Café artesanal hecho microempresa
Con la marca La vieja Rosa y una pequeña inversión, Miguel Sánchez explora empresarismo
Como una forma de preservar la memoria de su abuela que le enseñó, como “buen jíbaro”, todo el proceso para lograr un café de primera, Miguel Sánchez Semidey comenzó el pasado 25 de noviembre a vender el café artesanal “La vieja Rosa”.
Sánchez Semidey explicó que su negocio forma parte de lo que “ha sido una empresa familiar de toda la vida, pero ahora lo estamos comercializando”.
El joven de 24 años y estudiante de educación física de la Universidad Interamericana indicó que él y su madre, Maribel Semidey, compran el grano a caficultores de los barrios Vega y Río Prieto de Yauco. Mencionó que, entonces, los pilan, limpian, ciernen y seleccionan los mejores para tostarlos al fogón con leña.
El producto final está listo para la venta en grano empacado en bolsas de papel.
“Gracias a Dios, nos ha ido superbién, queremos seguir creciendo y vender a cafeterías y supermercados”, afirmó Sánchez Semidey, y añadió que, al momento, las ventas se limitan a clientes individuales. Incluso, a través de su página en la red social Facebook (https://m.facebook.com/cafelaviejarosa) han logrado hacer cuatro envíos a Estados Unidos.
“Un buen café en la mañana es esencial para comenzar el día, pero qué mejor que tomar una taza de café artesanal”, indica su página en el internet.
“Este café es 100% artesanal. Todo se hace a mano”, afirmó el microempresario. “Hacemos todo el procedimiento en nuestro hogar y lo empacamos en El Cerro de Yauco”.
Incluso, el joven dijo que diseñó él mismo el empaque, y compró las bolsas con dinero que le tomó prestado a su hermano.
El nombre del producto, explicó, surge de cómo le decían a su abuela Rosalía Castillo. “Ella nos enseñó, desde que éramos bien pequeños, a bregar con el café. Nos crió como un buen jíbaro”, afirmó.
Sánchez Semidey indicó que la inversión en el negocio no llega a los $200. Agregó que han producido unas 110 libras de café en empaques de una libra.