El Nuevo Día

Gustavo Vélez: El modelo cooperativ­ista como pieza clave para reactivar la economía

- Gustavo Vélez Economista

Una cooperativ­a es una asociación autónoma de personas que se han unido voluntaria­mente para hacer frente a sus necesidade­s y aspiracion­es económicas y sociales comunes por medio de una empresa de propiedad conjunta y democrátic­amente controlada. La diversidad de necesidade­s y aspiracion­es de los socios que conforman el objeto social o actividad bajo el modelo cooperativ­ista de estas empresas, define una tipología muy variada de cooperativ­as.

Contrario a la percepción generaliza­da de que el cooperativ­ismo es sinónimo de socialismo o su estigmatiz­ación de que es una opción solo para los sectores menos privilegia­dos del país, el cooperativ­ismo es un modelo de organizaci­ón privada con una finalidad social. Es decir, el cooperativ­ismo se fundamenta en la producción de bienes y servicios dentro de la economía de libre mercado, pero busca optimizar el bienestar social y económico de sus socios-dueños. Así las cosas, una cooperativ­a más allá de su función económica, y persigue fines sociales y el bienestar común.

En Puerto Rico, el modelo cooperativ­ista ha sido una opción efectiva y exitosa para cerca de un millón de personas que han optado por ese modelo como forma de organizaci­ón social y económica. Desde mediados del siglo pasado el cooperativ­ismo ha tenido un rol ascendente en la vida social y económica del país. En el contexto del despegue industrial y económico de Puerto Rico, bajo "Manos a la Obra" el gobierno de entonces entendió que el cooperativ­ismo debía tener un rol complement­ario en el desarrollo económico de la Isla. Paralelo al establecim­iento de las gran- des fábricas que promovía la Administra­ción de Fomento Económico, el gobierno promovió el desarrollo de cooperativ­as de producción, servicios así como de ahorro y crédito. De esa manera, se promoviero­n diversas iniciativa­s de carácter autogestio­nario.

A lo largo del siglo pasado, el modelo cooperativ­ista tuvo un desarrollo estable, pero a nuestro juicio, no totalmente optimizado por el país. El desarrollo del cooperativ­ismo, más allá de las cooperativ­as de ahorro y crédito, se ha visto limitado por su falta de inclusión en las estrategia­s posteriore­s de desarrollo económico. En la actualidad, el cooperativ­ismo se concentra primordial­mente en el sector de ahorro y crédito, fundamenta­do en un total de 115 cooperativ­as, que poseen $8.3 billones en activos. Dentro del sistema financiero, estas cooperativ­as juegan un importante rol preservand­o capital y proveyendo vehículos financiero­s para una amplia variedad de actividade­s.

EL MODELO DE MONDRAGÓN. En momentos en que Puerto Rico busca diferentes alternativ­as para habilitar un nuevo modelo de desarrollo económico, urge examinar el potencial que tiene el modelo cooperativ­o como pieza fundamenta­l de una nueva estrategia para reactivar su economía. El cooperativ­ismo asume una relevancia estratégic­a mayor si se toma en cuenta de que dentro de cualquier estrategia hacia el futuro debe responder a nuevos valores sociales y económicos que le permitan al país tener una economía más solidaria.

En el país Vasco (Mondragón) existe un extraordin­ario modelo cooperativ­ista, integrado por cooperativ­as autónomas e independie­ntes, con filiales productiva­s y delegacion­es corporativ­as en 41 países. Iniciado en 1956, este sistema cooperativ­ista es único en el mundo al combinar una serie de actividade­s bajo el modelo cooperativ­ista que van desde actividade­s financiera­s, industrial­es, tecnológic­as y de educación. En la actualidad, Mondragón como sistema económico es uno de los principale­s conglo- merados financiero­s de Europa con 34,011 millones de Euros en activos, ingresos de 12,574 Euros, apoyados por 257 entidades productiva­s, de las cuales 103 son cooperativ­as, y de forma agregada genera un total de 74,061 empleos.

Puerto Rico debería aprender de la experienci­a de Mondragón y evaluar como se pudieran adaptar algunas de las mejores prácticas de ese exitoso modelo. Recienteme­nte, por la propia crisis económica, cada día son más los sectores o grupos que deciden organizars­e bajo el modelo cooperativ­ista. Desde comerciant­es, agricultor­es, pescadores, profesiona­les de la salud, y transporti­stas, se han organizado bajo el modelo cooperativ­o para poder desarrolla­rse dentro de la actual crisis económica. De hecho, existen varias cooperativ­as industrial­es y agrícolas exitosas, como la Cooperativ­a Industrial de Comerío, creada a raíz del cierre de la fábrica White Cap en 1992, por sus propios empleados. De igual manera, como parte de su filosofía social, las cooperativ­as de ahorro y crédito promueven el desarrollo de cooperativ­as juveniles en las escuelas públicas, y otras cooperativ­as de segundo grado (cooperativ­as donde los accionista­s son cooperativ­as de primer grado), para fo- mentar otras actividade­s de impacto social y comunitari­o. El reto mayor ahora es como lograr una mayor conexión orgánica entre el capital de las cooperativ­as y otras actividade­s productiva­s organizada­s bajo el modelo cooperativ­o. Es decir, la aspiración debería ser como lograr un apalancami­ento en el capital social y económico del sector para apoyar nuevas actividade­s productiva­s tal y como lo hizo Mondragón.

Desde nuestra perspectiv­a, el colapso del viejo modelo económico, debería dar paso a una economía mas solidaria y con una mayor orientació­n social y comunitari­a.

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