Confía en ti mismo
Los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, nos han encomendado algo muy importante. A través de la Universidad, nos han pedido que ayudemos a desarrollar la vacuna contra el VIH-sida, una de las peores epidemias de la historia moderna. Los Institutos han apostado a las capacidades de Puerto Rico.
El pasado 29 de abril, en mi mensaje de Estado, les informé que, días antes, había hecho una visita a los Institutos junto al presidente y al vicepresidente de la Universidad, y que allí discutimos sobre nuestra participación en la lucha contra enfermedades que afectan a Puerto Rico y a la Humanidad. Anticipaba en mi mensaje que pronto oirían más del tema. El martes pasado, el anticipo que hice en mi mensaje de Estado se hizo realidad.
Para que se comprenda la magnitud de la encomienda hay que recordar que, desde que se identificó el VIH en 1981, ha infectado a 75 millones de personas en el mundo, de las cuales cerca de la mitad ha muerto. En Puerto Rico, se han afectado 45,770 compatriotas; entre ellos 653 niños menores de 12 años. Entre las jurisdicciones de Estados Unidos somos una de las 10 con mayores casos de sida, y tenemos una de las tasas más bajas de supervivencia postdiagnóstico.
Los Institutos han establecido 26 centros de investigación. Nosotros somos uno de ellos. La estrategia es que cada centro produzca una versión diferente de la vacuna, que pueda ser utilizada en pruebas clínicas. Se llevará a cabo en nuestro edificio de Ciencias Moleculares en la Ciudad de las Ciencias, así como en la Planta Piloto de Procesos Bioindustriales de Mayagüez.
Esta iniciativa es un proyecto de salud y de ciencia; pero también de desarrollo económico. Eso es algo que no se puede pasar por alto.
La encomienda de la vacuna, es un paso importante en nuestra relación de décadas con la industria de medicamentos y equipos. Hace 70 años, cuando Puerto Rico era el país más pobre del hemisferio, una empresa farmacéutica abrió su primera operación de manufactura aquí. El liderato administrativo y científico de esa operación venía de fuera. Hoy es distinto. Hemos crecido hasta convertirnos en uno de los grandes centros de manufactura farmacéutica global. Siete de los diez medicamentos más vendidos en el mundo se hacen en Puerto Rico.
Manejamos las moléculas grandes de mayor complejidad. En ella, participan miles de puertorriqueños, doctores en química y bioquímica, ingenieros, gerentes y administradores, aquí y alrededor del mundo. Esteban Santos está en Thousand Oaks con Amgen y Deirdre Connelly en Philadelphia con Glaxo. Estamos orgullosos de ser una fuerza global en la manufactura de medicamentos. Nadie nos pone un pie adelante.
Ocurre, sin embargo, que esos medicamentos que se manufacturan aquí, se desarrollaron en otros lugares. No habíamos generado las capacidades de investigación y desarrollo que nos permitan contribuir a la producción de nuevos medicamentos.
Con el anuncio de los Institutos y de la Universidad el martes, eso cambia. Se nos reconoce que tenemos esa capacidad. A partir de ahora, en cuanto a la investigación, tenemos que abrigar el mismo compromiso, el mismo optimismo, la misma voluntad que abrigamos hace 70 años con relación a la manufactura. El compromiso con nosotros mismos es procurar las estrategias que nos permitan movernos en la cadena de valor de nuestra poderosa base industrial; complementar la manufactura -en la que queremos seguir siendo fuertes- con la investigación. Asegurar que toda nuestra gente tenga acceso a los medicamentos emergentes, que exploramos los potenciales terapéuticos de nuestra flora tropical, que así como construimos una industria de manufactura fuerte, ahora la complementaremos con una industria de investigación igual o más fuerte todavía. No vamos a fallar en este intento. Es la primera vez que recibimos una encomienda de los Institutos dirigida a desarrollar un medicamento.
EI panorama es claro. Lufthansa Technic, la poderosa empresa alemana, confía en Puerto Rico, igual que Fresenius. AstraZeneca, con base en Inglaterra, confía en Puerto Rico. También confían en nosotros, desde Estados Unidos, los líderes de Bristol Myers, Actavis, Johnson & Johnson, Microsoft, Abbvie, Hewlett Packard y Honeywell. Neolpharma, la farmacéutica de capital mexicano, confía en Puerto Rico. Syngenta, la relevante compañía sueca, deposita confianza en Puerto Rico; las líneas aéreas, las compañías de hoteles y cruceros de todo el mundo regresan confiadas a nuestro país.
Todos ellos confían en Puerto Rico porque tenemos la mejor mano de obra del mundo, las mejores condiciones tributarias del mundo y un compromiso de calidad inigualable. EI mundo confía en Puerto Rico. Nosotros también. Confiemos en Puerto Rico.
Confía en ti mismo