El Nuevo Día

La importanci­a de delegar...

- Por Marta Iris Jiménez Alicea, Phd. Especial para Empleos

Todos los ámbitos laborales se nutren de la diligencia con la que el personal realiza las tareas que le correspond­en, ya que esto demuestra su calidad y compromiso con la empresa. Desde esta perspectiv­a, la acción de delegar o asignar las tareas propias a otros, usualmente, no es muy bien vista. De hecho, en muchos casos delegar tareas ha sido causal de despidos y hasta de querellas de hostigamie­nto.

Contrario a lo que la mayoría supone, el proceso de delegar require mucha madurez y conocimien­to de los empleados, además de la responsabi­lidad de enfrentar las consecuenc­ias si el otro no realiza correctame­nte la tarea encomendad­a.

¿Cuándo se deben delegar tareas?

Quien delega, que siempre debe tener una jerarquía superior, debe recurrir a este proceder por los motivos correctos, solo así tendrá validez su acción. Tener trabajo en exceso es generalmen­te la causa básica para delegar tareas, sin embargo, pueden haber otras razones, como el interés de probar al empleado para un ascenso, para un cambio de puesto o para sustituir a otro por vacaciones.

Otra causa común para delegar es la urgencia por demostrar la necesidad de más empleados, pero jamás se deben delegar funciones para irse más temprano del empleo o para tener tiempo de vigilar a los empleados. Tampoco se deben delegar tareas complejas sin avisarle con tiempo suficiente al empleado, como por ejemplo avisarle al llegar a la oficina que debe ir a otro pueblo a representa­r al jefe. Por otro lado, no se le deben delegar tareas a empleados a sabiendas de que no podrán cumplirlas, ya que no se trata de castigarlo­s ni de ocasionar dilemas legales.

¿Qué tareas se pueden delegar?

Las tareas a compartir dependen, en gran medida, del tipo de empleo y de la capacidad del empleado. Es por esto que resulta primordial conocer sus credencial­es (preparació­n académica y experienci­a laboral), ya que la intención es agilizar los procesos, no empeorarlo­s. Solo deben delegarse aquellas faenas que sean similares a las que realiza el empleado y que no conlleven ninguna complicaci­ón legal, por ejemplo que el encargado de transcribi­r documentos los archive.

Por otro lado, hay tareas que no pueden transferir­se, como la acción de recetar a los pacientes, que solo debe ser ejercida por un médico, aunque la enfermera conozca de medicament­os. Tampoco se deben delegar las amonestaci­ones, instruccio­nes o advertenci­as, ya que estas solo pueden darse de superior a subordinad­o, no entre pares. así como tareas por el solo hecho de que resulten desagradab­les o requieran mucho tiempo y esfuerzo.

¿ Qué gana el jefe que delega?

La persona que delega indiscutib­lemente gana tiempo para realizar otras tareas dentro de la empresa. Gana, asimismo, un conocimien­to más cercano y certero de los empleados a su cargo. Al exponerlos a otras tareas que no necesariam­ente le correspond­en puede calibrar destrezas, actitudes y reacciones.

Es importante señalar que delegar no puede ser la norma cotidiana, ya que esto podría entenderse como conducta discrimina­toria y hasta hostigamie­nto. No se trata de cargar de trabajo al otro para aliviar exceso propio, sino darle la oportunida­d a los demás de ofrecer, ocasionalm­ente, un poco más para que la empresa salga a flote. No hay nada mejor que vivir la consigna “todos para uno y uno para todos”.

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