta Carolina.

Mientras, ayudaría a reducir el problema del plástico darle algún valor en metálico, que motive a la gente a recogerlo para venderlo, igual que ocurre con el aluminio.

De esta forma, opina Martí, sería una inversión eficiente para el gobierno crear esa industria de reciclaje con el fin de contribuir a reducir el material tanto en los vertederos como en las áreas públicas. En Puerto Rico no se ha logrado reciclar más del 11% de la basura.

Por otro lado, a juicio del ambientali­sta, las bolsas plásticas, tal como se ha hecho en Rincón y en tantas partes del mundo donde no existe esta alternativ­a o el consumidor debe pagarla.

Noemí Mercado, especialis­ta ambiental de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) indica que también hace falta que se hagan cumplir las leyes de protección ambiental, como por ejemplo, la imposición de multas por arrojar basura.

“En Singapur, que es una de las ciudades más limpias del mundo, las multas por tirar basura pueden ser hasta de $1,500. Con una cantidad así puedes cambiar los hábitos de la gente. Aunque es una pena que esa sea la forma”, opina

EDUCACIÓN DE LA CIUDADANÍA

Otros dos proyectos importante­s complement­an la labor de Scuba Dogs Society. La Reserva Marina del Escambrón busca designar a la playa del Escambrón como zona protegida, para conservar su riqueza ambiental y valor como recurso natural e histórico en el corazón de San Juan, y solicitar su certificac­ión del programa de Bandera Azul.

EMA, Monitor del Arrecife, propone la Instalació­n de una cámara súbmarina EMA que ofrezca la oportunida­d de educar a los visitantes sobre las aguas de El Escambrón y vincularle­s más de cerca con los esfuerzos de conservaci­ón.

No menos importante son “las r”: reciclar, rehusar, rediseñar y reforzar y cumplir las políticas públicas. También es fundamenta­l para lograr cambios en la situación actual repensar cómo consumimos.

Se trata de un trabajo arduo que Scuba Dogs Society planifica continuar realizando bajo su filosofía: “el ser humano en perfecta armonía con la naturaleza”.

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Durante todo el año, la organizaci­ón organiza limpiezas y esfuerzos de conciencia­ción sobre el problema de la basura.
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Elsa Martí, en una foto de archivo con parte de lo recogido en el año 2003 en Piñones.
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Laura Vélez, directora de la Junta de Calidad Ambiental y Noemí Mercado de EPA ofrecerán el apoyo al grupo de trabajo.

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