La importancia de delegar...
Todos los ámbitos laborales se nutren de la diligencia con la que el personal realiza las tareas que le corresponden, ya que esto demuestra su calidad y compromiso con la empresa. Desde esta perspectiva, la acción de delegar o asignar las tareas propias a otros, usualmente, no es muy bien vista. De hecho, en muchos casos delegar tareas ha sido causal de despidos y hasta de querellas de hostigamiento.
Contrario a lo que la mayoría supone, el proceso de delegar require mucha madurez y conocimiento de los empleados, además de la responsabilidad de enfrentar las consecuencias si el otro no realiza correctamente la tarea encomendada.
¿Cuándo se deben delegar tareas?
Quien delega, que siempre debe tener una jerarquía superior, debe recurrir a este proceder por los motivos correctos, solo así tendrá validez su acción. Tener trabajo en exceso es generalmente la causa básica para delegar tareas, sin embargo, pueden haber otras razones, como el interés de probar al empleado para un ascenso, para un cambio de puesto o para sustituir a otro por vacaciones.
Otra causa común para delegar es la urgencia por demostrar la necesidad de más empleados, pero jamás se deben delegar funciones para irse más temprano del empleo o para tener tiempo de vigilar a los empleados. Tampoco se deben delegar tareas complejas sin avisarle con tiempo suficiente al empleado, como por ejemplo avisarle al llegar a la oficina que debe ir a otro pueblo a representar al jefe. Por otro lado, no se le deben delegar tareas a empleados a sabiendas de que no podrán cumplirlas, ya que no se trata de castigarlos ni de ocasionar dilemas legales.
¿Qué tareas se pueden delegar?
Las tareas a compartir dependen, en gran medida, del tipo de empleo y de la capacidad del empleado. Es por esto que resulta primordial conocer sus credenciales (preparación académica y experiencia laboral), ya que la intención es agilizar los procesos, no empeorarlos. Solo deben delegarse aquellas faenas que sean similares a las que realiza el empleado y que no conlleven ninguna complicación legal, por ejemplo que el encargado de transcribir documentos los archive.
Por otro lado, hay tareas que no pueden transferirse, como la acción de recetar a los pacientes, que solo debe ser ejercida por un médico, aunque la enfermera conozca de medicamentos. Tampoco se deben delegar las amonestaciones, instrucciones o advertencias, ya que estas solo pueden darse de superior a subordinado, no entre pares. así como tareas por el solo hecho de que resulten desagradables o requieran mucho tiempo y esfuerzo.
¿ Qué gana el jefe que delega?
La persona que delega indiscutiblemente gana tiempo para realizar otras tareas dentro de la empresa. Gana, asimismo, un conocimiento más cercano y certero de los empleados a su cargo. Al exponerlos a otras tareas que no necesariamente le corresponden puede calibrar destrezas, actitudes y reacciones.
Es importante señalar que delegar no puede ser la norma cotidiana, ya que esto podría entenderse como conducta discriminatoria y hasta hostigamiento. No se trata de cargar de trabajo al otro para aliviar exceso propio, sino darle la oportunidad a los demás de ofrecer, ocasionalmente, un poco más para que la empresa salga a flote. No hay nada mejor que vivir la consigna “todos para uno y uno para todos”.