Cuando la fiesta no es divertida
La fobia o ansiedad social puede ser la que te detenga de disfrutar las celebraciones de estos días navideños
En fechas como las que celebramos en estos días, siempre hay una presunción general de que todos estamos felices y que disfrutamos de las múltiples fiestas que se dan durante esta época, tanto familiares como de trabajo.
Sin embargo, no todos están tan entusiasmados como muchos creen. Y no es que estén deprimidos o tristes. Tampoco quiere decir que no crean en el significado de las fiestas. Es que, para los que padecen de ansiedad o fobia social, significan días en los que tienen que lidiar con la presión de amigos y familiares para que vayan a fiestas y actividades en las que se sienten sumamente incómodos.
Y aunque la persona que sufre de ansiedad social la padece durante todo el año, en estas fechas se puede exacerbar, muchas veces por el temor irracional de que no van a lograr integrarse o cumplir con las expectativas de los demás, además del miedo a ser juzgados.
Cabe aclarar que la ansiedad es una emoción normal que nos pone en alerta cuando anticipamos una posible amenaza o peligro. Es lo que nos ayuda a pensar rápidamente para actuar ante cualquier situación diferente. Por ejemplo, cuando se va a dar un discurso o se tiene que hacer una presentación en el trabajo. También, ante un examen para el que no has estudiado suficiente y se tiene el temor de no hacerlo bien.
“Pero las personas con ansiedad social, por ejemplo, no les gusta ir a una fiesta porque esto les causa mucha carga emocional. Y la Navidad es una época más que tratan de evitar”, señala la psicóloga clínica Grisell
Rodríguez, quien cree que uno de los problemas es cuando los demás insisten en que esa persona acuda a las fiestas porque no saben lo que le pasa.
“Se supone que esta sea una época en que la familia se una más. Y los recursos familiares podrían ser una buena fuente de apoyo en estos casos. Pero si la persona está tan enferma que no puede tolerar una fiesta familiar, necesita ayuda psiquiátrica y psicológica”, recomienda Rodríguez.
Sin embargo, generalmente las personas con fobia social no tienen ese problema cuando comparten con amigos y familiares cercanos, indica el psicólogo clínico Alfonso
Martínez Taboas, catedrático axiliar en la Unviersidad Carlos Albizu.
EL TEMOR A SER JUZGADOS. “La fobia social normalmente se manifiesta cuando están en grupos a los que no conocen bien. Son personas que sienten que son juzgados o que creen que piensan mal de sus actuaciones”, explica Martínez, tras indicar que generalmente son personas que tienen la autoestima bastante lesionada.
Además, explica que tienden a evitar cualquier actividad que las ponga en esa situación. En ese sentido, dice que ponen excusas para no ir porque saben que no se van a sentir cómodos.
“Si llega a ir a la fiesta o actividad social generalmente no interactúa de manera normal, está contando los minutos para poder irse y se siente muy ansioso constantemente. Incluso puede hasta sufrir un ataque de pánico debido a que la ansiedad es tan abrumadora que no la puede controlar, sobre todo si es una actividad en la que hay mucha gente”, explica Martínez.
Sin embargo, aclara que es normal que las personas sientan algún tipo de aprensión cuando van a una actividad en la que no conocen a la gente. “Sienten un poco de aprensión pero después que se ambientan, puedn controlar la ansiedad y logran pasarlo bien. Mientras que el que tiene fobia social es una persona que hasta somatiza síntomas”, explica Martínez. Por ejemplo, tiene mucha intranquilidad, se ruboriza con facilidad, hay dificultad para hablar, siente náuseas, sudoración profusa, el ritmo cardiaco se acelara y hasta puede sufrir de temblores. Según publican los Institutos Nacionales
de Salud, las personas con fobia social se tornan muy ansiosas y tímidas en situaciones sociales diarias. “Tienen un miedo intenso, persistente y crónico de ser vigiladas y juzgadas por otros, y de hacer cosas que las hagan sentirse avergonzadas. Ellas pueden
preocuparse durante días o semanas antes de una situación a la que le temen. Este miedo puede volverse tan intenso que interfiere con el trabajo, el colegio y otras actividades ordinarias, y puede dificultar el hecho de conseguir y conservar amigos”, advierten.
De la misma forma, la fobia social puede estar limitada a una situación (como hablar con personas, comer o beber o escribir en un tablero delante de otros) o puede ser tan amplia que la persona experimenta ansiedad alrededor de casi cualquier persona distinta a los miembros de la familia.
LOS RIESGOS. Uno de los problemas, advierte Martínez, es que estas personas están en riesgo de usar alcohol o drogas para sentirse más tranquilas y desinhibidas.
De hecho, destaca que el alcohol no resuelve el problema y, al contrario, la persona podría también desarrollar pro- blemas de alcoholismo. Del mismo modo, el Instituto Nacional
de Salud Mental de Estados Unidos expone que puede darse un problema de abuso de sustancias si la persona afectada intenta “automedicarse” por su ansiedad.
“Muchas veces las personas con ansiedad social tienen los dos problemas a la vez. Por eso es tan importante que busquen ayuda profesional porque la ansiedad social es una de las que mejor responde al tratamiento”, indica Martínez, quien dice que en cuestión de seis a siete sesiones se mejora el aspecto conductual.
De hecho, señala que muchas de estas personas no son muy diestras en sus habilidades sociales, no saben bailar o no saben tener una conversación interesante. Y es lo que se trabaja para que puedan practicar esas áreas y reforzarlas. También es importante, recomienda Martínez, trabajar la parte cognitiva, con la percepción que tienen de sí mismos.
“He tenido pacientes que se creen que son poco atractivos, así que hay que ayudarlos a reinterpretar cómo se ven a sí mismos. Se les pide que cojan clases de baile, por ejemplo o que se inscriban en un club que tenga que ver con la profesión. Eso los ayuda a ir sobreponiéndose al temor y a que tengan una percepción más balanceada de sí mismos”, explica el psicólogo.
Otra opción es que la persona hable con alguien de confianza sobre su afección. Pero Martínez dice que hay que tener un poco de cuidado con esto porque todavía hay mucho estigma hacia las afecciones mentales. “Hay mucha gente que tiene ansiedad social y no todo el mundo habla con facilidad de lo que le afecta. Pero hay tratamiento que puede ayudarlos efectivamente”, agrega.
Mientras que la psicóloga Grisell Rodríguez destaca que si una persona siente
que no está preparado para ir a una actividad debido a que siente mucha ansiedad, lo mejor es no ir. “Que se quede tranquilo en su casa y si insisten en que vaya, que les diga la verdad de por qué no puede acudir”.
El problema, indica la psicóloga, es que muchas veces la gente insiste y no entiende que se trata de una afección real. “
Por eso es importante orientar a la familia”, recomienda Rodríguez, tras destacar que en esta época mucha gente también se deprime por diferentes causas. La pérdida de un ser querido, un divorcio o incluso problemas económicos, pueden influir en el que una persona no quiera disfrutar de las fiestas,
“La mala costumbre de los petardos y los tiros al aire” también abona a la fobia social, según Rodríguez, ya que muchas personas se quieran quedar en casa tranquilos.
“Ya la gente no puede disfrutar de celebrar al aire libre por el temor a los tiros y a las balas perdidas. Ahora hay que estar dentro de la casa a medianoche”, señala la psicóloga.
A toda esa situación se añade, dice Rodríguez, la ansiedad económica y la presión que tienen muchas familias de comprarles regalos caros a sus hijos. “La realidad es que todo el mundo tiene momentos buenos y momentos malos. Y si sientes que no quieres ir a una fiesta, pues no vayas”.